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Adolescente hondureño asesinado a machetazos en Houston “quería cambiar el mundo”, según sus familiares

Houston – El pasado 15 de septiembre se encontró en un bosque cercano al reservorio Addicks, en Houston el cadáver de José Meraz (14), un joven hondureño que fue asesinado a machetazos, según un reporte preliminar de la policía local.

El domingo, familiares y amigos del adolescente se reunieron en una iglesia de Houston para recordar los sueños y proyectos que tenía Meraz.

El infante de apenas 14 años de edad cursaba el octavo grado y al momento de su hallazgo presentaba “múltiples señales de violencia” que, según dijo la policía a sus familiares, fueron causadas por un arma afilada, probablemente un machete.

“Quería cambiar el mundo, quería conversar con la gente, compartir su amor por Dios”, dijo a la voztx.com Ana Uriarte, de 22 años y líder juvenil en la Iglesia Restaurando los Muros, a la que pertenecía Meraz y donde se llevó a cabo el servicio de recordación. “Tuvo impacto sobre mucha gente”.

Uriarte añadió que las expresiones de la comunidad son una indicación del tipo de persona que Meraz quería ser.

“Habría sido un buen líder”, afirmó Uriarte.

El desafortunado hondureño estudiaba en la escuela intermedia Stovall, del distrito escolar de Aldine. Hace más de año y medio su padre fue deportado a Honduras y su madre se fue con él, según María Martínez, pastora de la iglesia a la que asistía.

El adolescente decidió quedarse en Estados Unidos porque deseaba tener un futuro mejor, según dijo José Martínez, esposo de la líder religiosa.

Meraz se mudó con su tía, Erlinda Rosales, pero luego se reunió con personas que ejercían una mala influencia. A finales de julio trató de enmendar su vida y se mudó a casa de los Martínez, que vivían al lado de su tía.

“Una vez me dijo que había hallado a su familia y que se sentía feliz”, relató María Martínez. “Hablaba sobre la congregación religiosa”.

José Martínez, el padre Uriarte, afirmó que fueron estrictos con Meraz cuando vino a vivir con ellos en el verano y les dijo que creyeran en él. Lo primero que le dijeron era que tenía que dejar de fumar marihuana y regresar a la escuela.

“Nunca me faltó el respeto. Yo confiaba en él”, dijo José Martínez. “incluso me pidió que lo adoptara”.

María Martínez dijo que Meraz tuvo mucho qué hacer durante el mes que vivió con la familia.

“Coreografió bailes, llevó obras teatrales a escena”, dijo María Martínez. “Estaba ayudando a reconstruir y renovar la iglesia”.

El chico trató de matricularse en una escuela de Aldine, pero tuvo dificultades porque sus padres estaban fuera del país. Según José Martínez, la última vez que vio a Meraz fue el 30 de agosto, cuando el chico se fue a vivir con un primo.

“Lloré cuando se marchó, pero le dije que todo le saldría bien”, manifestó Martínez.

“Si tenías un día malo, él se te acercaba y te daba un abrazo”, dijo Madeline Kemp, ex compañera de aula de Meraz. “Era un chico dulce, no merecía morir, nunca le hizo daño a nadie”.

“Era como mi hermano”, dijo Katharine Rosales, de 12 años y prima de Meraz. “yo lo quería mucho”.

La policía aún investiga su muerte y no ha dado detalles adicionales.

El cadáver de Meraz será enviado a sus padres en Honduras. La congregación de la iglesia está aceptando donaciones para cubrir el gasto de envío aéreo y el entierro, según se conoció.

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