Tegucigalpa.- Todos los domingos a las tres de la tarde, desde hace más de una década, un grupo de mujeres, en su mayoría abuelas, madres y familiares de los migrantes, envían mensajes de aliento a los hondureños que tomaron la riesgosa ruta del migrante para que no se sientan solos, para orientarles sobre los riesgos y para mantenerlos en contacto con sus parientes que dejan en Honduras.
El programa se transmite por la emisora jesuita Radio Progreso, una aliada incondicional de los migrantes hondureños, en especial de la ciudad de El Progreso, uno de los sitios de donde más se han expulsado enormes flujos migratorios de Honduras en las últimas décadas.
De ahí que no sea casual que sea desde esta calurosa región del norte del país donde surja el primer grupo de apoyo a los migrantes, así como el primer programa radial de esta naturaleza.
Sus conductoras no son periodistas, ni mucho menos, son comunicadoras de vida y de esperanza que manejan al dedillo -eso sí- las técnicas del periodismo.
El programa “Abriendo Fronteras” es transmitido por el Comité de Familiares de Migrantes de El Progreso, (Cofamipro), y desde hace catorce años se ha dedicado a la búsqueda de los migrantes desaparecidos.
Ya pueden caminar, les dijeron
Originalmente el programa se llamó “Sin Fronteras”, pero con el paso de los años y su experiencia en la incidencia que han tenido sobre el tema a nivel local, nacional e internacional, decidieron ponerle “Abriendo Fronteras” porque han logrado ser escuchadas, cuenta a Proceso Digital, Rosa Nelly Santos, una de las fundadoras de Cofamipro.
Ella integró el Comité para buscar a un sobrino que años más tarde encontró en la frontera mexicana de Juárez con Estados Unidos.
Rosa Nelly cuenta con detalles como integraron el Cofamipro, una de las instancias civiles de mayor reconocimiento a nivel internacional. Ellas han sido capacitadas en el manejo de las víctimas, cuestiones de seguridad personal y búsqueda de parientes desaparecidos.
En cuanto al programa radial, dice que ellas ponen música que escuchan los migrantes en su travesía, les advierten de riesgos si en determinadas zonas están fuertes los secuestros o la lucha entre las banda criminales del narco, les dan consejos de protección en su seguridad y reciben llamadas en privado para atender y conectar a los migrantes con sus familiares.
Estas llamadas de contacto, dice, no las hacen públicas por seguridad, ya que pueden ser coyotes o bandas criminales que quieren ubicar a un migrante y por eso manejan con reserva este tipo de relación.
Todos los años y desde hace más de una década, el Cofamipro se ha integrado a las caravanas mesoamericanas de búsqueda de migrantes que se efectúa en el mes de septiembre en México.
La búsqueda en las caravanas
En esas caravanas han logrado encontrar a muchos de migrantes desaparecidos. Su fundadora, doña Emeteria Martínez, luego de 21 años logró hallar a una de sus hijas, pero la alegría le duró poco porque hace un año murió y su ausencia se siente en el Cofamipro, dicen sus integrantes.
Sus inicios los tuvieron al calor de la sede de la Compañía de Jesús, quien les dio albergue y el programa radial. Luego, con el tiempo, el sacerdote jesuita Ismael Moreno, les dijo que “ustedes ya pueden volar, deben empezar a caminar”, recuerda Rosa Nelly Santos.
“El padre Melo (como le llaman al padre Ismael) nos ha ayudado mucho y ahora está contento de ver hasta dónde hemos llegado. Ahora ya no nos dicen viejas locas, como al principio nos llamaban los funcionarios del gobierno”, dice sonriente.
Cofamipro es un organismo sin fines de lucro, que tienen una modesta sede que sostienen con pequeñas donaciones que reciben y algunos aportes propios. Sus integrantes son del criterio que “no quitan dinero al migrante, ni piden dinero al gobierno”.
En las caravanas, aseguran, se van con sus propios recursos, en buses y recorren toda la travesía que viven los migrantes. Una vez en México son asistidas por la gente que organiza esta red mesoamericana de migrantes y recibidas en los albergues de la iglesia católica.
Marcia Martínez, hija de la extinta Emeteria Martínez, se unió al Cofamipro luego de ver los esfuerzos de su madre. Recorrió con ella los caminos de la ruta del migrante y ahora asiste a las familias de los migrantes cuando requieren buscar un pariente, abrir un expediente o cuando se reencuentran.
Comunicando el dolor Por las cosas que le ha tocado ver y vivir, Marcia Martínez dice que tiene emociones encontradas. Una de ellas son las masacres de migrantes en Tamaulipas o en Cadereyta. «Es duro decirle a nuestra gente que sus parientes murieron en el trayecto, que fueron masacrados por bandas criminales, eso sí que es duro. Uno nunca termina de reponerse, hemos sido capacitadas para manejar el dolor y ayudar a las víctimas, pero lo cierto es que hemos presenciado cosas tan duras, que ninguna capacitación vale en estas cosas, uno no siempre está preparado», dijo. Cofamipro ha logrado ser un interlocutor válido ante las instancias gubernamentales mexicanas como la Procuraduría y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y hasta con un equipo de expertos antropólogos forenses de Argentina, han logrado estrechar lazos cordiales de cooperación y búsqueda. Ellas dicen que la crisis migratoria que se vive actualmente se origina por la inseguridad, ante la creciente presencia del crimen organizado en algunas zonas del país y la gente prefiere irse antes que caer en manos de esas bandas para ser usados como mulas o como banderas. Honduras tiene una población de 8.4 millones de habitantes y un índice de homicidios de 79 por cada 100 mil, según cifras oficiales. En 2013, los emigrantes aportaron a la economía hondureña 3,225 millones de dólares en remesas, según datos del Banco Central, cerca de 15 por ciento del producto interno bruto. En su trabajo, Cofamipro ha logrado documentar cerca de 600 casos de desapariciones de migrantes, de los que unos 150 han sido encontrados. El resto los siguen buscando pues pueden estar en las cárceles guatemaltecas o mexicanas, caer en las garras de la trata de personas o fallecer en la ruta migratoria. Son hipótesis y desde su sabiduría trabajan en ellas para despejarlas. |