Restaurar deterioradas relaciones con Honduras, el desafío de Sánchez Cerén

Tegucigalpa – El nuevo gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que asumirá este 1 de junio de la mano del ex guerrillero Salvador Sánchez Cerén, tiene el desafío de recomponer, en el patio regional, las deterioradas relaciones con Honduras dejadas por Mauricio Funes, un periodista que desde su Presidencia se caracterizó por posturas belicosas hacia el pueblo hondureño.
 

– En las últimas horas el presidente electo de El Salvador ha prometido una “investigación exhaustiva” sobre la muerte de un pescador hondureño, en una acción que Honduras interpreta como una buena señal en la dirección correcta.

Funes, quien nunca pudo tomar un liderazgo centroamericano, deja un gobierno salpicado por la violencia al fracasar el pacto que sostuvo con los pandilleros, considerado por los expertos como una rendición del Estado ante la delincuencia. Aunque negó ser partícipe del pacto, el tiempo se encargó de desenmascararlo y las autoridades de ir poniendo lo puntos sobre las íes ante el destape que del mismo hiciera el diario digital El Faro.net.

A estos problemas de seguridad, se suman los aspectos relacionados con las conductas personales del mandatario, que imitando al extinto gobernante venezolano, Hugo Chávez, puso su propio programa radial de fines de semana, para atacar a sus detractores y minimizar así la condena pública que originaron sus inapropiadas acciones de orden personal.

Agobiado por esos y otros aspectos, Mauricio Funes quiso levantar un poco de protagonismo centrando posturas belicosas hacia Honduras, un país al que vio siempre de menos y sólo levantó la voz para condenarlo durante la crisis de junio de 2009.

Funes y su boicot permanente

Durante su gestión en el gobierno salvadoreño, Mauricio Funes, no fue un presidente de relaciones amistosas con Honduras, apenas se le vio en más de una ocasión en el país y siempre fue uno de los principales gobernantes que boicoteó encuentros presidenciales de los países del triángulo norte para abordar temas de inseguridad y violencia.

No tuvo Funes una propuesta hacia las naciones como Honduras y Guatemala, que junto a El Salvador, conforman el “Triángulo Norte”, para atajar, por ejemplo, el avance del crimen organizado. Fue imposible para los presidentes de Guatemala y Honduras, sentar a Funes para hablar estos temas, mucho menos diseñar estrategias conjuntas.

Pero sí hubo agresividad por parte de Funes para incumplir con el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en torno a la delimitación de las fronteras con Honduras y El Salvador, tras una sentencia inapelable emitida en 1992, que otorga a Honduras dos de los tres tercios de los territorios en disputa, a la vez que garantiza su salida al Océano Pacífico.

Contrario a la actitud de los presidentes que le antecedieron en el cargo, que acataron el fallo de La Haya, Mauricio Funes quiso levantar puntos en su gestión e imagen, sacándose de la manga de la camisa la presunta soberanía salvadoreña sobre la Isla Conejo, en el golfo de Fonseca, y ubicada en costas marítimas hondureñas.

La Isla Conejo se conecta con Honduras y así ha quedado demostrado, pero Mauricio Funes mantuvo un discurso de agresividad al respecto que llevó al gobierno de Honduras a hacer valer su derecho soberano y pedir a la ONU que haga valer el cumplimiento de la sentencia.

En su estrategia anti-Honduras, Mauricio Funes optó por aliarse con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, para negarle la salida a Honduras al Océano Pacífico, en clara violación de ambas naciones, al derecho que le asiste a Tegucigalpa su salida al Pacífico.

Honduras, con posturas conciliadoras frente a la agresividad de Nicaragua y El Salvador, aceptó incluso ser parte de un esfuerzo tripartito por hacer del Golfo de Fonseca una zona de paz y desarrollo, estableciendo metas y cumplimientos para evitar que en esas aguas trinacionales se produzcan choques entre barcos pesqueros y las autoridades de ambos países en la explotación del recurso marino costero.

Mucho discurso… pocos hechos

Pero a la hora de mostrar las metas de cumplimiento, Nicaragua y El Salvador dilataron los encuentros. Funes volvió a arremeter, al acercarse las pasadas elecciones que retuvieron al FMLN en el poder, con la Isla Conejo, a cuestionar el papel de las fuerzas del orden y casi a incitar a una “toma forzosa” del islote hondureño.

La diplomacia hondureña hizo su gestión, logrando aplacar ese tono altivo de Funes, que no vino a la toma de posesión del presidente Hernández e incluso fue el único que no lo recibió en la gira regional previa a la toma de posesión, una práctica común a nivel centroamericana.

Los incidentes en el Golfo de Fonseca tampoco fueron prioridad del gobierno de Mauricio Funes, al grado que el último hecho ocurrido hace dos semanas, en donde un pescador hondureño murió luego de la embestida de la naval salvadoreña, la respuesta de Funes al reclamo hondureño ha sido tibia, casi ignorando el hecho.

El gobierno hondureño optó por abocarse mejor al nuevo gobierno por asumir, al aceptar un deterioro en las relaciones con la administración de Mauricio Funes.

De esta suerte, el nuevo gobierno que asumirá el ex guerrillero Sánchez Cerén deberá restaurar las deteriorada relaciones con Honduras dejadas por Mauricio Funes, siendo su primera prueba de fuego, la condicionante hondureña de no asistir a la toma presidencial el 1 de junio, sino hay claros indicios de investigar el incidente en el Golfo de Fonseca y el castigo a los culpables.

Esta condición de Hernández ha recibido en las últimas horas una respuesta de Sánchez Cerén, interpretada por analistas internacionales como una luz en el camino correcto, al ordenar a la Fiscalía General de su país realizar «una exhaustiva investigación» del reciente incidente ocurrido en el golfo de Fonseca (Pacífico).

«Por instrucciones del presidente electo, Salvador Sánchez Ceren, hemos realizado las coordinaciones necesarias para que se efectúe una exhaustiva investigación a fin de esclarecer tan lamentable hecho», dijo en Tegucigalpa el canciller designado de El Salvador, Hugo Martínez, en una comparecencia ante los periodistas.

Martínez llegó este miércoles a Tegucigalpa por instrucciones de Sánchez Cerén, quien asumirá el poder el próximo 1 de junio, para reunirse con autoridades hondureñas y entregar a su homóloga, Mireya Agüero, una carta donde se refiere a «los desafortunados hechos» ocurridos en el Golfo de Fonseca.

Diplomáticos tanto hondureños como salvadoreños aceptan que las relaciones no son tan buenas como se desean, confían en que un cambio de timón con Sánchez Cerén logre destrabar los impasses y encausarse por la línea del diálogo, la diplomacia y el respeto mutuo entre las naciones.

A prueba sabiduría de Sánchez Cerén

Sánchez Cerén, quien vino a Honduras para invitar al presidente Hernández a su toma presidencial, sabe mejor que nadie las nefastas consecuencias que deja la guerra, él quiere apostar por una relación centroamericana de respeto. El primer desafío ha sido puesto por Honduras, que nuevamente pide a la ONU hacer valer su papel para que su cumpla la sentencia de La Haya.

Tanto Sánchez Cerén como Juan Orlando Hernández tienen el desafío de aplacar los ánimos entre los pescadores del Golfo de Fonseca, pero el primer paso debe darlo San Salvador resolviendo la petición de una investigación y al castigo de los culpables. Ya existe un antecedente al respecto, donde el gobierno salvadoreño castigó a un efectivo militar que cometió abusos en la frontera con Honduras, en el occidente.

Honduras y El Salvador son los dos países centroamericanos que mejor se conectan por su idiosincrasia, su cultura y porque su gente, en la frontera, se complementa para satisfacer las necesidades básicas que no cumplen sus gobiernos.

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