Tegucigalpa – La peculiar frase de que “polos opuestos se atraen pero los iguales se rechazan”, en relación a los matrimonios, es un dicho que no aplica en el periodismo, en especial en las parejas periodistas, para quienes el amor que les une por el trabajo y la vida en pareja, es tan fuerte que lejos de dividirlos, los consolida en sus relaciones.
Y no es que sea fácil ser pareja de un periodista, pero la mayoría coincide en que el éxito de una relación depende de la madurez, comprensión, respeto y definición de ámbitos para no mezclar el agua con el aceite.
En este Día del Periodista, Proceso Digital, decidió dedicar este artículo a las parejas de reporteros, corresponsales y otros de la rama de comunicación, que pese a tener la misma profesión o “ser del mismo polo”, se sintieron atraídos en una relación y pasaron a ser un matrimonio, ya sea trabajando juntos o en ámbitos distintos.
Uno de esos casos es el de los periodistas Rafael Salatiel González y Rosa Morazán, quienes se conocieron en las aulas de la Escuela de Periodismo de la UNAH, fueron amigos en el trabajo reporteril de la calle y en el camino descubrieron que estaban enamorados.
“No cubríamos las mismas fuentes informativas pero almorzábamos juntos, todos los días”, relató Morazán a Proceso Digital. Luego de más de dos años de una relación de noviazgo, decidieron casarse. Hoy, con 24 años de matrimonio, ambos ejercen la profesión en distintos trabajos, pero tienen reglas definidas en común para no alterar su convivencia.
Una de ellas es no llevar los problemas del trabajo a la casa; la otra respetar sus puntos de vista aunque sean divergentes y tercero, potenciar las cosas en común y disfrutar de su familia y de sus amigos con el cariño y respeto que siempre les han profesado.
No todo ha sido color de rosa, asegura la periodista Morazán.
“No siempre estamos de acuerdo en todo, pero el respeto, la tolerancia, la comprensión y el amor, fortalecen la relación y hace que los puntos de vista diferentes se conviertan en detalles que para nosotros no pesan. En el caso familiar dialogamos y buscamos la mejor opción”, acotó la periodista.
Dijo que ambos se respetan el espacio laboral y procuran no invadirlos ni interferirlos, “es como un acuerdo tácito. Esto ha sido así siempre y nos ha funcionado”.
Y esa parece ser la regla de oro del común de los periodistas que conviven como pareja. Jerry Carbajal, es un joven periodista que decidió unir su vida con la colega, Lourdes de Carbajal. Él no duda en decir que las cosas del trabajo, se quedan en el trabajo.
“Ello no significa que no hablemos o abordemos cosas de país o de coberturas noticiosas, porque debo reconocer que mi principal crítica es ella: Lourdes no duda en decirme, amor no me gustó ese trabajo que hiciste, pudiste mejorarlo”, comenta Jerry Carbajal a Proceso Digital.
Es una de las parejas más jóvenes de periodistas que vive aún la luna de miel con sus dos pequeños y hermosos varones. Jerry Carbajal dice que una regla que ellos decidieron fue no trabajar ambos en el periodismo reporteril, su esposa optó por explorar otra rama del periodismo y así han logrado llevar la carga familiar. Él cree que con lo apasionado que son ambos por el trabajo y el periodismo, si los dos hacían labor de calle, en algún momento podrían tener “grandes desencuentros” y ellos han apostado por el tiempo de calidad, la convivencia y el crecimiento en pareja.
En iguales términos se pronuncia el periodista, Ulises Aguirre, casado con la colega Sandra de Aguirre. Para él, el matrimonio entre periodistas no es ningún problema, “porque nuestros campos son distintos, ella trabaja en relaciones públicas y yo en lo noticioso”.
“Tampoco llevamos a la casa los problemas del trabajo, esa es una regla de oro que respetamos, además Sandra es muy reservada y yo percibo que soluciona sus problemas laborales cuando la veo hablar por teléfono, pero eso no es muy frecuente”.
Aunque conoció a su esposa en la Escuela de Periodismo por un amigo en común, no fue allí donde se hicieron novios porque él ya había egresado de la universidad, Ulises Aguirre dice que tiempo después, ya casados, reparó en que se había casado con una periodista. Ellos se llevan muy bien y tienen una bonita familia.
Pero quien intenta que el “corazoncito” no lo traicione a cada rato, porque tiene a su esposa al lado, es Carlos Andino, esposo de la colega Jackie Aguilar.
Sincero, relajado y recordando cómo la conoció, cómo la veía como algo inalcanzable y cómo terminó uniendo su vida a ese gran amor que es Jackie, Carlos Andino dice que ambos intentan, no confundir la relación laboral con la personal, pues ellos sí trabajan en una misma empresa y noticiero.
“Los temas de la oficina, son temas que se discuten en la oficina, los de la casa en la casa, tratamos de no mezclar las cosas, y solo sí es algo de emergencia, con los niños, por ejemplo, es que rompemos esa regla, pero esto no ocurre con frecuencia”, relata Andino a Proceso Digital.
“Tenemos 19 años de casado y la vida en pareja no es fácil, pero hemos sabido identificarnos muy bien, aunque debo confesar, que a veces, cuando estamos en las reuniones de asignación de notas, el corazoncito me traiciona cuando veo en aprietos a mi esposa”.
“Me digo: cálmate, que no te traicione el corazoncito y la mayoría de las veces lo logro. Profesionalmente hacemos un buen equipo, aunque a veces se me quiere imponer, pero yo le digo: cálmate, no te desesperes, y es que Jackie tiene algo valioso, no repara en límites para buscar la noticia, ella consigue hasta el más difícil de los entrevistados si siente que le falta en su nota. Eso se lo reconozco”, dijo un tanto sonrojado Andino, que lucha día a día porque el “corazoncito” no le traicione.
Ellos son una pareja consolidada, como lo es también Renato Álvarez y Scarleth Padgeth, quienes se conocieron y se hicieron novios en la Escuela de Periodismo de la UNAH. Scarleth siempre fue una mujer muy comprometida y protectora del que ahora es su marido, siempre pendiente, siempre aconsejándole. Así les recuerdan sus compañeros de la universidad.
Scarleth trabaja en el área de las estrategias de comunicación y Renato en el periodismo puro. Scarleth optó por explorar esta rama del periodismo porque cuando ejerció en su trabajo reporteril de calle en Hoy Mismo, sus funciones de ama de casa y de atender a sus pequeños vástagos trastocaban muchas veces su agenda.
Ahora ella y Renato Álvarez se complementan muy bien, es quizá la principal crítica de su marido, pero también su apoyo incondicional. Renato le ayuda en los quehaceres de la casa, haciendo el almuerzo y atendiendo al perro de la casa al llevarlo cada mes al veterinario, pendiente de sus vacunas, así como de otros asuntos del hogar que lo vuelven un esposo responsable y amante de su familia.
Muchos son los colegas que manejan una relación familiar muy estable, con altos y bajos, pero con respeto y tolerancia. Una de esas parejas envidiables del periodista son los esposos Manuel Torres y Lucila Funes, quienes parecen novios, comparten espacios de trabajo juntos, en ocasiones, y en otras en espacios independientes, pero complementarios.
Ellos son una de las parejas más sólidas del periodismo, se casaron sumamente jóvenes y en su trayectoria personal, profesional y familiar han compartido enormes vivencias, grandes desafíos y un compromiso intachable por hacer del periodismo el mejor oficio del mundo. Son una pareja referente en el periodismo hondureño, por su profesionalismo y también por su don de gentes.
El amor entre los periodistas, dicen los expertos, es como en cualquier otra pareja, depende de la madurez, de la decisión de estar convencidos que una relación debe ser para construir y no para destruir. Y en esa construcción y ese compartir espacios, vivencias y experiencias, Proceso Digital le presenta a los esposos periodistas que ejercen tan importante labor: