Tegucigalpa – La extradición del primer hondureño a Estados Unidos por suponerlo responsable de los delitos de conspiración y narcotráfico, es solo el primer paso de una serie de acciones de petición de expatriación en manos del poder judicial como parte del estreno en Honduras de una nueva etapa en la lucha contra las drogas y la criminalidad organizada.
La extradición del hondureño, Carlos Arnoldo Lobo, alias “El Negro” Lobo, es para analistas consultados por Proceso Digital, una fase que debe culminar en el tiempo con el desmantelamiento de las mafias del narcotráfico que operan en este país desde las últimas tres décadas.
Desde que en 1977 la presencia del narcotráfico hizo su irrupción en Honduras al trascender el crimen de la pareja Mario y Mery Ferrari, la lucha contra las drogas fue bastante incipiente, opacada quizá por la guerra de baja intensidad que en los años ochenta vivió la mayoría de países centroamericanos con sus procesos revolucionarios.
Esta etapa en la cual el tema fue ignorado de la agenda del poder público, permitió que Honduras fuera calificada por mucho tiempo como un “país puente” de la droga de Sur a Norteamérica, hasta ahora que se habla de fases de procesamiento, consumo y comercialización, estas dos últimas en menor escala.
Nexos con cartel de Sinaloa
La decisión de extraditar a nacionales puso al descubierto que la presencia del narcotráfico es un tema preocupante para el Estado, al trascender en informes internacionales de Naciones Unidas y de Washington, la existencia de pequeños carteles que controlan plazas territoriales en el país en un claro desafío a la autoridad.
En Washington, las autoridades están vinculando a Carlos Arnoldo Lobo como un transportista de droga que trabajaba igual para el cartel mexicano de Sinaloa, como para el cartel de Los Mellos de Kassandra, en Colombia, además de tener redes en Guatemala, México, Costa Rica y Panamá. Le consideran un importante transportista regional.
Lobo, de acuerdo a las autoridades estadounidenses, también laboraba con carteles hondureños, pero todo ello deberá ser probado en un tribunal de la ciudad de Miami, en La Florida y para lo cual ha contratado un experimentado equipo de defensores, se informó.
El presidente Juan Orlando Hernández, dijo en cadena nacional de radio y televisión, que la extradición de “El Negro” Lobo abría un parte aguas en el país, en señal que se ha entrado a una fase irreversible que representa la expatriación de hondureños vinculados presuntamente al narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado.
Para los analistas, ese parte de aguas del que habló el presidente Hernández, debe tener un punto de llegada y uno de partida. De ahí que la extradición de Lobo, consideran debe ser el comienzo de una tarea más fuerte orientada a desarticular las redes criminales con nexos que operan en complicidad con el narcotráfico.
Desmontaje de estructuras
Tras calificar la acción del gobierno hondureño como un acto de valentía, los consultados prevén escenarios para el país que pasan por decisiones políticas firmes y respuestas internacionales de ayuda contundente y significativa en esta cruzada en donde Honduras es solo un punto en el mapa de poder con que opera el narcotráfico en el istmo centroamericano.
Se ha dado, un “golpe” al crimen organizado con la extradición del primer hondureño, pero “se debe desmontar las estructuras con que opera este flagelo aquí y en el triángulo norte de Centroamérica”, dijo a Proceso Digital uno de los expertos antidrogas.
“Esa empresa criminal requiere de un desmontaje más severo para hablar de un antes y un después, porque de lo contrario, esas redes criminales se van a recomponer. Si eso se logra, los avances serán sustanciales y es un desafío para cualquier Estado”, sostuvo otra de las fuentes consultadas por este medio digital.
En este sentido, consideran que los esfuerzos de lucha contra la criminalidad organizada, en este caso el narcotráfico, deben ser coherentes en la región centroamericana, atrapada por la violencia ante el desplazamiento de los carteles por la guerra que se libra en México y Colombia.
El tema de las extradiciones es visto, en el caso hondureño, como el estreno de otra etapa más en la guerra contra el crimen organizado “a la cual el país ya entró sin retrocesos”, aseguran.
En este sentido, proponen al Estado prepararse para saber enfrentar “las reacciones” que serán fuertes o matizadas, dependiendo de la estrategia que se utilice y de la capacidad que se tenga para repeler los ataques.
“Estamos ante un Estado rebasado en muchas cosas y esta etapa irreversible a la que se ha entrado, necesitará de políticas integrales y efectivas para hacer frente responsablemente a los llamados barones de la droga”, dijo un agente antidroga que pidió el anonimato.
Las autoridades del poder judicial indicaron que tienen en sus manos la resolución de otras extradiciones, entre ellas la de dos hondureños más, en tanto la embajadora de Estados Unidos en Tegucigalpa, Lisa Kubiske, anunció que Washington seguirá designando con nombres y apellidos a hondureños que ellos consideran lideran redes del narcotráfico que ponen en riesgo la seguridad y la salud en su país.
En tanto, los titulares de Seguridad de América Latina sostuvieron recientemente una cita en Antigua, Guatemala, para ser más precisos en las formas de cooperación en el combate al narcotráfico que poco a poco está minando la región latinoamericana, considerada clave en su estrategia transnacional de control de plazas, territorio y poder.