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El narcotráfico invade Centroamérica

Tegucigalpa – La presencia del narcotráfico y el crimen organizado cada vez es más fuerte en los países centroamericanos, en donde las secuelas de este flagelo no sólo golpea a los países del norte de Centroamérica, también el sur de la región comienza a identificar y desmantelar importantes redes criminales en el trasiego de la droga de Sur a Norteamérica.
 

Nicaragua, Costa Rica y Panamá, países que conforman el extremo sur centroamericano ya registran en sus archivos oficiales y en sus páginas informativas el desmantelamiento de redes del narcotráfico, decomiso de droga, procesamiento de estupefacientes y hasta registros de presunto lavado de activos.

De esta forma la ruta del crimen organizado se ha trazado para expandirse en toda la región y no sólo en los países del llamado Triángulo Norte que conforman Guatemala, El Salvador y Honduras.

Los expertos sostienen que este avance de la narcoactividad tiene su génesis en los golpes otorgados a los carteles colombianos con la caída del capo Pablo Escobar Gaviria, al romperse la traza de la ruta directa Colombia-Florida (Estados Unidos) para recomponerse vía Colombia, Centroamérica, México y la frontera con Estados Unidos.

También obedece a que en los años setenta y ochenta la presencia de la droga por Centroamérica, que ya hacía sus primeros asomos, no era vista por los gobiernos de la región ni por el propio Estados Unidos como un “peligro” al que había que prestar mayor atención.

Centroamérica estaba imbuida en sus luchas intestinas revolucionarias y en el apogeo de la llamada guerra de baja intensidad como parte de la doctrina de seguridad nacional que al amparo de la guerra fría impulsaba Washington.

El triángulo norte

Por la cercanía con la frontera colombiana y mexicana, los países del triángulo norte centroamericano son los que han sido más afectados con este desplazamiento de los carteles, al mostrar no sólo altas tasas de homicidio, sino que también la presencia de carteles locales que controlan franjas territoriales en donde la institucionalidad es muy endeble y el Estado es incapaz de hacer prevalecer una presencia sólida y contundente.

En Guatemala, uno de los carteles identificados por el Departamento del Tesoro es el llamado Cartel de Los Lorenzana, cuyo principal líder Waldemar Lorenzana Lima, fue extraditado hace unos meses a Washington por el gobierno del presidente Otto Pérez.

Pero también existen otras redes importantes, entre ellas una ramificación de Los Zetas.

Belice también ha sido señalado por Washington de tener un pequeño cartel, en tanto en El Salvador se menciona a los carteles de Los Perrones y el cartel de Texis, como los más notables, además de la mutación de las maras o pandillas en potentes grupos criminales ligadas al crimen organizado.

En Honduras, uno de los mayores transportistas de la droga a nivel centroamericano, de México y Colombia, fue extraditado hace dos semanas a Estados Unidos. En la lista de Washington existen más hondureños vinculados presuntamente a estas redes de la criminalidad que operan en las regiones del occidente, atlántico y Caribe hondureño, según las autoridades.

Tanto Guatemala, El Salvador y Honduras han sido señalados, no sólo como países puentes de la droga, ya se habla que en algunas de estas naciones, con más o menor intensidad que otras, se procesa, se consume y hasta se comercializa estupefacientes.

Ello, sostiene el gobierno hondureño, ha permitido que repunten los índices de violencia e inseguridad por lo que denominan control de plazas territoriales.

El triángulo sur

No obstante, países como Nicaragua, que se vende como la nación menos permeada por la inseguridad en Centroamérica a causa de interesantes políticas de seguridad ciudadana, ya empieza a tener problemas en su costa Caribe y de un tiempo a acá la Policía captura a mulas del narcotráfico, así como a presuntos narcotraficantes.

El caso de unos mexicanos que se hicieron pasar por periodistas y habían recorrido los países del triángulo norte con cientos de dólares ocultos en equipos de televisión, así como la captura de uno de los implicados en el crimen del cantautor argentino, Facundo Cabral, asesinado en Guatemala, son algunos de los éxitos de Managua en la lucha contra las drogas. Pero las autoridades reportan ahora más capturas y desmantelamiento de bandas que hace dos años, por ejemplo.

Mientras en Costa Rica, sólo en este mes de mayo, las autoridades capturaron un barco con 1.9 toneladas de cocaína a 61 kilómetros del Golfo Dulce, al sureste del país, gracias a una operación combinada con la Guardia Costera de Estados Unidos. La droga iba guardada en una pequeña embarcación pesquera.

La droga, sostienen las autoridades costarricenses, quiso disfrazarse en esa embarcación que se conducía lentamente para no despertar sospechas. Se estima que la cocaína estaba valorada en 35 millones de dólares.

En materia de carteles de la droga, las autoridades costarricenses alertaron del uso del territorio como una bodega de almacenaje del cartel mexicano de Sinaloa, al tiempo que han dado seguimiento a personajes vinculados con redes criminales de lavado de activo detectadas también en Nicaragua.

La institucionalidad costarricense ha sido contundente en sus golpes al narcotráfico, pero es obvio que la astucia con que operan estas redes supera en muchas ocasiones los operativos encubiertos de la inteligencia costarricense.

Recientemente, desde España se informó la incautación de 2,525 kilos de cocaína en un contenedor de piñas procedente de Costa Rica, así como la desarticulación de una red que operaba desde la nación centroamericana y otros países sudamericanos hacia Madrid.

De otro lado, Estados Unidos anunció también el desmantelamiento de otra importante red de lavado de activos que operaba en Panamá, México y Colombia y que estaba ligada a un ciudadano colombiano-libanés detenido en 2011 en Costa Rica.

El operativo, fue dirigido en contra de 20 empresas “controladas” por un ciudadano colombiano-libanés o por sus asociados, en Panamá, México y Colombia. La tarea represiva incluye firmas instaladas en la Zona Libre de Colón -que funciona en el Caribe panameño y es el segundo puerto mundial más importante de reexportación de mercancías, luego de Hong Kong- y en Colombia.

Los problemas de institucionalidad

De esta suerte, la ruta del crimen que ha sido trazada por el narcotráfico en Centroamérica poco a poco comienza a invadir a todo el istmo subregional y de acuerdo a los expertos, las frágiles instituciones regionales hacen que la narcoactividad camine porque cuando la institucionalidad comienza a tener forma, los gobiernos las desmontan, el crimen aprovecha y los Estados esperan una suerte de “milagros” ante la carencia de efectivas políticas públicas de combate.

Recientemente, el analista y ex guerrillero salvadoreño, Joaquín Villalobos graficó la ruta del crimen en Centroamérica, tras aseverar que la región se está transformando en “santuario criminal, fábrica y supermercado de drogas, centro de lavado y lugar de reclutamiento de sicarios”. Ello la vuelve, nuevamente, parte esencial en la geopolítica de México y de Washington. El narcotráfico, invade Centroamérica.

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