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“Pandora” y el sistema de partidos políticos

Tegucigalpa – El cuarto caso presentado por la MACCIH y la Unidad Fiscal Especial contra la Impunidad de la Corrupción (Ufecic) del Ministerio Público, denominado “Pandora”, ha puesto a prueba el sistema político de partidos políticos en Honduras por sus implicaciones y la develación del uso de recursos públicos.

“Pandora” ha sacudido la arquitectura política hondureña, en especial al bipartidismo que conforman los centenarios partidos Nacional, en el poder, y Liberal, en la oposición, sin dejar de lado a los nuevos partidos llamados de “maletín”, unos, y “bonsái”, otros.

“Pandora” puso en evidencia los llamados “pactos políticos” que han caracterizado a la clase política hondureña, que tiene ante sí, la oportunidad de iniciar un proceso de transformación y rehabilitación de la política para sanear y salvar el sistema político de partidos indispensable en una democracia.

Así lo mira la exrectora y socióloga, Julieta Castellanos, al asegurar que estos procesos son “esperanzadores” y deben servir para dar a la política y los políticos la oportunidad de reivindicarse, de depurarse y de plantear propuestas y liderazgos congruentes con la ética que debe regir la política.

Castellanos señala que “Pandora” debe servir para sacudir el sistema político de partidos y entender que ha llegado el momento de regenerarse en donde las diferencias entre uno y otro partido no solo el código postal como hasta ahora.

Hay que dejar esa visión simplista de que la política o no importaba o se dejaban sus errores para más tarde. El drenaje de 282 millones de lempiras de fondos públicos de una importante dependencia del Estado creada para atender los problemas agrícolas no puede ser visto como algo que la política y sus políticos deben postergar, opinan otros analistas.

El también sociólogo y analista político y social, Eugenio Sosa, dijo a medios locales que siendo el bipartidismo político uno de los más afectados, ello no significa que esté liquidado, pero si no se recompone y da muestras de querer cambiar esas viejas prácticas de hacer política, su sobrevivencia entrará en la franja de alto riesgo.

 

Las fallas del sistema de partidos

Las crisis de la política obedecen según los entendidos en la materia a fallas en las constituciones, en los sistemas de partidos, reformas electorales, relación con la sociedad civil, entre otros. El sistema político de partidos, entonces, debe ser eficaz.

Los partidos políticos, en tanto que factores institucionales claves y esenciales para el funcionamiento de la democracia, son actores fundamentales y necesarios en el proceso de construcción y consolidación del Estado de derecho en una sociedad democrática. No se puede, ni se debe intentar, prescindir de ellos, insisten los politólogos.

No obstante, son conscientes que el fenómeno de la corrupción está afectando la legitimidad de los sistemas políticos de partidos, que en el caso de Latinoamérica atraviesan serias crisis de credibilidad y confianza ciudadana, volviendo así más endeble las democracias y sus procesos de fortalecimiento.

Mientras las demandas ciudadanas crecen y las organizaciones de sociedad civil se vuelven más beligerantes canalizando las demandas ciudadanas de inclusión y participación, los sistemas de partidos políticos van en declive, y si bien éstos no deben competir con las primeras, es preciso encontrar los puntos de convergencia en donde las demandas ciudadanas y de sociedad civil se conviertan en proyectos nacionales de cambio y desarrollo, propone el profesor y economista dominicano Adolfo Martí Gutiérrez, al exponer sobre los retos de los partidos políticos en la región latinoamericana.

 

La factura de los incumplimientos

En el caso de Honduras, el país no es la excepción a las crisis que viven los partidos políticos y el sistema político de partidos, que estancó sus procesos de reforma en el 2002 cuando se firmaron los últimos acuerdos político-electorales, en su mayoría incumplidos.

Ese déficit se ha venido arrastrando, pero el 2009 y el 2017 se han dado evidencias que el modelo político ha entrado en franco deterioro y ha sido el financiamiento de las campañas políticas, un talón de Aquiles que hoy les está pasando factura. Las crisis de 2009 y la de 2017 evidencian que los cambios son necesarios y urgentes, que deben pasar por amplios consensos políticos y reformas estructurales profundas.

Así lo han establecido en un llamado de reflexión la Conferencia Episcopal de Honduras que aglutina a los obispos de la Iglesia Católica del país, al llamar a la clase política a rehabilitar la política, dejar los pactos bajo la mesa, impulsar un diálogo real e inclusivo y hacer las reformas que sean precisas ya sea utilizando el plebiscito o el referendo que permita construir caminos más sólidos de participación y democracia.

A rendir cuentas

Honduras aprobó recientemente una ley de financiamiento de campañas denominada “Ley de Política Limpia”, misma que fue impulsada por la MACCIH, pero fue trastocada en el Congreso y entró al reciente proceso electoral contrarreloj. Hasta ahora, la Unidad de Fiscalización de la Ley de la Política Limpia, siete meses después de los pasados comicios, casi no ha podido dar un reporte de cuánto fue el costo de la campaña y cómo y de dónde financiaron sus campañas los partidos políticos y sus candidatos presidenciales.

Ese reporte se hace más urgente y debe ser creíble, dado el destape de la investigación “Pandora” del Ministerio Público  y la MACCIH, que hoy ha golpeado tres partidos políticos, los dos históricos del bipartidismo y un tercero considerado de izquierda como es el Frente Amplio, fundado por un viejo dirigente de los derechos humanos.

El Partido Liberal, en el ojo de la tormenta al trascender que habría recibido 99 millones de lempiras de esos 282 millones de fondos públicos para pagar deudas, ha dicho que está anuente a cooperar en la investigación. Asimismo, su actual presidente, Luis Zelaya, fue enfático al indicar que esto “apenas comienza” y que si se desenreda la madeja otros partidos podrían salir también salpicados.

En tanto el Partido Nacional dijo oficialmente que “La lucha contra la corrupción, trasciende los colores políticos, ideologías, razas, clases sociales y religiones. Se reconoce que la responsabilidad es individual, y, por ende, se debe responder de igual manera. En tal sentido, es una responsabilidad de todas y todos emprender la lucha contra este flagelo: denunciándolo, investigándolo y judicializándolo”.

Manifestó su rechazo a “cualquier acto de corrupción, y manifestamos nuestra firme voluntad de colaborar en lo que se solicite a nuestro instituto”.

De acuerdo al libro “Democracia y Partidos Políticos en Honduras”, del Centro de Documentación de Honduras, publicado en el 2004, “Tanto los partidos mayoritarios como los minoritarios responden al esquema del caudillo, del líder absoluto y eterno que decide y define la vida partidaria”. Esa visión vista desde el 2004 se calca igual a esta fecha, donde el bipartidismo dio paso a un sistema multipartidario con un ombligo en común: girar en torno a un cacique o un caudillo.

Pero hoy el caso “Pandora” les está poniendo frente al dilema de su vida política: renovarse o esperar que la erosión profundice por falta de transparencia, ética política y rendición de cuentas. El desafío es para todos: bipartidismo y sistema multipartidario de partidos políticos.

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