Artistas callejeros se juegan y se ganan la vida bajo semáforos

Tegucigalpa – Es común encontrarlos en esquinas de transitadas avenidas o bulevares. Arriesgan sus vidas para poder ganarse unos lempiras que les sirvan de sustento. Son los artistas callejeros que no solo reciben las inclemencias del tiempo, también tienen que lidiar con el desprecio o aceptación de los que son espectadores de sus destrezas.

– Desde niños hasta personas adultas se cobijan bajo la luz verde de un semáforo, donde 45 segundos bastan para mostrar todo su talento.

– La discriminación y el corretero de agentes municipales son los principales desafíos que enfrentan estos jóvenes al ofrecer su espectáculo callejero en los diferentes semáforos de las principales ciudades del país.

En un día normal de trabajo, e incluso los fines de semana, es común verlos aprovechar el cambio de luz en los semáforos, donde se apropian del escenario para despacharse con un tremendo espectáculo que en algunos casos hasta pone en riesgo sus vidas.

Están los que se enjuagan la boca con gasolina para luego con una pequeña antorcha soplar y apropiarse del mítico papel de un dragón que escupe fuego. Otros hacen malabares con filosos machetes y hay quienes incluso sobre una carretilla hacen piruetas con pelotas u otros objetos que desafían la ley de gravedad.

Usualmente son jóvenes sin trabajo, gente hippie, descuidados, e incluso drogadictos o alcohólicos, para otros “vagos, pero para algunos verdaderos artistas”, ellos son los malabaristas callejeros que han tomado casi todos los semáforos de Tegucigalpa y de las distintas ciudades en que se desarrolle un evento masivo, pues saben que entre más gente observe su “show” más posibilidades existen de recolectar dinero.

Proceso Digital hizo un recorrido por calles y avenidas capitalinas y constató la ocupación de los semáforos por limpiaparabrisas, vendedores, gente enferma apelando a la voluntad de los transeúntes y los que ofrecen un espectáculo exprés, los malabaristas.

Con las calles como escenarios y con los conductores como publico ellos buscan llevar un mensaje de “querer es poder” ante las escasas oportunidades de empleo.

“En un buen día ganó 200 lempiras”

malabar5El malabarista Carlos José Canales Murillo dijo a Proceso Digital que un buen día gana 200 lempiras, con los cuales da sustento a su esposa y sus tres hijos.

Acotó que en días buenos la gente le regala comida y evita ese gasto ya sea para él o para su familia. Con lo poco que gana pidió a las autoridades no hablar de impuestos ya que no ajustaría para el sustento.

Aunque en Honduras aún no se habla de un impuesto a este tipo de arte callejero hay autoridades municipales que les exigen -dijo- que paguen por el hecho de percibir un ingreso.

“La Alcaldía dice que nosotros debemos pagar impuesto solo porque tenemos ingresos y eso es para nuestras familias”, señaló Canales Murillo, quien ha ofrecido su arte en casi todos los semáforos de la capital.

También indicó que ha viajado a distintas ciudades como Ceiba, cuando en esta se realiza el Carnaval Internacional,  ya que la aglomeración de nacionales y extranjeros es una oportunidad para recolectar más dinero.

Arte peligroso

El entrevistado narró que durante su pequeño espectáculo se ha quemado y se ha cortado, ya que la competencia es feroz y ha tenido que además de hacer malabares con machetes, también entretener con fuego.

“Me he quemado la cara y las manos y también me he cortado”, relató al tiempo que externó que lo más pesado de su trabajo es lidiar con la discriminación.

Al respecto, consideró que se gana la vida honradamente e instó a sus espectadores a colaborar con un lempira, comida o ropa.

“Yo le digo a la población que donde nos miren nos apoyen con un lempirita o aceptamos comida o ropa”, enunció.

“Es mi trabajo y es lo que me gusta hacer”

Para Bryan Alexander Gutiérrez Romero, de 23 años, el malabarismo es lo que le gusta hacer, pero también su único sustento.

Reveló que con lo que gana compra pañales para sus pequeños hijos, en total tiene tres, y a todos mantiene con lo poco que logre recolectar durante el día.

Aunque dijo encontrar pasión en lo que hace, es su fuente de trabajo y ante la escasez del mismo debe cuidarlo ya que cada día más jóvenes se suman a lo que parece ser una moda hippie.

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“A la gente que dice somos vagos y que no somos gente de bien les digo que cuando vengan aburridos ahí vamos a estar nosotros para que sean feliz un rato”, subrayó.

Aunque no se cobre un impuesto por parte de la Alcaldía pidió a las los agentes municipales no les quiten el derecho a trabajar.

“Par nosotros es mucho y con este trabajo apoyamos a nuestra familia”, añadió el joven que con tres machetes como herramientas realiza este mini espectáculo callejero.

Desempleo en Honduras

En Honduras, según el INE, la población en edad de trabajar llega a 6 millones 936 mil 385 personas, de las cuales el 52.9 % (3 millones 666 mil 904) son mujeres y el 47.1 % (3 millones 269 mil 481) hombres.

La PEA (Población Económicamente Activa) es de 4 millones 093 mil 474 de personas, de los cuales el 60.7 % son hombres y el 39.3 % mujeres.

Del total de la PEA, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), estima que 3 millones 819 mil 978 están ocupados y 273 mil 496 desocupados y de ellos 206 mil 054 son jóvenes de entre 15 y 35 años de edad. La tasa de desempleo abierto oficial es de 6.7 %.

De 3.9 millones de hondureños económicamente activos, 11 % se encuentra en subempleo visible y 44 % en subempleo invisible, es decir, el 55 % transita en el subempleo.

Historia

A lo largo de la historia se han mostrado ejemplos de la existencia de los malabaristas, como es el caso de la película “El Gladiador”, en donde se muestra perfectamente a malabaristas actuando en las ferias del pueblo. Y no es un secreto para nadie, que toda la cultura egipcia fue llevada por Tales de Mileto a Grecia y de aquí a Roma, de donde se conoce el famoso dicho “pan y circo”, actividad muy propia del reino del César para divertir y distraer al pueblo con grandes espectáculos de ferias, gladiadores, bailarinas y malabaristas.

Lo que pocos saben, es que la palabra malabar nació en el siglo XVI, en la región de Malabar, provincia de Kerala en la India. De igual forma, la historia ha demostrado que los primeros indicios de malabarismos se dieron hace 4 mil años, en las tumbas egipcias de Ben Hassan, aunque existe poca evidencia escrita y testimonios sobre los malabaristas pasados. Hasta el siglo XV, en un escrito de Pierre Gringore, se encontró por primera vez un malabarista.

Pero fue hasta el año de 1930, en que en gran parte de Europa y Norteamérica se hizo muy popular el “Espectáculo de variedades” entre las clases medias cultas, sacando a los malabaristas de las calles y cárceles europeas y los hizo trabajar en teatros y circos. Las tablas y escenarios acondicionaban una gran cantidad de trucos como malabares, personas bizarras y equilibrios, los cuales se hicieron rápidamente populares y se esparcieron por todo occidente.

Paul Cirquevalli, un joven de 26 años, fue uno de los protagonistas de aquella época y es considerado uno de los mejores malabaristas a lo largo de la historia. Su pasado como acróbata lo dejó traumatizado al caerse del trapecio y quedarse ocho meses en coma en un hospital de San Petersburgo. Después del accidente, empezó a malabarear pues ya no podía subirse a un trapecio nunca más. Su conocido espectáculo con cuchillos lo hizo mundialmente famoso.

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