Washington – El tiroteo en una histórica iglesia metodista de la comunidad negra de Charleston (Carolina del Sur), donde murieron nueve personas presuntamente por los disparos de un joven blanco, revivió hoy en EE.UU. el fantasma del racismo y, de la mano del presidente Barack Obama, el debate sobre el control de las armas.
El ataque ocurrió en la noche del miércoles contra la Iglesia Africana Metodista Episcopal (AME) Emanuel, una de las congregaciones negras más antiguas del país, mientras un grupo de personas participaban en su interior en una lectura de textos sagrados.
De acuerdo con la Policía de Charleston, el sospechoso, un joven blanco de 21 años identificado como Dylann Roof, estuvo rezando junto a las víctimas durante una hora antes del tiroteo.
Entre los nueve muertos, ocho de ellos fallecidos en el lugar del suceso y otro en un hospital, está el pastor de la iglesia atacada y senador estatal demócrata Clementa Pinckney.
Además de las víctimas mortales (seis mujeres y tres hombres), otras tres personas sobrevivieron al ataque y, según el relato de una de ellas, el sospechoso justificó su acción y les dijo: «Tengo que hacerlo (…). Habéis violado a nuestras mujeres y estáis tomando nuestro país».
Tras el tiroteo, Roof estuvo fugado durante horas y la Policía distribuyó varias fotografías del sospechoso al solicitar la colaboración ciudadana para localizarlo.
En una de esas fotos, tomada del perfil de Facebook del joven, se le ve vestido con una chaqueta que tiene, aparentemente, una bandera del sistema de segregación racial sudafricano del «apartheid» y otra de Rodesia, antigua colonia británica que estuvo gobernada por la minoría blanca hasta convertirse en el actual Zimbabue en 1980.
Roof fue detenido esta mañana en un control de tráfico en la localidad de Shelby, en el vecino estado de Carolina del Norte y a unas cuatro horas de distancia de Charleston, y está bajo custodia policial.
El jefe de la Policía de Charleston, Greg Mullen, aseguró en una conferencia de prensa estar convencido de que fue un «crimen de odio» y el Departamento de Justicia ha abierto una investigación para determinar si, efectivamente, la masacre tuvo motivos raciales.
Antes de viajar a Los Ángeles (California), Obama habló sobre el tiroteo desde la sala de prensa de la Casa Blanca, visiblemente afectado y en compañía de su vicepresidente, Joseph Biden.
El presidente dijo que conocía al pastor fallecido y a otros miembros de la iglesia, expresó su profunda «tristeza» e «indignación» por el tiroteo; y calificó esta «tragedia» de «particularmente desgarradora» porque ocurrió en un lugar donde normalmente se busca «consuelo y paz».
También quiso recalcar que «no es la primera vez» que las iglesias de las comunidades negras del país han sido atacadas y anotó que este nuevo suceso plantea preguntas sobre una «parte oscura» de la historia de EE.UU.
Pero, más allá de los motivos del ataque, lo que «sí sabemos, una vez más, es que personas inocentes fueron asesinadas en parte porque alguien que quería hacer daño no tuvo problemas en conseguir un arma», enfatizó Obama.
De acuerdo con varios medios, Roof recibió de su padre un arma como regalo en su último cumpleaños.
«Seamos claros. En algún momento, como país tendremos que considerar el hecho de que este tipo de violencia masiva no sucede en otras naciones avanzadas. No sucede en otros lugares con esta frecuencia», reflexionó Obama.
«Y está en nuestro poder hacer algo al respecto», agregó Obama, quien ha reconocido que una de las mayores frustraciones de su mandato ha sido el fracaso de sus esfuerzos para lograr un mayor control de la venta y posesión de armas en el país.
El mandatario insistió en la necesidad de «enfrentarse», como sociedad, al asunto para «ser capaces de cambiar» la forma de pensar sobre la violencia causada por las armas de fuego.
«He tenido que hacer declaraciones como ésta demasiadas veces», subrayó Obama, cuya indignación de hoy recordó a la que mostró, también desde la Casa Blanca, tras el tiroteo en una escuela de Newtown en el que murieron 20 niños el 14 de diciembre de 2012, uno de los «peores» días de su mandato, como él mismo ha reconocido.
La mayoría de los aspirantes presidenciales a la Casa Blanca, tanto demócratas como republicanos, expresó hoy a través de las redes sociales su condena y tristeza por lo ocurrido en Charleston.
El republicano Jeb Bush, exgobernador de Florida, suspendió un acto de campaña que tenía previsto hoy en Charleston; y su colega Lindsey Graham, senador por Carolina del Sur, también ha cancelado sus actividades electorales para viajar a esa ciudad.