Tegucigalpa/Caracas – La crisis económica de Venezuela ya nos refleja únicamente pro las interminables colas de hasta cuatro horas que deben hacer los ciudadanos para adquirir sus alimentos, sino que también en los saqueos que cada semana realizan los consumidores desesperados por asegurarse la comida en el hogar, así como otros bienes básicos como papel higiénico, jabón y otros de higiene personal.
– Control de precios, del dólar y la corrupción alimentan la crispación social, ya que las personas deben hacer colas de cuatro horas.
– Henrique Capriles dice que el país está bajo una bomba, mientras el presidente Maduro culpa a la derecha, empresarios y Estados Unidos de una guerra económica.
Hace menos de una semana dos camiones, que transportaban alimentos en la localidad de Sinamaica, frontera con Colombia, fueron saqueados por un grupo de personas que luego quemó la sede de la alcaldía de la ciudad.
La prensa independiente venezolana coincide en que los saqueos se están tornando común en el país petrolero y lo vinculan como medidas de protestas “contra la escasez y el racionamiento de alimentos”, que padecen varias localidades.
En algunas ciudades del interior al problema de la escasez de alimentos se agregan los racionamientos de electricidad y la falta de conexión a internet.
El caso más sonado ocurrió el pasado 31 de julio cuando centenares de personas se abalanzaron sobre comercios en la zona de mercados de la ciudad de San Félix, una jornada que dejó un muerto y casi un centenar de detenidos.
Previamente en la ciudad de San Cristóbal, una de las bastiones de las protestas contra el gobierno chavista de Nicolás Maduro del año pasado que cerró con más de 40 muertos, un grupo encerró y golpeó a los trabajadores del Abasto Bicentenario cuando el mismo fue cerrado. La policía militar de la Guardia Nacional Bolivariana tuvo que reprimir a los manifestantes.
Casi todos los días
El organismo no gubernamental Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), que monitorea las protestas diarias, dijo que casi seis veces a la semana se producen saqueos o intentos en el país petrolero.
El observatorio dijo que el aumento de los actos vandálicos son el resultado de la “escasez, desabastecimiento y la impunidad”, cuando brindó el informe señalando que en el primer semestre del presente año se realizaron 2,835 protestas, un promedio de 16 diarias.
Maduro sigue manteniendo su versión oficial de que las protestas son orquestadas por la oposición y el gobierno de Estados Unidos, donde participan la ultraderecha y que ello constituye un golpe económico.
Pero los expertos se cansaron de explicar que la crisis es provocada por el modelo de control de precios y del dólar, de parte de la llamada “Revolución bolivariana” que impuso el comandante Chávez y que heredo Maduro.
Solo el gobierno tiene el control de las divisas, claves para un país que importa cerca del 80 por ciento de sus alimentos, y las asigna a una tasa preferencial de 6 y 12 bolívares, mientras en el mercado negro se cotiza a cientos de bolívares.
El gobierno controla también los canales de distribución, lo que hace que los alimentos importados se adquieran a precios oficiales irrisorios, pero luego aparecen en el mercado negro a precios prohibitivos para la población.
Las denuncias de corrupción están a la orden del día.
A ello se suma que el petróleo, corazón de la economía venezolana ya que representa el 90 por ciento de las divisas que ingresan al país, ha caído casi a la mitad su precio, con lo cual el gobierno tiene menos recursos para importar alimentos.
Las colas extensas son rechazadas por la población y se reportan en enfrentamientos entre los consumidores. Además las personas de edad se quejan de tener que hacerlas.
Bomba de tiempo
Para el líder opositor, Henrique Capriles, la situación económica en su país representa una “bomba sobre la que está sentada el país”.
“No se puede jugar con la paciencia de la gente. Los saqueos… son una señal de la bomba sobre la que está sentada el país”, escribió Capriles en su columna dominical en la prensa.
La situación es aceptada parcialmente por algunos miembros del oficialismo, como el gobernador de Bolívar, Francisco Rangel, quién dijo que “no hay dudas de que hay malestar” en el país y “no hay dudas de que la gente está haciendo cola para comprar los alimentos y no hay dudas de que estamos pasando por un proceso difícil”.
”Hay que admitirlo, para poder enfrentarlo”, señaló Rangel.
Capriles, al igual que los entes especializados en economía, recordaron que el gobierno primero debe publicar las cifras de inflación, ya que dejo de hacerlo el año pasado cuando la misma bordeo el 60 por ciento. Académicos y expertos estiman que en lo que va del año supera el 100 por ciento la inflación.