Venciendo atavismo: ¿Producir y exportar?

Por: Julio Raudales
A veces abro los periódicos o veo y escucho noticias en las que acuciosos comunicadores consultan a especialistas sobre la marcha de la economía en nuestro país.
 

Las respuestas siempre se centran en la importancia de que nuestra producción crezca, que se abran fuentes de empleo, que los precios no suban demasiado y –algo curioso- que hay que fomentar las exportaciones. Siempre que los escucho me pregunto que hay en el fondo del asunto. ¿Es mejor producir que consumir?, ¿Qué es lo bueno, trabajar o descansar? ¡Interesante cuestión!  
 
Existe una creencia –mito o prejuicio- que afirma que producir y exportar es “bueno”, concluyéndose que ambas actividades deben fomentarse. Quisiera argumentar que lo “bueno” es consumir e importar y que lo “malo” es producir y exportar. Voy a explicarme.
 
Lo que realmente interesa es que el costo para el país de producir sea menor que el beneficio que se obtiene al consumir o utilizar lo producido, es decir, que quede un “excedente en el proceso”. También es importante que el costo para el país de sus exportaciones sea menor que las importaciones por ellas permitidas, de modo que nos quede un excedente neto al comerciar con el resto del mundo.
 
El hecho de producir implica utilizar (destruir) recursos, o sea materiales, energía, mano de obra y capital. Piense en lo destructivo que es usar leña para producir tortillas: se trata de un precioso pino o roble… y ¡se lo quema! Piense en lo “malo” que es trabajar; si no lo fuera no nos molestaríamos tanto cuando los niños ensucian la casa y nosotros debemos recoger el desorden. De modo que producir más significa utilizar más recursos humanos y materiales, es decir, un mayor costo para el país.
 
Si cree que ello no es así, reflexione sobre cuán rico sería quién produce muchísimo pan y lo arroja al rio Choluteca, o cuan rico es un país que solo produce pirámides u otros elefantes blancos. El beneficio para el panadero proviene de vender el pan a un precio tal que compense sus costos y le quede un excedente. Por la misma razón, el país nada gana con que se arroje pan al rio –pues producirlo implica solo costos- siendo que el beneficio “social” o “nacional” proviene del consumo y no de la producción de pan. El beneficio neto (o excedente social) para el país será la diferencia entre el valor del pan para los consumidores y el costo social de producirlo, el cual incluye el uso de mano de obra, capital y materiales.
 
Nuestras autoridades insisten en lo mucho que están fomentando la producción. Sin embargo al ver los números nos enteramos de la falacia de esta aseveración: el consumo ha estado creciendo en 13% anual, la producción al 5%.  Esto hace que tengamos que endeudarnos cada vez más con el resto del mundo para mantener nuestro “bienestar”, ¿Hasta cuándo podremos seguir así? ¿Será que volveremos al punto donde estábamos en enero de 1990: sin dinero para siquiera comprar combustibles y medicamentos? Pero insisto: no se trata de frenar nuestra capacidad de consumo, sino de que nuestra producción pueda financiarlo y aun quede un excedente.
 
Para ello, lo conveniente es “fomentar” la producción de aquellas actividades que generan mayores excedentes y eliminar aquellas que no pueden por si solas crearlos. “Obvio” dirán algunos lectores; pero acto seguido quizás empiecen a preocuparse porque algunas empresas deben cerrar como consecuencia de que “no pueden competir” e hidalgamente propician que el Estado, o sea usted y yo, les subsidie para que sigan produciendo impidiendo que nuestros recursos naturales y humanos sean utilizados en una mejor opción.
 
Los mismos prejuicios subsisten sobre el tema de las exportaciones. Si es tan “bueno” exportar, ¿Cuan rico sería Honduras si embarca productos en Puerto Cortés, los lanza al fondo del Mar Caribe y regresa el buque de inmediato a recoger la carga y repetir la operación? ¡Sería aun más pobre!, pues el beneficio para el país no está en exportar, sino importar con los dólares que ello genera. Por lo tanto, el país que quiere incrementar su bienestar no es aquel que “a tontas y a locas” fomenta su producción y exportaciones, sino aquel que promueve que estas se enfoquen en aquellos bienes y servicios que generan el mayor excedente social y no insta para nada aquellas que no generan dicho “excedente”. En otras palabras, cuidado con subsidiar la producción y exportación de”cualquier cosa”, pues ello solo trae más pobreza.
 
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