Urge un diálogo Nacional en Honduras

Dr. Ignacio Alonzo

El diálogo es sin duda la herramienta que usan los ciudadanos civilizados que representan a los diferente sectores que muestran intereses comunes o que difieren por exponer posiciones encontradas por cuestiones de tipo económico, social, político, cultural, tecnológico y religioso. En Honduras, como país civilizado y con una forma de gobierno republicana, democrática y representativa, según el artículo 4 de la Constitución de la República de 1982, hace falta desde hace ya días un diálogo en el que los convocados e interesados lleguen y participen partiendo del principio de horizontalidad, es decir, respetando los espacios y niveles, a fin de que nadie vaya con ventajas sobre los demás.

Convocar a todos los sectores de la hondureñidad podría evitar los distanciamientos y tiranteces entre la empresa privada y el gobierno actual. Debe tenerse en cuenta, que en la medida que no converjamos y conversemos sobre los temas más ingentes del País, iremos construyendo un vacío enorme y una brecha de mutismo que puede desencadenar en problemas demasiado complicados e inmanejables, cosa que no nos conviene como ciudadanos y constructores de un mejor destino para Honduras.

Todos los días somos testigos de las situaciones difíciles por la que atraviesa el País, en temas de migración, desempleo, inversión, consensos políticos, una economía débil y endeble muy fluctuante, división social, cargados de fanatismos políticos sectarios, una imagen internacional negativa, una institucionalidad poco creíble ya sea por herencia de décadas mal administradas, desigualdad e inequidad entre los hondureños, pocas oportunidades, delincuencia común, una mirada desde afuera cundida por la incertidumbre de aquellos que algún momento han tenido la intención de venir a Honduras a invertir.

Los aspectos anteriormente expuestos, son solo apenas líneas muy delgadas, las cuales son insoslayables, pero hay líneas gruesas como los temas y preocupaciones reales entre otros, el narco tráfico, universidades públicas y privadas, instituciones políticas, ONGs, corrupción, infraestructura, medios de comunicación, empresas estatales que necesitan una re ingeniería total a fin de que cumplan su función social para que los sectores menos favorecidos sean alcanzados con los beneficios y apalear situaciones de pobreza e indigencia y de pauperismo.

Entonces, deben convocarse a este diálogo nacional a todos los que representan la sociedad civil, industriales, comerciales, empresariales, transportistas de carga y de personas, instituciones que representen los tres poderes del Estado, Ministerio Público, Cohep, en todas sus expresiones de pequeños y grandes, Secretarías de Estado. Federaciones, Asociaciones de industriales, ganaderos, agricultores, cafetaleros, aceiteros, importadores, exportadores, institutos de previsión, banqueros, etc, es decir, sentados en sendas mesas a fin de construir un mejor País, retomando los insumos que ya se tienen, que lo que se necesita es volver a darles una mirada, tomar lo innovador, y desechar aquello que ya está obsoleto y reemplazarlo por mejores ideas que sean realistas a fin de que sean llevadas a la práctica y obtener los mejores resultados para la sociedad hondureña en general.

Honduras necesita reconciliar sectores que traigan y apunten hacia destinos comunes, alcanzar los mejores anhelos de la población para que viva dignamente, atraer a la inversión extranjera abriendo y facilitando los espacios administrativos de operación, ejercer los mejores controles de importación y exportación a efecto que sean pagados los impuestos correctos para mejorar la salud, educación, seguridad e infraestructura del País.

Debemos dejar los egoísmos e intereses particulares para beneficiar a más de diez millones de hondureños que deben correr mejor suerte. Históricamente los hondureños hemos sido pacíficos y buenos conversadores, solo, que este diálogo nacional, debe ser transparente e inclusivo, nada por debajo de la mesa, sino que expuesto a plena luz del día, con veedores internacionales y con los mejores interlocutores y negociadores honestos que la población sea ante todo, por el bien de Honduras, sin duda, que si tiene éxito que debe tenerlo, sino, no hay mañana para esta nación. Dialogar no es nuestra de debilidad, al contrario, es simplemente darnos cuenta que hemos llegado a un estadio en el que debemos buscar consensos, acuerdos, planes estratégicos comunes, consolidar esfuerzos de todos y no estar haciendo y emprendiendo cosas por separados sin ningún resultado y beneficio para la sociedad hondureña.

Desde este pensamiento claro, oportuno, real e interesado, Honduras no debe estar esperando que vengan desde afuera a arreglarnos los problemas internos, pues mientras otros países de la región latinoamericana y del mundo, trabajan por el desarrollo económico, político, social,
cultural, tecnológico y de grandes alcances, nosotros nos detenemos en trivialidades y nimiedades.

Es ahora o nunca. Todos convocados a un diálogo nacional con voluntad política, en donde el gobierno sea el gran mediador y facilitador a fin de que los sectores convocados que deben ser todos, interactúen y propongan los grandes ideales y que se resuelvan los grandes problemas de esta nación que es rica pero que ha tenido mala suerte de no ser administrada con sabiduría, ciencia, honestidad y humildad. Si lo logramos, sin duda que estaríamos poniendo los cimientos firmes para los próximos cien años que abarca gran parte de las generaciones presentes y futuras de Honduras.

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