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Un Mundial de fútbol para cambiarle la vida a niños de la calle de 19 países

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Río de Janeiro.- El Mundial de fútbol de Niños de la Calle, que reunió este mes en la ciudad brasileña de Río de Janeiro a 230 adolescentes sin familia ni hogar de 19 países, la cambió la vida a varios de los competidores y a hasta a los voluntarios que ayudaron en el evento, asegura una de sus organizadoras.
 

«La vida sigue después de este evento, y muchas veces los chicos regresan cambiados. En realidad, esto nos cambia a todos: nadie vuelve a casa igual, da igual el papel que desempeñes», afirmó a Efe Sarah Rose, la coordinadora de la conferencia paralela al Mundial y en la que especialistas abordaron con los menores los problemas de los niños de la calle.

«Los niños que vuelven a sus países esta semana volverán como héroes. Darán visibilidad al problema de los niños callejeros. Será una plataforma para que los coordinadores de proyectos (en los diferentes países) acudan a las autoridades y soliciten cooperación», agregó.

El Mundial, que se celebra a cada cuatro años en el mismo país que organiza la FIFA, tiene por objetivo «garantizar que los derechos de los niños permanezcan en el orden del día de los gobiernos», según sus organizadores, entre los cuales la organización Save the Children y ONGs de los países participantes.

El evento, que cuenta con el apoyo de personalidades como el papa Francisco y el exfutbolista inglés David Beckham, culminó el pasado domingo tras nueve días de competiciones con la victoria de Tanzania en masculino y de Brasil en femenino.

Además de los partidos, el Mundial contó con una conferencia internacional guiada por el lema «I am somebody» («Soy alguien») que se propone persuadir a gobiernos y empresas para que inviertan e implementen políticas de protección hacia los niños de la calle, «de manera que dejen de ser culpados, ignorados o victimizados».

«Se trata, sobre todo, de una oportunidad para que se escuchen las voces de los niños. Para que hablen entre ellos, intercambien experiencias, reflexionen sobre qué significa ser lo que son. Es una parte esencial de la Street Child World Cup, porque esto es más que un juego», asegura Rose.

En su opinión, para los menores la conferencia les hace sentir que son importantes y que lo que tienen que decir es importante.

«La vida de estos niños tienen un componente tan traumático, que consideramos importante dar un espacio a los chicos (varones) para que hablen, por ejemplo, de la violencia cotidiana que soportan, de cómo se sienten forzados a ser duros y aguerridos, explorar el concepto que tienen de la masculinidad y abordar como pueden desarrollar otras facetas más suaves de su personalidad», afirma.

La conferencia ofrece algunas sesiones separadas para que las niñas, por su parte, «tengan oportunidad de pensar qué tipo de mujer quieren llegar a ser, y qué significa ser dura y cariñosa a la vez».

Para Rose, lo mejor que se puede esperar del Mundial es que los gobiernos reconozcan la existencia de estos niños.

Esperamos, dijo, «que los gobiernos reconozcan la propia existencia de los niños de la calle. A nadie le gusta verlos, pero son una realidad. Una realidad incómoda, sucia, desagradable: no queremos lidiar con ello, lo apartamos de nuestra mente. Pero si los gobiernos asumen la situación abiertamente, la gente empieza a trabajar junta y encuentra soluciones, aunque sean parciales».

Agregó que los gobiernos tienen que trabajar con los militantes que tienen varios años de experiencia en la atención a estos menores y conocen sus problemas.

«La relación entre las comunidades locales y la policía es fundamental. La policía debería tener una comprensión mucho más profunda de esta realidad. Es muy importante que a los niños que duermen en la calle no se les despierte a las tres de la madrugada para darles una paliza, por ejemplo», afirmó.

La propia convivencia con menores de otros países cambia a los participantes en el Mundial, que crean fuertes vínculos entre sí.

«En la conferencia hubo una tarde increíble en la que los chicos de Estados Unidos y la India formaron una especie de club llamado «India SA» y compartieron relatos y experiencias muy duros. Y, por supuesto, será inolvidable ese partido entre las chicas de Zimbabue e Indonesia en el que empezaron a celebrar juntas los goles de ambas selecciones. Luego jugaron a crear el país de «Zimdonesia». Y debo recordar que los niños no hablan el mismo idioma», relató.

El Mundial de este año comenzó empañado por el asesinato hace mes y medio del capitán de la selección brasileña, Rodrigo Kelton, de 14 años, tiroteado por narcotraficantes en la ciudad de Fortaleza.

«Fue algo espantoso. Los niños llevaban brazaletes negros y le mencionaban al hablar del equipo. Guardamos un minuto de silencio por él y por todos los niños heridos o muertos», afirmó.
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