Especial para Proceso Digital – Análisis de Alberto García Marrder
Hay que tomar con mucha prudencia las sorprendentes noticias que vienen de Ucrania. La rápida contraofensiva ucraniana ha reconquistado en solo una semana unos 6,000 kilómetros cuadrados de territorio en el nordeste del país, mucho más de los 3,100 que los rusos han conquistado en siete meses.
¿Significa eso que el líder ruso, Vladimir Putin, está “kaput” ? No y no. Si humillado, desplazado y en una situación muy delicada.
Putin es un dictador arrogante y no va a permitir que se rían de el. Ahora mismo, estará planeando una respuesta contundente y hasta un ataque limitado nuclear contra Ucrania para intimidar al enemigo.
Su ejército en Ucrania está agotado, desmoralizado, hambriento y con una fuerza ofensiva nula. No puede contar con ellos para una contra ofensiva.
Su situación es tan vergonzosa que para evadir la avanzadilla de las tropas ucranianas, algunos de sus soldados recurren desesperadamente a quitarse los uniformes rusos y a robar ropa civil de las poblaciones ucranianas y hasta bicicletas para hacerse pasar como civiles.
En su retirada tratando de salvar sus vidas, los soldados rusos han abandonado centenares de tanques, vehículos blindados y, sobre todo, municiones. Las victoriosas fuerzas ucranianas inmediatamente borran de los tanques abandonados la Z, el símbolo ruso, y pintan unas señas azul y amarillo, los colores de la bandera de Ucrania y los ponen a funcionar contra sus ex dueños.
Ante esta encrucijada, Putin podría tener estas opciones:
1- Ordenar ataques aéreos contra las estructuras civiles en Ucrania y depender menos de sus tropas. El líder ruso, en su desesperación, podría ordenar también un ataque nuclear muy limitado, solo para intimidar. Pero eso ya sería una nueva etapa de consecuencias imprevisibles.
2- Ordenar una movilización general para reclutar más soldados, como le piden los grupos pro-rusos ultra nacionalistas y declarar que en Ucrania hay una guerra no una “operación militar especial”, como pregona el Kremlin. Parece que Putin no se inclina por esta opción. Sabe de sobra que esta medida sería muy mal recibida por la población.
3- Una idea no tan descabellada es anexionar a Rusia las dos provincias pro-rusas del Donbas ucraniano, Donetsky y Lugansk, tras un previo referéndum simbólico “estilo soviético”. De esa manera, Moscú podría alegar que si son atacadas, “se ataca a Rusia”.
4- Putin y el líder chino Xi Jinping se acaban de entrevistar en Uzbekistán y el resultado es desastroso para Rusia. Putin no ha logrado un “apoyo incondicional” del único aliado externo que tiene. Xi tiene muchas dudas sobre la invasión rusa a Ucrania y Putin, en una declaración posterior, dijo que las “comprendía”.
5- El líder ruso está furioso por la ayuda militar que Ucrania recibe de Europa Occidental y de Estados Unidos. Y quiere vengarse y lo hará al cerrar el grifo del suministro ruso de gas para que en este invierno se mueran de frio los europeos.
La exitosa contraofensiva ucraniana será ahora estudiada en todos los ejércitos occidentales y la pregunta pertinente es: ¿Cómo se produjo”. Tengo información de primera mano y puedo revelar estos datos:
1- El gobierno de Ucrania cuenta con la ayuda de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña, sobre todo por la información que dan la red de satélites sobre los movimientos de las tropas rusas.
2- En esta contra ofensiva, los ucranianos han sabido aislar a las concentraciones rusas de sus redes de aprovisionamiento, tanto de comida o como de armas y municiones.
3- La moral de las fuerzas ucranianas es muy alto y no van a parar. Se especula que ahora podrían dirigirse al sur para abrir otro frente contra los rusos.
4- Un ex colega experto en Rusia me lo dejó muy en claro: “Los ucranianos luchan por su patria y para eliminar al ruso invasor. Los soldados rusos, muy desmoralizados, por un salario que puede exceder los 2,000 dólares por mes”. El salario medio de un ruso es apenas de 700 dólares al mes.
5- Hay un armamento clave en esta victoriosa contraofensiva: el sistema de lanzaderas de misiles HIMAR, donados por Estados Unidos. Tienen una precisión a larga distancia al ser guiados por un GPS. Y muchos de los oficiales que los manejan han sido entrenados en el Reino Unido.
Las próximas semanas serán decisivas para orientar un conflicto que no solo tiene lugar en Ucrania. En Moscú, Washington, Bruselas y Londres se sentirán sus repercusiones.(PD)
