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Trump paga, Trump cobra

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Washington.- El talento para los negocios del que se jacta el virtual candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump queda probado con los registros de los gastos de su campaña electoral, que muestran cómo solo en mayo encauzó 1,1 millones de dólares en pagos a empresas de su propiedad o de familiares.

Según datos de la Comisión Federal Electoral (FEC, por su sigla en inglés) revelados esta semana, la campaña de Trump gastó en mayo un total de 6,7 millones de dólares, comparados con los 14 millones desembolsados por su rival demócrata, Hillary Clinton.

La cifra es especialmente reveladora si se tiene en consideración que Trump cuenta con un pequeño equipo de campaña en nómina y realiza pocos gastos de promoción en los medios de comunicación.

Frente a los 683 empleados que figuraban en mayo como trabajadores de Clinton, el aspirante republicano apenas contaba con 70.

Ante la pregunta de dónde va el dinero de la campaña de Trump, los datos apuntan a que en gran medida sigue un ciclo variado con un mayoritario destino final: sus propias empresas y las de sus familiares.

En concreto, el virtual candidato republicano realizó pagos a empresas que cuentan con la palabra Trump en su nombre por un valor total de 1,1 millones de dólares. Es decir, cerca de un 20 % de lo gastado va a parar al propio Trump.

La mayor factura en el mes pasado fue por el uso de su club Mar-a-Lago, en Florida, con cerca de 423.000 dólares, que ha utilizado en diversas ocasiones como centro de operaciones de su campaña y desde donde ha ofrecido ruedas de prensa.

El segundo desembolso más grande de la campaña de Trump fue para TAG Air, la compañía aérea del magnate neoyorquino y con la que vuela por todo el país para participar en mítines y actos electorales, con un total de 350.000 dólares.

Más modestas fueron las facturas a nombre de sus restaurantes, de 125.000 dólares, o la Trump Tower, en Manhattan, su oficina neoyorquina que recibió 170.000 dólares.

También su hijo, Eric Trump, recibió 1.300 dólares por los vinos producidos por su bodega en Virginia y que han sido utilizados en los eventos.

Y, un dato no menos sorprendente, es el de que el propio Trump se haya asignado un sueldo de campaña: 3.706 dólares al mes.

El magnate, que logró imponerse en las primarias republicanas con un discurso polémico lleno de descalificaciones a sus rivales y promesas controvertidas como la prohibición de la entrada en EEUU de musulmanes, ha defendido que su candidatura no está atada a intereses ni grupos de presión.

Su fortuna personal, suele afirmar, le permite «autofinanciarse».

Hasta ahora, sin embargo, la opacidad era una de las marcas de la casa.

El magnate también se ha negado en reiteradas ocasiones a divulgar su declaración de impuestos, una práctica común entre los candidatos a puestos de elección popular en EEUU.

Y el propio valor de su riqueza está inmerso en un oscuro relativismo, con cifras que oscilan entre «los más de 10.000 millones de dólares» que él mismo aseguró el año pasado poseer y los 3.900 millones que calcula ahora la revista Forbes.

La obligación de la ley electoral de reportar y hacer públicos los pagos de la campaña puede ser un primer paso para entender el modo de hacer negocios de quien promete «Volver a hacer EEUU grande de nuevo».

En cuanto a recaudación, sus cifras palidecen respecto a las de Hillary Clinton, que sólo en mayo obtuvo 26 millones de dólares, frente a los 3 millones del magnate neoyorquino.

Sobre la diferencia de respaldo financiero respecto a su rival, no obstante, Trump se ha mostrado poco preocupado.

«Podría tener una cantidad de efectivo ilimitada, ya que podría poner mi propio dinero, como he hecho durante las primarias (…) Nuestra campaña es más ágil y eficaz, como debería ser nuestro gobierno», insistió Trump en un comunicado al comentar los 1,3 millones de dólares en efectivo con los que cuenta actualmente, en comparación a los 42 millones de Clinton. 

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