Por: Ricardo Puerta
Tegucigalpa.– Con sus “genialidades”, eructos, hechos alternos, ante conocidas como indiscutibles mentiras, y con sobrados deseos de cumplir sus promesas de campaña, obviando que ahora es el Presidente de todos los estadounidenses, en los últimos días, Trump ha vuelto a poner el tema migratorio en las audiencias de los medios de comunicación en casi todos los países del planeta.
Otro logro más en su interminable serie de “reality show”, que empezó ”entre cuatro paredes de un estudio de televisión”, pero que ahora ha llegado a ser un programa real diario, con duración de 7-24, y que se origina en la Casa Blanca de Washington, desde el pasado viernes 20 de enero, 2017 – que ya nos parece remota– fecha en que el magnate millonario inmobiliario se apoderó de la mera poltrona, la silla ejecutiva del país más rico y poderoso del mundo, a través de unas elecciones, que el mismo dice “hubo fraude”.
En mi caso, como efecto, he tenido que participar en días recientes en varios conversatorios públicos sobre el tema. En ellos, me he encontrado con datos y análisis que no conocía, algunos errados y otros relevantes, por tener validez. Por regla general, los datos sobre la migración hondureña y temas relacionados que salen de Honduras, son meros estimados, en el mejor de los casos. Y si provienen de otras fuentes, sobre todo de un país desarrollado –Estados Unidos, Inglaterra, España o Canadá– gozan por regla general, de más validez y confianza que los aquí originados.
Continuaré este artículo escribiendo sobre los Tepesianos. Me refiero a los nacidos en Honduras y que en edad productiva se fueron a vivir y trabajar, sin la debida documentación, a Estados Unidos. Y desde hace años permanecen en esa nación, amparados legalmente, por el Estatus o Permiso de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés), si es que entraron en territorio estadounidense antes del 30 de enero del año 1998.
Continúo copiando textualmente un documento publicado el 5 de mayo del año 2010 por el Servicio de Inmigración y Ciudadanía del Gobierno de los Estados Unidos de América que dice así: “Ciertos nacionales de Honduras que no hayan solicitado el TPS previamente –a la fecha mencionada– pueden ser elegibles para registrarse bajo las provisiones de registro tardío. La notificación en el Registro Federal anunciando esta extensión tiene más detalles acerca de la misma”.
El TPS es por lo tanto, un permiso transitorio de migración que estuvo abierto hasta el 2010. Su vigencia continua teniendo una fecha fija de terminación, cada 18 meses. Es concedido a los nacionales de Honduras por haber sufrido un desastre natural de la magnitud del Huracán Mitch, a finales de 1998. Los hondureños beneficiados pueden permanecer en Estados Unidos de forma legal y trabajando con autorización de empleo, si no cometen ningún delito y cumplen con los otros términos y condiciones del Permiso, cada vez que lo renuevan.
El TPS no conduce a una residencia permanente. Si Honduras como país, o las personas que tienen el Permiso, llegaran a perder el amparo del TPS, los beneficiarios del status tienen que regresarse a la condición migratoria que tenían antes del TPS, si aún está vigente. De lo contrario, tienen que regresarse a su país de origen.
El primer levantamiento que se hizo del TPS sucedió después del Mitch en 1998. En ese primer registro se inscribieron unos 118 mil inmigrantes, nacidos en Honduras, que habían entrado en Estados Unidos antes del 30 de enero de 1998, sin la debida documentación para permanecer y trabajar en territorio norteamericano.
Después de 12 renovaciones, hechas por períodos de 18 meses, hoy solo quedan protegidos por el TPS unos 56 mil. Hasta la renovación número 12va., los originarios de Honduras le habían generado al fisco norteamericano unos 500 millones de dólares, al satisfacer los trámites y tarifas establecidas. La última renovación lograda, se vence en enero próximo del 2018. Como el TPS se aprueba y desaprueba por decreto Presidencial, queda a voluntad del Presidente de Estados Unidos, en este caso Trump, si renueva o no el TPS.
Pero como los vientos que soplan desde la Casa Blanca de Washington no son los más favorables para lograr ésta próxima renovación, según informan los diarios y otros medios de comunicación del país, ya el Gobierno de Honduras está gestionando ante la nueva administración de Washington la ampliación del TPS a un próximo periodo posterior al vigente, el cual llegaría hasta mediados del año 2019.
Pero vayamos al escenario más preocupante: el TPS suspendido. Ello tendría un efecto negativo y más visible a medida que nos acerquemos a enero del 2018. Fecha, en que en la práctica, se volverían deportables unos 56 mil Tepesianos, asumiendo que el Presidente Trump no renueve el vigente. Irónicamente, los Tepesianos es el segmento de población de hondureña mejor documentado en la base de datos del Gobierno Federal de Estados Unidos. Pues son inmigrantes norteamericanos, nacidos en Honduras, la gran mayoría de ellos con casi 20 años de estar reportándose en ese país, habiendo laborando por una década o más para un mismo empleador, pagando impuestos y sin haber cometido un delito durante todo ese tiempo. Pues si lo hubieran cometido, hubieran perdido el TPS, como lo norma el Programa. Si hubiera una reforma migratoria integral, muchos analistas han opinado hasta ahora, que sería el grupo con más probabilidades de llegar a obtener la residencia permanente, condición que su vez, lo encamina por la camino más expedito para naturalizarse en el periodo que exige la ley y normativa vigente.
Anticipo, que serán los mismos empleadores o patronos de los hondureños del TPS, quienes defenderán, con más razones y testimonios que nadie, a sus “ejemplares empleados”. Con la variante, que probablemente tales empleadores, conociendo en algo la cultura política de Estados Unidos, tienden a ser “votos duros” del Partido Republicano, en las respectivas localidades donde viven y tienen sus negocios. Agregando, que muchos de ellos, probablemente, votaron a favor de Trump, en las últimas elecciones presidenciales de ese país.
Así como el Gobierno de Honduras ya está haciendo lo necesario ante el Gobierno de Estados Unidos para que renueven el TPS, igualmente, el Gobierno de Honduras debería también estar preparándose internamente, en una estrategia de contingencia, por si acaso, con planes de recepción, traslado, retorno e inserción en el campo laboral. Y con programas de apoyo a los Tepesianos que regresan como retornados exitosos, que como buenos emprendedores, abrirán nuevas fuentes de empleo, en sus respectivas comunidades, en caso de que Trump, rechace en o antes de finales del 2017, lo que hasta hoy parce lo más probable: la no ampliación del TPS hasta medianos del 2019.
Pero los Tepesianos no son los únicos nacidos en Honduras, viviendo como inmigrantes en Estados Unidos y expuestos a convertirse en candidatos a una deportación. La comunidad hondureña en los Estados se estima en 1.2 millones, de los cuales 780 mil nacieron en Honduras, y por lo tanto, son donde hay más connacionales que pueden pasar a ser candidatos reales a deportación. En el resto, unos 400 mil, redondeando números, hay menos retornables porque han nacido en los Estados o se han agregado por matrimonio o adopción, teniendo una condición regular migratoria, aunque pertenezcan a un hogar cuyo jefe/jefa es “de origen hondureño”, como define en esos casos el Censo Poblacional de Estados Unidos.
En conclusión, el número de deportables en la diáspora hondureña, en el peor de los casos, fluctúa hoy entre 150 mil y 500 mil, según las bases de datos que se usen para construir tales estimados. Sin embargo, ambas cifras me parecen inválidas, por defecto o por exceso. En su lugar, estimaría que podrían ser sujetos a deportación unos 350 mil nacidos en Honduras, por estar indocumentados; y al mismo tiempo, por no estar cubiertos por ninguno de los grupos poblacionales que listo en el párrafo inmediato, datos que obtuve de un reportaje titulado “Los hondureños en Estados Unidos”, Diario El Heraldo de Honduras, con fecha 20 de noviembre, 2016. Página 5.
Entre los nacidos en Honduras, viviendo en Estados Unidos: hay 49, 448 naturalizados; 72,298 convertidos en residentes permanentes; 59,961 en TPS; unos 700 hondureños privados de libertad; 30,937 Dreamers o Soñadores, llevados como indocumentados desde Honduras a los Estados Unidos cuando aún menores, y desde el año 2012 se encuentran amparados por la orden ejecutiva de Obama, conocida por “Acción Diferida para los Llegados en la Infancia”/DACA por sus siglas en inglés; y un número indeterminado, de hondureños activos en las fuerzas armadas de Estados Unidos, que en ese país son voluntarias, y que más bien cuando el candidato extranjero pasa la prueba de entrada, después le indagan su condición migratoria, y la van normalizando a medida que el candidato da más pruebas de su vocación personal. No tengo datos confiables sobre su número, pero estimo que no pasan de 10 mi hondureños en las fuerzas armadas de Estados Unidos.