Siguen alzas en alimentos, energía y combustibles mientras gobierno hace circo con Toncontin

Tegucigalpa – Los frijoles a punto de llegar a 100 lempiras la medida de cinco libras, los huevos a las puertas de los tres lempiras la unidad, la gasolina súper y el diésel acercándose al terreno de los 90 lempiras el galón y anuncios oficiales de nuevas alzas a la energía eléctrica, todo lo anterior forma parte del cotidiano panorama que viven las familias hondureñas y no se observa de parte del gobierno una preocupación sobre como resolver el grave problema de la crisis económica.
 

* El gobierno ha diseñado una política de distracción con el cierre del Toncontín, mientras deja a las familias a la deriva con los incrementos permanentes de precios

* Lo anterior serviría a intereses políticos, ya que algunos advierten de un posible estallido social que provocaría inestabilidad e ingobernabilidad

El gobierno de Manuel Zelaya se ha enfocado en el último mes exclusivamente en como imponer su aligerada decisión de cerrar el aeropuerto Toncontín y aliviarle a la empresa salvadoreña TACA los problemas que provocó
el accidente de su avión A-320 el pasado mes de mayo.

Varios expertos consideran que ha sido una excelente estrategia de distracción, ya que los medios de prensa han centrado su agenda informativa en el tema del aeropuerto y poco han destinado al problema fundamental que son los incrementos de precios de alimentos y combustibles.

En esa tarea distraccionista el gobierno ha destinado millones de lempiras de los contribuyentes para desatar una campaña de desprestigio contra el Toncontín y enfrentar a la población capitalina y las otras regiones afectadas, como Olancho, El Paraíso, la zona sur y los municipios vecinos de la capital en sus legítimas aspiraciones de tener una terminal aérea para vuelos internacionales.

¿Y la comida?

Pero en la campaña mediática del “Mel” Zelaya y sus colaboradores por imponer su voluntad en torno al aeropuerto y la reacción de los otros sectores en torno al Toncontín, se han olvidado que lo que preocupa a la mayoría de los 7.2 millones de hondureños es llevar alimentos a sus mesas.

Las familias no hallan que hacer para lograr que sus presupuestos rindan al final del mes, ya que las jefas de las casas no pueden hacer milagros para enfrentar las cotidianas alzas a los precios de la leche, la carne, los frijoles, los huevos, el arroz, el maíz, la harina, el pan, las mantecas y aceites, entre otros alimentos.

Ninguna instancia gubernamental ha podido ser capaz en la administración de “Mel” en salir en defensa de las familias a fin de neutralizar o mitigar los incrementos de precios.

A lo anterior se suma que está anunciado otros incremento en el precio del transporte urbano para la presente semana, ya que el sector ha realizado dos movimientos de protesta en las últimas semanas.



Se espera que para esta semana el gobierno y los transportistas se pongan de acuerdo en torno al aumento que se aplicará a los hondureños.

Los transportistas reclaman un alza del 18 por ciento, que se sumaría al incremento logrado en enero del presente año, lo que implicaría un alza acumulada de 35 por ciento en lo que va del presente año.

Pero también está pendiente otro incremento a las tarifas de electricidad, bajo el eufemismo de “Ajuste por combustible”.

La gerente de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), Rixi Moncada, anunció que viene otra carga en la factura de electricidad, aduciendo que los precios internacionales del petróleo y el bunker se han disparado en los últimos meses.

El gobierno aplicó en enero y en mayo del presente año ajustes tarifarlos que elevaron en más del 25 por ciento el costo de la electricidad, según lo acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el acuerdo Stand By.

Pero Moncada dijo que en julio y agosto vendría el tercer incremento a la electricidad en lo que va del 2008.



Ingobernabilidad

Excepto los llamados de jerarcas de la iglesia Católica y del dirigente sindical Daniel Durón de la Central General de Trabajadores (CGT), nadie ha reparado que la permanente alza de los alimentos puede conducir a una inestabilidad social y política, que conduzca a la ingobernabilidad.


Durón ha alertado sobre el peligro de un «estallido social», ya que las alzas a los combustibles y por ende a los alimentos ha provocado una presión en las familias, ya que los jefes de hogar usualmente no pueden llevar más dinero a las casas y las jefas no pueden adquirir los mismos alimentos con el mismo ingreso.

Ni los llamados grupos de izquierda han realizado las protestas por las alzas alimenticias y se han preocupado más por los tradicionales temas políticos y han sumado sus fuerzas a la agenda presidencial de “Mel” Zelaya en varios casos.



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