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Sí, en el cerebro está lo que nos hace únicos

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Los humanos han conseguido en poco más de un millón de años que sus cerebros sean tres veces más grandes que los del resto de primates, pero esto no explica lo que hace único a nuestro cerebro. Ahora, un nuevo estudio ahonda en las diferencias entre unos y otros pero también enseña algunas nuevas similitudes.

Los resultados de esta investigación se publican en Science, en un artículo que lidera Nenad Sestan, catedrático de la Universidad de Yale e investigador del Instituto Kavli de Neurociencias (Connecticut, EEUU), y que cuenta con la participación de tres científicos del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (IBE).

Los investigadores analizaron muestras de cerebros de seis humanos, cinco chimpancés y cinco macacos. En concreto, un total de 247 muestras de tejido de 16 regiones del cerebro implicadas en el comportamiento y en el proceso cognitivo de alto nivel: del hipocampo, la amígdala, el estriado, núcleo dorsomedial del tálamo, la corteza cerebelosa y once áreas del neocórtex, señala en una nota el IBE, centro mixto de la Universidad Pompeu Fabra y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Sospechas transformadas en evidencia empírica


Este trabajo pone de manifiesto que, si bien todas las regiones del cerebro humano contienen firmas moleculares muy similares a las de nuestros parientes primates, algunas registran patrones claramente humanos de actividad genética que han marcado la evolución del cerebro y contribuido a nuestras capacidades cognitivas; una sospecha que ahora tiene evidencia empírica.

La mera recolección de todas las muestras ha sido un gran reto, “un éxito de Yale”, relata a Efe Tomàs Marquès-Bonet, director del IBE y uno de los firmantes del artículo, quien detalla que se han tardado varios años en terminar esta investigación.


Y es que si bien recopilar muestras de cerebro humano es algo más fácil, pues existen bancos de cerebros -hay uno en la Universidad de Yale-, no lo es tanto juntarlas de nuestros parientes más cercanos.

Se trata, del trabajo más completo hecho hasta ahora, sobre todo desde el punto de vista génico: se estudió la expresión génica, es decir, qué genes se activan y cuáles no según en qué zonas del cerebro (a más expresión génica más proteínas se generan y las proteínas intervienen en multitud de funciones del organismo).

Así, tras el análisis, se observaron profundas diferencias de expresión génica entre humanos y chimpancés y macacos, por ejemplo, en el estriado, una región cerebral que habitualmente se asocia al movimiento y que podría estar relacionada con la bipedación.

Sin embargo, los investigadores se llevaron una sorpresa: encontraron similitudes en cuanto a la expresión génica en el neocórtex, la parte implicada en el aprendizaje de orden superior que más nos diferencia de los simios: razonamiento y pensamiento abstracto.

“Donde pensábamos que iba a estar la gran diferencia que nos separa de los otros primates resulta que no la vemos”, apunta el investigador catalán, quien recalca que con esto no se pueden sacar conclusiones de similitud en las capacidades de abstracción o razonamiento entre humanos y simios: sencillamente se han registrado semejanzas en la expresión génica en esa zona.

Marquès-Bonet, desde cuyo laboratorio se hizo el análisis genómico, añade no obstante que el método utilizado solo es capaz de analizar entre el 70 y 80 % del genoma, así que en ese porcentaje no estudiado podrían estar las diferencias génicas en el neocórtex.

Estudio de algunos genes


Los investigadores se centraron en algunos genes, como el gen TH, implicado en la producción de dopamina, un neurotransmisor clave en la función del orden superior, ausente en las personas con párkinson.

Observaron que, mientras este gen se expresaba mucho en el neocórtex y estriado humanos, no aparecía en el neocórtex de chimpancés.

“La expresión de dicho gen en el neocórtex se perdió, muy probablemente, en un antepasado común, y reapareció en el linaje humano”, según André M. M. Sousa, otro de los autores.

También hallaron altos niveles de expresión del gen MET en el córtex prefrontal humano en comparación con los tres primates estudiados; el MET está vinculado con el transtorno del espectro autista.


Que nuestros cerebros son más grandes que el del resto de primates es algo que se sabe desde hace mucho tiempo, es un “hecho destacable que se ha conseguido en poco más de un millón de años”, afirma Marquès-Bonet, quien resume que ahora se ha constatado que el cerebro humano no es solo una versión más grande del cerebro primate ancestral, sino que ha acumulado un gran número de diferencias.

Es el órgano primario que da identidad a nuestra especie, “es allí donde encontramos lo que nos hace únicos”, concluye este científico, quien recuerda: los cerebros humanos tienen muchas más células que las de los otros primates y éstas están más interconectadas, por ello tienen más capacidad de procesamiento.

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