Doha (Catar) – Senegal se ha acostumbrado a vivir en el borde del precipicio. «Nos gustan los partidos decisivos», asegura el seleccionador, Aliou Cissé, el hombre que conquistó la última Copa África en una agónica tanda de penaltis, lo mismo que el billete para el Mundial de Catar.
Los «leones del Teranga» disputarán por segunda vez los octavos de final de un Mundial, tras haber derrotado a Ecuador en el partido definitivo del grupo, en una buena prueba de que vivir al filo no atenaza a una selección que viene con la vista alta.
Entraron al campo eliminados, pero sabedores de que un triunfo les clasificaba, y una vez mas dieron prueba de determinación para lograrlo. «Esta selección no tiene límites», aseguraba su técnico.
Senegal desafía ahora a Inglaterra en un duelo que, a priori, parece desigual para los africanos, pero que vuelve a poner a prueba a un equipo que ha demostrado que es algo más que Sadio Mané.
El jugador del Bayern de Múnich, el segundo de la última edición del Balón de Oro, dejó huérfano a su equipo en los días previos al Mundial a causa de una lesión, pero su nombre sigue en boca de todos en la concentración senegalesa.
«Es nuestro hombre más emblemático», dijo el capitán Kalidou Koulibaly, autor del gol de la victoria y elegido hombre del partido, mientras que Cissé colocaba a Mané entre los destinatarios de la dedicatoria.
MANÉ EN EL RECUERDO
«Claro que le echamos de menos, pero sin él, hemos sabido elevar el nivel de los demás», señala el defensa del Chelsea, convertido en el guía del equipo en ausencia de Mané.
«Debe estar feliz en su casa. Nos habíamos dicho que teníamos que ganar para dedicárselo», dijo el portero del Chelsea Édouard Mendy.
Pero todos consideran que este Senegal es más que su estrella y que, incluso sin su calidad, el equipo tiene todavía recorrido por delante. La euforia en la expedición es patente y llega a extremos en boca del monegasco Ismail Jakobs: «Queremos ganar todos los partidos y el Mundial».
El recorrido es largo, pero los «leones» han recobrado fuerza, tras una trayectoria de menos a más, que comenzó con derrota frente a Países Bajos y una brillante reacción contra Catar, que culminó en un gran partido ante Ecuador, cuando necesitaba el triunfo de forma imperiosa.
Cissé sabe que ahora es cuando empiezan las cosas serias. Él tiene en su piel la experiencia de la aventura más exitosa de Senegal en los Mundiales.
Fue en 2002, cuando con él en el césped ganaron el partido inaugural contra una Francia que defendía el título y, apoyados en aquella gesta, superaron la fase de grupos, derrotaron a Suecia con dos goles de Henri Camara y cayeron en cuartos contra Turquía.
Pero también guarda los recuerdos menos felices, cuando en 2018, ya sentado en el banquillo, vio como una derrota contra Colombia en el partido decisivo de la fase de grupos les dejaba empatados a todo con Japón, que se quedó con el billete de octavos por tener menos tarjetas amarillas.
Era la primera vez que la FIFA recurría a ese factor de desempate y la herida fue enorme en Senegal, que supo reconstruirse y que, desde entonces, ha levantado el vuelo de forma impresionante.
Mané no fue el único que estuvo en el recuerdo. Mientras Senegal conquistaba los octavos, se cumplían dos años de la prematura muerte de Papa Bouba Diop, el héroe de la victoria de 2002 contra Francia. JP