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Seguridad y prevención ante la fragilidad ambiental

Arabesca Sánchez

Como cada año, al acercarse los primeros días del mes de mayo, nos estarán avisando -con sus primeras lluvias- que otro invierno está por iniciar, y con él, la tan anunciada temporada de huracanes, frentes de frio, vaguadas y otros similares nutrirán un invierno tropical como se acostumbra en nuestra región centroamericana. Nuevamente comenzaremos a escuchar discursos acerca de las labores de las alcaldías en el dragado de los bordos de los ríos para dar paso a las caudalosas corrientes de agua o si se limpiaron las redes de tragantes y desagües de las distintas ciudades del país, principalmente en aquellas cuyos territorios geográficos suelen presentar mayores complicaciones a la hora de soportar los miles de centímetros cúbicos de agua que caen en esas acostumbradas tormentas.

Otros que acostumbran a prepararse para esos días se preocupan menos porque de forma temprana, acostumbran labores de limpieza y mitigación desde que comienza el segundo trimestre del año; aunque muy poco pueden hacer ante las acostumbradas corrientes de agua desenfrenada que cubren las calles de las ciudades -como Tegucigalpa y San Pedro Sula- arrastrando todo tipo de basura, piedras y otros restos de materiales durante las horas pico del tránsito vehicular -una verdadera pesadilla-; otros que ni por casualidad piensan en estas cosas hasta que tienen el invierno encima, sobre la marcha van haciendo los arreglos y reparaciones que la situación les va exigiendo para proteger sus viviendas y sus comunidades.

También están aquellos que ni queriendo pueden hacer mucho por prevenir estos escenarios dado las condiciones de vulnerabilidad de los territorios en donde viven, viviendas ubicadas en zonas que han estado identificadas como zonas de riesgo por derrumbes desde hace años y cada invierno les deja pérdidas materiales sobre sus patrimonios.

Los albergues y atenciones integrales de personas evacuadas y rescatadas quizá este año estén en condiciones adecuadas para albergar a quienes así lo necesiten, siempre y cuando las autoridades locales y los comités de prevención ante contingencias climáticas locales comiencen sus tareas de prevención desde ahora claro está; al igual que los equipos de maquinaria pesada que generalmente se activa para apertura de caminos obstruidos durante esos temporales.

Lo más seguro es que la estructura funcionaria ya estará haciendo sus acostumbrados ejercicios de entrenamiento para enfrentar las diferentes emergencias que surgen con la temporada y estar preparados para atender a las miles de llamadas que esos días traen cada año al sistema de emergencias 911, mientras que la red hospitalaria hoy ocupada con la COVID19 tendrá que recibir las emergencias médicas de lesionados que suelen presentarse también.

Escenarios como los que dejaron los recientes huracanes Eta e Iota podrían volver a repetirse a menos que los trabajos de prevención en los municipios comience desde ahora para mitigar el impacto de estos eventos climáticos que tienden a presentar la fuerza de la naturaleza con respecto al clima.

Mas adelante -también como cada año- al irse absorbiendo las aguas en suelos saturados vendrán los charcos y aguas residuales que albergarán los huevecillos de zancudos y mosquitos que generan enfermedades respiratorias -para variar- esperemos que para entonces ya las misiones de fumigación y prevención de crecimiento de larvas de estos insectos ya hayan sido prevenidos por las brigadas de salud pública que cada año visitan las comunidades fumigando por vectores y entregando la famosa formula -untadita como la conocen en los barrios y caseríos- que previene crecimiento de larvas en recipientes de aguas estancadas.

Por parte de la ciudadanía, las labores y medidas individuales como una responsabilidad que anualmente enfrentan de atender este tema en cada hogar es fundamental para contribuir en algo con todo el proceso de seguridad ambiental y prevención ante desastres climáticos que cada año nos exige a todos una cuota de participación para evitar mayores desgracias.

No esperemos a que llegue la primera tormenta, ahora se está a tiempo justo para comenzar labores de revisión y limpieza de techos, cercados, jardines, reservorios de agua, calles y manejo adecuado de la basura para evitar males mayores durante el invierno, recordemos que, si bien los gobiernos locales en cada alcaldía tienen su responsabilidad sobre los espacios públicos, el espacio privado nos corresponde a nosotros mismos en materia de limpieza y ordenamiento para la prevención y mitigación de riesgos climáticos. Recordemos que más vale prevenir que lamentar; hasta la próxima entrega, que estemos bien.

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