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Seguridad social

Por: Luis Cosenza Jiménez

La crisis que afecta al IHSS obliga a revisar nuestro modelo de seguridad social.

El modelo original, que data de mediados del siglo pasado, nunca tuvo cobertura universal y tampoco fue financieramente sostenible.

Para colmo de males, su sistema de gobierno facilitó su manipulación por parte de los políticos, lo cual produjo el resultado esperado: corrupción e ineficiencia.

Se trata ahora de buscar un nuevo modelo, aprendiendo de los errores del pasado, asegurando que sea financieramente sostenible y que su gobierno corporativo minimice el riesgo del manoseo político.

Como consecuencia de la crisis, el Presidente ha decidido socializar las bases de un nuevo sistema para luego presentar la correspondiente iniciativa de ley en el Congreso de la República.

Si bien aplaudo la iniciativa del Presidente, me parece fundamental partir de bases sólidas para diseñar un nuevo sistema, las cuales, a mi juicio, deben ser la sostenibilidad financiera, la equidad, y, en la medida en que las finanzas públicas lo permitan, el acceso universal.

Es evidente que cualquier modelo que no sea financieramente sostenible está condenado al fracaso.

Tampoco es viable proponer un modelo que incremente el ya abultado déficit fiscal o la carga tributaria que ya pesa sobre el sector privado.

El aumentar el déficit fiscal, o crear pasivos contingentes, es insostenible ya que requiere de un creciente endeudamiento público y conlleva a un pronto, seguro, y severo deterioro de nuestra economía.

El incrementar la carga tributaria al sector privado reducirá el anémico crecimiento económico de nuestra economía, impedirá la generación de empleo y obligará a muchas pequeñas empresas a trasladarse al sector informal de la economía.

Por estas razones parece necesario que el nuevo modelo se base en nuestra realidad económica para que sea sostenible.

Además de esto, el modelo debe ser equitativo y solidario, tanto en cuanto a las aportaciones, como en cuanto a los beneficios. Finalmente, y sin perjuicio de los requisitos previamente mencionados, el sistema debe fomentar el acceso universal, partiendo de que todos los participantes, sin excepción, debemos cotizar para gozar de sus beneficios y de que los beneficios deben guardar una relación directa con las cotizaciones y aportes que cada quien haya oportunamente hecho.

En otro orden de cosas, las lecciones del pasado indican claramente que lo prudente es crear dos entes separados y con sus propios gobiernos corporativos.

Uno dedicado a la provisión de servicios de salud y el otro enfocado exclusivamente en los temas de invalidez, vejez y muerte.

Solo así lograremos evitar que el régimen de salud se apodere de los recursos propiedad del régimen de invalidez, vejez y muerte.

Este fue un pecado original del sistema creado hace más de medio siglo y que es responsable, al menos parcialmente, del descalabro que ahora enfrentamos.

Finalmente, parece igualmente importante implantar un nuevo modelo de gobierno corporativo de los nuevos entes.

No debemos aceptar la manipulación de los políticos, ni juntas directivas o directores incompetentes.

El muro inexpugnable para los políticos es la participación privada y por eso en el régimen de invalidez, vejez y muerte es aconsejable considerar el modelo utilizado en otros países del continente, cual es el manejo del régimen por medio de las empresas privadas administradoras de fondos de pensión.

En cuanto al régimen de salud, si se decide mantenerlo en el sector público, entonces como mínimo debemos optar por una junta nominadora que proponga candidatos para integrar la junta directiva del nuevo ente.

Para este fin, la junta nominadora debería establecer los requisitos que deben llenar los aspirantes a ser miembros de la junta directiva y luego proceder a seleccionar los mejores candidatos por medio de un concurso público.

Seguidamente, la nueva junta directiva, con la asistencia de una firma especializada, debería promover un concurso de méritos para seleccionar al Director del nuevo ente, partiendo de la premisa de que se trata de contratar un buen administrador y no un buen médico.

Solo con la participación de una junta nominadora, y siguiendo el procedimiento esbozado, podremos minimizar la intromisión de los políticos en el manejo del nuevo ente.

Einstein decía que una manifestación de locura era aplicar las mismas medidas y esperar resultados diferentes.

Otros han señalado que las crisis generan oportunidades excepcionales para el cambio y la transformación.

No desperdiciemos la oportunidad que la crisis del IHSS nos brinda para crear un nuevo sistema de seguridad social financieramente sostenible, equitativo, universal en la medida que permitan las sanas finanzas públicas, y dotado de un gobierno corporativo que minimice la injerencia y la manipulación política.

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