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San Juan de Puerto Rico, cinco siglos de historia convulsa y legado español

San Juan – Los imponentes castillos y las calles de estilo colonial atestiguan la importancia estratégica y la herencia española de la ciudad de San Juan, que celebra el quinto centenario de su fundación con la visita mañana del rey de España, Felipe VI.

Codiciada por ingleses y holandeses entre los siglos XVI y XVIII y, por los estadounidenses, a finales del XIX, San Juan sufrió cinco grandes ataques que obligaron a la ciudad a resurgir de sus cenizas, en uno de los casos literalmente, ya que fue incendiada.

Los españoles llegaron en 1493 a Puerto Rico, llamada Borinquén por los nativos indios taínos, y Cristóbal Colón decidió bautizar la isla como San Juan Bautista, nombre que con el paso de los años se intercambiaría por el de la ciudad.

EL TRASLADO DE LA CIUDAD

La actual San Juan no fue, sin embargo, el asentamiento original. La primera urbe, Caparra, fue fundada en 1508 en el interior de la bahía, en un lugar relativamente insalubre, con mucha humedad e insectos y, sobre todo, difícil de defender.

Por ello, los vecinos de la época, entre 130 y 200 pobladores, votaron a favor de mover la ciudad de sitio y, pese a la inicial oposición del primer gobernador Juan Ponce de León, la Corona española optó finalmente por su cambio a la isleta.

«El traslado de Caparra a la isleta en 1521 nos da pie a revisitar nuestra historia. La historia que nos hermana y que va poco a poco forjando una idiosincrasia distinta», explica a Efe Luis Moisés Pérez, director del Museo de San Juan.

Este museo expone ahora las muestras «Arte, imagen y devoción. San Juan 500 años» y «La ciudad en el tiempo», que serán visitadas el próximo martes por Felipe VI.

El también historiador comenta cómo se van mezclando los indígenas, los españoles y, más adelante, los esclavos y comienza a hablarse de los habitantes de la ciudad como «naturales y criollos», quienes durante los ataques ingleses y holandeses «dan sus vidas por mantener la plaza española».

«Siempre hubo un sentido de defensa contra cualquier enemigo que pudiese amenazar esa realidad concreta que ya se venía perfilando, donde el peninsular en la distancia se convertía poco a poco en un isleño-caribeño», subraya el experto, quien considera esta lucha «un acto heroico».

UNA DE LAS LLAVES DE AMÉRICA

También destaca las cinco grandes batallas como «los momentos decisivos en los que la historia de San Juan pudo haber cambiado drásticamente», el historiador español y presidente de la Asociación de Amigos del Fortín de San Jerónimo, Manuel Minero.

Se trata de los ataques ingleses de 1595, dirigido por el corsario Francis Drake, y de 1598, encabezado por George Clifford, quien llegó a tomar la ciudad; el holandés de 1625; una nueva incursión británica en 1797; y el bombardeo estadounidense de San Juan en 1898 en el marco de la guerra hispano-estadounidense.

«Esta ciudad, si caía en manos enemigas, era un bastión que podía abrir las puertas hacia el resto de América. Aquel que poseyera San Juan, poseía una de las llaves de América», afirma a Efe Minero, quien ha organizado en el fortín la exposición «San Juan de Puerto Rico, V siglos de historia».

Británicos y holandeses llegaron a entrar en la ciudad o tomar alguno de los castillos, pero siempre acabaron derrotados. No ocurrió lo mismo con EEUU, al que España cedió la soberanía de la isla el mismo año del ataque con el Tratado de París tras el llamado «Desastre del 98».

El historiador destaca, asimismo, que San Juan fue desde su fundación «un lugar estratégico e indicado para la flota española como una entrada en América, era el lugar en el que dividían la flota entre tierra firme y Nueva España».

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Su carácter defensivo y estratégico para el avituallamiento de las flotas fomenta una gran inversión en fortificaciones. Tras el incendio de la ciudad por los holandeses en 1625, se decide amurallar la urbe para convertirla en inexpugnable y ya en el siglo XVIII llegan ingenieros del Ejército español.

«Para evitar que el enemigo conquistara otras plazas en América era crucial la inversión en la defensa de San Juan. El legado más palpable de la arquitectura española en Puerto Rico es la ingeniería militar que corona la ciudad», apunta Minero.

Los castillos de San Felipe del Morro y San Cristóbal, así como fortines más pequeños como el del San Jerónimo, definen la ciudad actual, donde la herencia española también se ve en las iglesias y edificios coloniales.

La iglesia de San José y la catedral son «testigos silentes de todos los procesos históricos», según el director del Museo de San Juan, quien asegura que el patrimonio histórico edificado de la isleta es «único en su clase».

De hecho, el Viejo San Juan fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983.

Para Pérez, la celebración de los 500 años de la fundación de San Juan y la visita de Felipe VI reafirman «esos lazos y ese compromiso entre ambos pueblos para potenciar lo que nos une y, más que al pasado, mirar al futuro». 

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