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Salario mínimo en Honduras una eterna batalla entre capital y trabajo

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Tegucigalpa – La negociación del salario mínimo en Honduras, se ha convertido en una eterna medición de fuerzas entre los dirigentes de las organizaciones obreras y los directivos de la empresa privada, en lugar de consensuar con el gobierno una verdadera política de sueldos y salarios conforme a un esquema de productividad.
 

Y en esa sempiterna guerra que año con año libran el capital y el trabajo en Honduras, los grandes afectados son miles de trabajadores hondureños que no tienen la posibilidad de mejorar su condición productiva para devengar mejores salarios ante la falta de una política integral que combine la productividad con un mayor bienestar.

En ese sentido, en medio de un escenario con una crisis financiera y económica internacional y un creciente desempleo en el país, las representaciones de los obreros y los empresarios han vuelto al campo de batalla con la mediación del gobierno para intentar de nuevo tratar de ponerse de acuerdo para fijar un nuevo aumento al salario mínimo a más tardar el 15 de enero próximo.

Los delegados de las tres centrales obreras, del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) y del gobierno fueron juramentados para integrar la comisión tripartita del salario mínimo, el que es pagado a más de 500,000 hondureños.

De no lograr un acuerdo, como sucede desde hace varios años, antes del 15 de enero, sería al presidente Porfirio Lobo, a quien le tocaría nuevamente fijar el nuevo salario mínimo.

Para fijar un nuevo salario mínimo, las partes están de acuerdo que antes se requiere conocer de manera previa la tasa de inflación al 31 de diciembre de 2011 que es medida por el Banco Central de Honduras (BCH) a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC).

En ese sentido, ya que el BCH no ha dado a conocer el IPC acumulado en 2011, las negociaciones que se reanudarían este jueves, se han vuelto a interrumpir ya que se espera conocer antes el porcentaje de inflación que se registro el año pasado.


Panorama

Para el secretario de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras (Cuth), José Luis Baquedano, al lograr a un acuerdo con su contraparte empresarial se enviaría un importante mensaje a la inversión internacional.

Por su parte, la ministra de la Presidencia, María Antonieta Guillén, a quien el presidente Lobo le encomendó dirigir las negociaciones, ha aseverado que la posición del gobierno es la de favorecer el diálogo entre las partes para llegar a un acuerdo a partir de un estudio económico y otros insumos.

Sin embargo para el economista y analista sampedrano Carlos Urbizo, el tema del salario mínimo y del empleo en Honduras, es mucho más complejo al tratar de vincular a los que tienen que pagar, con los que tienen que recibir los salarios y mientras se mantenga una mentalidad simplista no se va a resolver.

Ese criterio de Urbizo es compartido con asalariados como Luis Benítez, quien se desempeña como guardia de seguridad y devenga incluso un poco menos del salario mínimo urbano actual.

Benítez relató que con ese salario que apenas sobrepasa un poco más de los 5,000 lempiras debe hacer malabares para mantener a su madre, pagar el alquiler de la casa, pagar los servicios públicos de agua y luz y los gastos de transporte y alimentación.

“Mire yo sinceramente le digo, ya estoy hasta perdiendo las esperanzas de casarme y tener hijos porque la situación cada día es más fregada y encima que hay que andarse cuidando para que a uno no lo asalten y hasta lo maten y a uno como trabajador no se le reconoce eso”, manifestó el celador.

Añadió que quizá por eso el ex presidente Manuel Zelaya se agenció simpatías al haber incrementado descomunalmente el salario mínimo en un 60% en diciembre de 2008 fijándolo en 5,500 lempiras para el área urbana.

No obstante, el propio Instituto Nacional de Estadística (INE) ha establecido que sólo la canasta básica de alimentos para una familia de cinco miembros tiene un valor de 6,500 lempiras, sin tomar en cuenta los gastos de alquiler, calzado, vestuario, medicamentos, telefonía celular y diversión, entre otras.

Para Urbizo, el simple hecho de que todos los años tenga que haber negociaciones prolongadas y muy polémicas, está manifestando la falta de capacidad de enfrentar el problema real de los trabajadores hondureños.

No obstante, el economista aclara que no considera que hay que modificar un salario mínimo por una tradición que existe, sino que hay que verlo en el contexto total del empleo en Honduras.

Trabajadores

Según las cifras del INE, 3.4 millones de hondureños trabajan y de éstos 1.7 millones lo hacen por cuenta propia y devengan un ingreso de aproximadamente 5,000 lempiras, y son personas que no van a tener servicios como el Seguro Social, el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), ni tampoco aguinaldos.

El resto de 1.4 millones son asalariados que reciben un sueldo cada 30 días y de éstos 200,000 están en el sector público y un millón 200,000 en el sector privado.

Según Urbizo, en Honduras más del 60% de los trabajadores devenga el salario mínimo, lo cual “se vuelve un problema político y social, y los gobiernos están interviniendo todo el tiempo porque saben que esas son las personas que van a votar y si consiguen buenos incrementos en el salario mínimo, hacen aparentar que están mejorando la situación”.

Honduras y Nicaragua son los países de Centroamérica que tienen el déficit más grande entre el salario mínimo y el costo de la canasta básica, según un reciente informe elaborado por organismos internacionales.

No obstante, la empresa privada teme que la mayor parte de la maquila se marche a Nicaragua donde el salario mínimo es más bajo que en Honduras.

Es por eso que el sector empresarial ha propuesto que la negociación del salario mínimo se haga a largo plazo como lo han hecho Nicaragua y El Salvador, donde se han negociado porcentajes de incremento para los años venideros.

“Los obreros tendrán claro el panorama en los próximos tres o cuatro años, el sector empresarial podrá hacer proyecciones y los hondureños se beneficiarán en esta lucha y competencia por atraer empleos”, manifestó el asesor del Cohep, Benjamín Bográn.

Según el dirigente empresarial, actualmente el inversionista busca estabilidad y reglas claras de juego. “Podemos tener condiciones y acuerdos previsibles por los próximos tres o cuatro años que permitan al inversionista hacer sus proyecciones”, acotó.

Añadió que además debe darse un trato especial a la micro, pequeña y mediana empresa (Mipyme) y a la maquila así como incorporar a las industrias de exportación.

Empero, se espera que las centrales obreras propongan en la mesa de negociación un salario mínimo de 7,316 lempiras en empresas grandes y 4,805 para el rubro agrícola, basados en un ajuste de 10%.

Actualmente se devenga un salario mínimo que va desde 4,368 lempiras en el sector agrícola y 6,651 lempiras en el financiero, luego que fue fijado por el presidente Lobo vía decreto en marzo del año pasado.

Según el secretario de la Central General de Trabajadores (CGT), Daniel Durón, las organizaciones sindicales estarían de acuerdo en un aumento basado en el crecimiento del país de 4% y el índice de inflación de 6% que proyecta el BCH durante el 2011.

“Negociemos sobre esa base de 10 por ciento y estaríamos muy cerca de llegar a un acuerdo en esta oportunidad”, aseveró Durón.

Para el presidente Lobo, “ya la esclavitud terminó, es un mundo diferente, estamos en el siglo XXI, se tiene que tratar al trabajador con dignidad y respeto, pagarle al trabajador lo justo, que esté en condiciones dignas, ese es el mundo de hoy y quien no lo entienda así está viviendo el pasado, eso no puede volver, privilegios, situaciones que debe terminar”.

Sin embargo, también cuestionó que “a veces luchamos contra nosotros mismos, atacamos al inversionista, no nos damos cuenta que sin él no hay empleo, igual que a veces tenemos inversionistas que nos dicen el problema es el salario mínimo, pero yo les digo reflexionemos todos, esta Honduras es de nosotros”.

Para sustentar la nueva fijación del salario mínimo se están tomando en cuenta cuatro parámetros económicos, el costo de la vida, canasta básica, productividad y deslizamiento de la moneda.

Para algunos economistas, lo relevante con vista al futuro es entender que en una economía abierta, si se reajustan los salarios reales por encima de la productividad, se pierde competitividad, y con ello el empleo futuro se verá afectado.

Para evitar ese desequilibrio, recomiendan que el reajuste al salario mínimo, que funciona como señal hacia empresas y trabajadores, debiera hacerse con el aumento de precios en el período corriente más el aumento de la productividad.

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