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Rosibel Cruz, desde Celaque hasta Los Andes y con la mira en el Everest

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Tegucigalpa (Por Jorge Sierra/jsierra@proceso.hn) – Es una licenciada en Administración de Empresas y una reputada profesional en el área de la industria financiera. Mujer valiente, emprendedora y una multiatleta. El destino y la salud la han llevado a recorrer las principales montañas del continente. Desde Celaque hasta los mismísimos Andes, la alpinista hondureña Rosibel Cruz Aguilera ha escalado lo que se ha propuesto.

Es la primera mujer hondureña en alcanzar el techo de América (Aconcagua), además junto a su compañero fueron la primera pareja de centroamericanos en hacer cumbres juntos, hecho ocurrido el pasado 3 de febrero.

Nacida en la capital hondureña el 21 de marzo de 1976, la entrevistada es la mayor de cuatro hermanos, tiene dos hijos -Daniel (21) y Jimena (19)- que son su mayor tesoro.

Marlon David Romero Amador, su pareja sentimental, es su cómplice en todo y su mancuerna perfecta en el mundo del alpinismo.

“Todo lo que sé de la montaña es gracias a él, sin duda es mi ejemplo”, pronunció.

Recuerda con agrado su niñez en Tegucigalpa y ahora sus años de adulta en El Hatillo, una zona alta de la capital, desde donde se avista toda la ciudad.

Marlon Romero y Rosibel Cruz en una de las paradas en Aconcagua en Argentina.

Citó que en sus años de escolar lo más que esperaba eran las vacaciones para invocar a su tío y pedirle que la llevara a la casa de su abuela en la montaña de Pavana en Choluteca para interactuar con la naturaleza. Ahí disfrutaba del aire libre, correr en el campo, ir a las pozas y ríos, subir árboles, y tener un idilio con el medio ambiente.

Esta hondureña cinco estrellas egresó del magisterio y rápidamente se graduó como licenciada en Administración de Empresas en la Universidad Nacional (UNAH), con tres máster: Dirección Comercial y Marketing, graduada con honores número uno de su promoción; máster en Administración en Proyectos Complejos y Estudios de Alta Gerencia en INCAE, ganando la Beca Mujer Líder de Latinoamérica.

Actualmente labora en una institución financiera del sector bancario y acumula tres décadas en el rubro.

Cómo nace su amor al alpinismo

Rosibel Cruz reveló que hace seis años, por prescripción médica, tuvo que elegir una actividad para hacer cardio. Fue así que comenzó corriendo con competencias de calle y por invitación inició yendo a la montaña.

“Me encantó, fue una conexión inmediata y hace tres años empecé con el montañismo que es lo más reciente en mi vida, pero que me llena de mucha satisfacción y que me apasiona esa conexión con la montaña”, describió.

La hondureña decidió ir a competencias fuera del país para participar en maratones, lo hizo en Centroamérica y en París, Francia. Luego, corriendo con altimetría y desnivel positivo y un día después de correr la ultramaratón UITG de Guatemala tomó a bien recorrer a Honduras a través del montañismo.

Rosibel en el trayecto a Playa Ancha en Aconcagua.

El top de las montañas inició en Celaque (2,849 metros), conocido el techo de Honduras, luego hizo el de Montaña Santa Bárbara, el Cerro El Pital que conecta con El Salvador y así sucesivamente iba recorriendo el país.

“La mejor manera de conocer el país, no es viajar en avión o en carro, sino entrar en contacto con los lugares y las personas. Cuando llegamos a las cúspides de estas montañas se siente una emoción bastante satisfactoria, un saborcito a gloria, se goza cada paso. Cuando llegamos a la cumbre podemos ver la magnificencia de la creación de Dios”, dijo con sentimiento reflejado en sus ojos.

Entre sus anécdotas, contó que en una oportunidad en Celaque, su pareja sentimental –Marlon Romero- sacó el machete durante la expedición nocturna por un ruido que escuchó. En ese momento ella no entendió nada y al día siguiente le consultó qué era lo que había pasado, a lo que le respondió que se trataba de un puma, pero que no quiso alarmarla.

Luego de recorrer los sitios más altos de Honduras, ahora tocaba voltear la mirada hacia afuera. El siguiente paso señalaba las siete cumbres más altas de Centroamérica.

Cruz decidió cumplir el reto en tiempo récord porque el tiempo en sus ocupaciones profesiones así lo demandaban. “Soy una persona con muchas responsabilidades, entonces había que aprovechar los fines de semana y los feriaditos para hacer el proceso de expedición y atacar las cumbres”, detalló.

La satisfacción cuando se corona un sueño.

En Guatemala recorrió el volcán Tajumulco (4,222 metros) y el volcán Tacana (4,060 metros); en Honduras hizo Celaque; cerro El Pital en El Salvador; cerro Mogotón en Nicaragua; en Costa Rica el cerro Chirripó; terminando en Panamá con el volcán Barú.

Tras cumplir el reto de los 4 mil metros, ahora el desafío era llegar a los 5 mil metros, eso significaba entrar a otro tipo de ambientes y topografías, con nieve y frío como ingredientes.

La mejor escuela y lo más próximo con nevados de 5 mil metros conducía a México, específicamente sus 5 volcanes más altos: nevado de Toluca, La Malinche, Tláloc, Iztaccíhuatl y El Pico de Orizaba o Citlaltépetl, este último con 5 mil 636 metros, un lugar de respeto que ha cobrado muchas vidas por sus condiciones climatológicas.

Para cada uno de estos retos, esta catracha se preparó muy bien físicamente y lógicamente estudió cada uno de los lugares a recorrer.

El techo de América

“Luego de estar en Honduras, ir a Centroamérica y seguidamente a México, nos había llegado el momento de ir a Sudamérica. Ya lo había expresado que el cuarto reto qué quería para mi vida era ir al techo de América (Cerro de Aconcagua)”, manifestó.

El Cerro de Aconcagua, ubicado en Argentina, tiene una altitud de 6,961 metros y está incrustado en la Cordillera Central de Los Andes.

Las inclemencias del clima es uno de los factores que hay que enfrentar. La primera pareja de centroamericanos en la cima de Aconcagua.

Relató que estuvo a inicios de este 2024 en la cordillera muy cercana a la frontera de Chile. Fue una experiencia inolvidable de 20 días porque además está a poca distancia de donde se produjo el accidente de Los Andes el 13 de octubre de 1972.

“La vista ahí es impresionante porque Los Andes no para, me comentaban que faltan vidas para poder grabarse todas las montañas que ahí se ven. El lugar luce nevado, tal cual se mira en la película ‘Sociedad de la Nieve’ y la flora son arbustos muy pequeños, se miran pajaritos allá muy a las cansadas y algunos de mis compañeros lograron ver Cóndor, yo no los logré ver. También hay guanacos, que son familias de las llamas, básicamente eso fue lo que pudimos apreciar”, describió.

Preguntada sobre los sentimientos encontrados que provoca el filme ‘Sociedad de la Nieve’, respondió que “cuando uno está ahí hay mucha autoreflexión. Los que somos montañistas sabemos que la montaña tiene vida propia, es importante sentir esa conexión directa con nuestro creador, saber que usted está solo, que ahí volvemos como al inicio, son pruebas de autosuficiencia porque a pesar que hay avances tecnológicos en ese lugar estamos solos y nos permite una introspección de lo que se ha logrado. Es un proceso de mucha reflexión”.

Acentuó que “a la distancia se miraba Chile y saber que ahí sucedió esa situación y que muchas personas perdieron la vida, y que somos afortunados al tener vida, es el mayor tesoro que Dios nos puede dar”.

La atleta abrió su corazón en una plática con Proceso Digital.

Orgullo representar a Honduras

La multiatleta hondureña dijo que cuando logra clavar la bandera en un pico alto se convierte en un hecho simbólico porque luego la retiran. “Tenemos mucho respeto por la montaña, todo lo que subimos lo bajamos, no dejamos nada, es parte de nuestra conciencia y nuestro ADN”.

Reveló que con recursos propios ha financiado cada una de las expediciones. En su familia le cuestionan que no gana nada haciendo esos viajes y que únicamente le genera gastos.

“Mi respuesta es mi satisfacción sobre algo que me apasiona, son momentos que los disfruto, me encanta ser embajadora de Honduras y hablar de todas sus bondades”, indicó.

Ahondó que cuando es consultada por Honduras, no duda en decir que es una tierra de gente buena, trabajadora y muy sencilla. “Suele llevar a los viajes nuestro café, me atrevo a decirles que es uno de los mejores cafés del mundo. Además, resaltó otros productos como el banano, mariscos, les hablo de nuestra gastronomía y los pongo a bailar Sopa de Caracol”.

Cruz quiere seguir poniendo en alto el nombre de Honduras.

Declaró que el último año ha sido una especie de expansión en su área laboral para combinarla con las montañas. “Doy todo por la empresa y forjo una relación ganar-ganar. Tenía el sueño de ir a Sudamérica, siento que el tiempo pasó rápido y estamos de nuevo en nuestras ocupaciones”.

Rosibel en la sala de redacción de Proceso Digital.

No ocultó que aspira a escalar el monte Everest, que tiene una elevación de 8,849 metros. “Todo es gradual, no podemos aspirar a correr sin antes gatear o caminar. Por eso, fuimos de casa a la región, luego al continente antes de pensar ir al mundo”, esbozó.

“Lo veo como un proyecto cercano, pero no podemos ocultar que son proyectos de alta inversión. Hemos pensado tocar puertas de patrocinadores, estamos positivos y queremos representar al país”, dijo con una chispa en sus ojos.

Lamentó que la comunidad alpinista en Honduras sea muy reducida, sin embargo no duda que irá creciendo con el paso del tiempo.

En torno al compatriota Ronald Quintero, que se convirtió en el primer hondureño en llegar a la cima del Monte Everest, dijo que es un orgullo para el país y que además son grandes amigos. “Es un gran tipo y nos llena de orgullo sus logros”, refirió.

La financiera y alpinista cerró la conversación afirmando que cuando se llega a la cima se toca la gloria, “son sentimientos encontrados, una alegría enorme, se llora de felicidad y agradecimiento porque Dios da la fuerza y el coraje para lograrlo. La alegría no se va, se queda con uno, se trata de una satisfacción del deber cumplido”. JS

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