Reforma judicial

Luis Cosenza Jiménez

Como regalo de despedida el presidente saliente de México, don Andrés Manuel López Obrador, ha logrado imponer su reforma judicial.  AMLO, como se le conoce, es un autócrata populista. 

En el ámbito mundial es, parafraseando a Madeleine Albright, una “obsolescencia irrelevante”, pero en México goza de mucha popularidad debido a sus posturas y acciones populistas. Con la mayoría abrumadora que logró en las últimas elecciones presidenciales, detuvo la reforma energética que estaba en marcha cuando tomó posesión y con ello México volvió a la época de los apagones y al racionamiento de la energía eléctrica.  También inició la construcción de su tren Maya, pese a la oposición de los ambientalistas, y ordenó la construcción de un nuevo aeropuerto pese a que ya se había iniciado las obras en otro aeropuerto. 

Al abandonar lo que estaba en marcha para iniciar el seleccionado por él, hizo que se incumpliera los contratos firmados, con el resultado de múltiples demandas en los tribunales.  En todos estos casos, él se salió con la suya gracias a su popularidad que se ha visto reflejada en el control del Congreso y el Senado. 

Frente al poderoso autócrata, la única institución capaz de oponérsele exitosamente fue el Poder Judicial, lo cual le frustró.  Como resultado, decidió impulsar una reforma que ponga al Poder Judicial bajo el control de los políticos.  Además, y aceptando que seguramente ese no fue su propósito, su reforma hará posible que el crimen organizado, en particular el narcotráfico, llegue a controlar el poder judicial. Pero veamos en más detalle la situación para que llegue usted a sus propias conclusiones.

Para comenzar, veamos cual es la recién aprobada reforma. En lo fundamental, a partir de la reforma todos los jueces, incluidos los magistrados de la Corte Suprema, serán seleccionados mediante el voto popular.

Además, se eliminó el límite de edad (35 años) y se redujo a cinco años la experiencia necesaria para ser magistrado. Si recuerdo bien, se redujo el número de magistrados y la duración de su período en la Corte.  Solo Bolivia tiene un sistema como este.  El resto del mundo recurre a la meritocracia para seleccionar a los candidatos quienes son luego nombrados jueces por otro poder del Estado, o a un sistema mixto con el sistema electoral para nombrar ciertos jueces y con otros nombrados por otro poder del Estado, con base en los méritos de los candidatos. 

Estados Unidos y Suiza recurren al sistema mixto, ya que algunos Estados, en el caso de Estados Unidos, y algunos Cantones, en el caso de Suiza, recurren a elecciones, mientras que en otros Estados y Cantones son nombrados directamente con base en los méritos de los candidatos. En particular, en el ámbito Federal y en ambos países, todos los jueces son nombrados por sus méritos (en el caso de Estados Unidos, por el presidente de la República). 

En el caso de México, se trata por tanto de un nuevo sistema muy poco usado y que requerirá elecciones para escoger a miles de jueces.  Los procesos electorales mexicanos han sido violentos y no hay razón para suponer que este proceso será la excepción.  Mientras tanto, los empleados judiciales se han declarado en huelga, sumiendo al Poder Judicial en el caos.

Todo esto obliga a preguntar qué es lo que deseamos de nuestro Poder Judicial y supongo que estaríamos de acuerdo en decir que ansiamos que apliquen la ley con honestidad, prontitud y profesionalismo y tratando de igual manera a todas las personas.  Nótese que no esperamos que sus decisiones sean populares.  Por el contrario, ansiamos que apliquen correctamente la ley, aún y cuando eso no sea popular. 

En otras palabras, no queremos que nuestros jueces sean políticos. Todo lo contrario, esperamos que nuestros jueces NO sean políticos y que no estén al servicio de los políticos.  Lamentablemente, el proceso electoral convierte a los jueces en políticos, ya que se ven obligados a congraciarse con los votantes para resultar electos.  Pero en realidad, la situación es aún peor.  Veamos por qué.

Para resultar electo es necesario contar con recursos para hacer campaña y esos recursos solo pueden provenir de cuatro fuentes.  Los fondos pueden provenir de ahorros del candidato, de pequeñas donaciones de los ciudadanos (digamos que solo se aceptará donaciones que no excedan los mil pesos), de un partido político o de uno o varios “empresarios”.  Los dos primeros casos son muy poco usuales, pero debo señalar que, de ganar las elecciones, el juez sería independiente, sujeto solo a los ofrecimientos populistas que pudo haber hecho para ganar las elecciones. 

Los últimos dos casos, que serán la mayoría, son preocupantes porque quien aporta los fondos luego pasa la factura.  Como resultado tendríamos jueces controlados por partidos políticos o por “empresarios” (y todos sabemos quiénes serían esos “empresarios” en México).  Esto nos obliga a preguntar si eso es lo que deseamos, jueces alineados con partidos políticos o con “empresarios”. 

A mi juicio, AMLO le ha causado un grave daño a México, y además será un daño irreversible por la dificultad de aprobar otra reforma que elimine la recién aprobada.  Esto debido a la dificultad para lograr la mayoría calificada que requiere una reforma constitucional y debido a la presión que ejercerán los grupos que se beneficiarán de la recién aprobada reforma.

Hay quienes dicen, incluida la presidente recién electa en México, que, en otros países, como Estados Unidos, los jueces son electos sin que eso represente un problema.  Sin embargo, no mencionan que, a diferencia de México, no todos los jueces son electos. Además, tanto Estados Unidos, como Suiza, gozan de una fortaleza institucional que México tan solo puede envidiar. 

Me parece imprudente que un país que no controla su territorio se lance a una peligrosa aventura que podría terminar destruyendo el sistema judicial o poniéndolo al servicio de intereses oscuros. Recordemos que el desarrollo de una nación requiere de un sistema judicial fuerte, honesto, eficiente y profesional.  Cuesta mucho ver como la recién aprobada reforma producirá tal sistema.  Es increíble ver como un autócrata populista y con aspiraciones mesiánicas puede causar tanto daño.  Triste situación en la que se encuentra México. Dios quiera que salgan bien librados de la trampa en la que los metió AMLO.

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