Por Jacobo Goldstein (JG) y Alberto García Marrder (AGM). Los dos veteranos corresponsales hondureños dejan por un rato la alta política internacional para escribir sobre un tema que les toca de forma íntima y cercana: redescubrir al pintor hondureño primitivista José Antonio Velásquez y al olvidado pueblo que inspiró sus cuadros, San Antonio de Oriente.
Otro Mano a mano, muy pictórico este. Para “La Tribuna” y “Proceso Digital” de Tegucigalpa. Y “El País” de San Pedro Sula (Honduras).
AGM: Jacobo, en este 2023, se cumplen los 40 años de la muerte del insigne pintor primitivista hondureño, José Antonio Velásquez, a los 77 años. Tú lo conociste muy bien y eres dueño orgulloso de dos de sus cuadros que cuelgan en tu apartamento en Florida. Este Mano a mano tiene por objetivo redescubrir su imagen, más apreciada en el extranjero que en su propio país.
AGM: ¿Cómo lo recuerdas? ¿Cuáles fueron tus primeros contactos con el cuándo eras Director del Instituto Hondureño de Turismo?
JG: En realidad yo conocí a José Antonio Velásquez en el año de 1961 y para entonces se le conocía pero no tenía la fama mundial que le esperaba. Era una persona muy humilde pero que inspiraba respeto. Para entonces, ya en Honduras se le conocía, pero sus cuadros se vendían a precios relativamente bajos. Fue en el Zamorano, una Escuela Agrícola Interamericana, que el director de la misma creyó en Velázquez y comenzó a comprarle cuadros. En 1969, mi padre me regaló uno de sus cuadros donde aparecía el poblado de San Antonio de Oriente. Los cuadros de Velásquez se me informo que siempre contenían un perro negro, un sacerdote y la iglesia del pueblo.
JG: En 1971, el gobierno de Honduras creó el Instituto Hondureño de Turismo que se convirtió en un ministerio sin cartera. Se me pidió que me hiciera cargo y acepté porque le debía mucho a Honduras. No teníamos fondos algunos cuando iniciamos nuestras labores, pero se me ocurrió que sería bueno empezar a promover a Honduras mediante Velásquez. Hablé con él, le expliqué lo que quería hacer y le pedí permiso de usar fotos de sus cuadros para hacer afiches y postales, cosa que jamás antes había tenido nuestro país. Los afiches los mandamos a todas nuestras embajadas, consulados y a las líneas aéreas en el exterior. Fue así como nos dimos cuenta del enorme interés que había porque la gente verdaderamente estaba encantada de ver ese tipo de pintura primitivista. Más adelante cuando ya tuvimos fondos, volvimos a reproducir cuadros de Velásquez que no solo se mandaban al exterior sino que los turistas que venían a Honduras los querían y más bien muchos de ellos pasaron por mi oficina preguntándome por Velázquez y yo les señale dónde vivía y era tanta la demanda que él se tardaba de 6 a 9 meses en cumplir con sus pedidos. Así fue como empezaron a cotizarse sus cuadros por más dinero.
AGM: En esa foto con el pintor, se le ve de poca estatura, comparada con la tuya. ¿Sabes que esos “posters” de promoción del turismo en Honduras usando cuadros de Velásquez, son ya coleccionables y tienen un gran valor?
JG: Me encanta saber esa noticia. En cuanto a su estatura era bajito pero gigante en talento.
AGM: Por la reproducción de sus cuadros en esos “posters” turísticos, el pintor tuvo algún pago por el permiso de su “copyright”?
JG: No, ninguno. Dijo que lo hacía por la patria que tanto quería. Sin embargo, los posters le dieron el reconocimiento a nivel mundial que lo lanzó a la fama internacional. Después de imprimir los posters, organizamos una presentación en Nueva Orleans de Velásquez en 1972 y allí vendió cuadros también. Mientras tanto, el director de la Unidad de Cultura de la OEA, José Gómez Sicre, comenzó también a promover a Velázquez mediante exposiciones y luego con un documental que fue narrado en inglés por la famosa actriz Shirley Temple y narrado en español por la actriz argentina María Elena Walsh. Me invitaron a viajar a Washington a conocer a Shirley Temple y a que se me entregaran dos copias del filmado, una en inglés y otra en español. Se titulaba, «El Mundo de un Pintor Primitivista». Cuando vi el filmado, me impresionó tanto que le pedí que si podía grabarme unas 50 copias en ambos idiomas y esas también las regamos a todas las embajadas. En pocas palabras, la fama de Velázquez se regaba por doquier para orgullo de la pintura hondureña.
AGM: Según una crónica del periodista Germán Reyes, Delegado de la Agencia EFE en Honduras, publicada en “La Vanguardia” de Barcelona, una hija del pintor, Elia Ruth Velásquez, está tratando -sin éxito por el momento- de que se cree un museo de su obra. Este ya sea en Tegucigalpa o en San Antonio de Oriente, el pueblo donde el pintor inspiró muchos de sus cuadros.
“El sueño de Elia Ruth Velásquez de un museo para su padre, ha quedado solo en eso, aunque ella sigue tocando puertas, tanto oficiales como privadas”, me escribe Reyes.
Reyes me dice que la pinacoteca del Banco Atlántida en Tegucigalpa es donde existe la mayor colección de cuadros de Velásquez.
JG: Yo soy el primero en decir que ella tiene toda la razón, porque Velásquez se merece su propio museo ya que hizo tanto por su patria. Yo he viajado por el mundo y he conocido muchos museos de pintores famosos en sus propios países. Es lo menos que podemos hacer. Durante 4 años, antes de pasar al gobierno, yo manejé la publicidad, relaciones públicas y mercadeo del Banco Atlántida, y recuerdo como el doctor. Paul Vinelli, el Presidente de la Junta Directiva, era un amante del arte.
No solo apoyó a Velásquez, sino que a muchos pintores nacionales. Me gustaría que el Banco Atlántida, presente sus cuadros para que el público hondureño y los extranjeros que nos visiten, puedan ver en persona la increíble obra de un pintor autodidacta que se enseñó solo a pintar sin ayuda de nadie.
AGM: También desde Tegucigalpa, el historiador Mario Argueta me dice que Velásquez, “pintor de la Escuela Naif, es más valorado y estudiado fuera que dentro de su país” y que es un “es un auto didacta en su formación pictórica”.
“Sus cuadros reflejan la sociedad y el paisaje hondureño, con temáticas pueblerinas en que siempre aparece un perro, un sacerdote y al fondo los verdes pinares de San Antonio de Oriente, aparecen como “leit motif” de su pintura”, me aclara Ortega.
JG: Estoy de acuerdo con Ortega. Falta que se reviva la obra tan valiosa de este gran pintor en su país natal. En Honduras es costumbre que lo de afuera es lo bueno y no valorizan lo nacional.
JG: Dos meses después de la muerte de Velásquez en 1983, hubo una ceremonia en la sede de la OEA en Washington e invitaron al ministro de Turismo de Honduras, el profesor Víctor Cáceres Lara y al mismo tiempo inauguraron una exposición de sus cuadros en la sede de la OEA que duró un mes. También hubo una exposición rodante en diferentes ciudades de los Estados Unidos. La OEA y el ex embajador de Estados Unidos en Honduras, Joseph John Jova, fueron quienes organizaron esa gira que incluía cuadros de la OEA, de la colección de Jova y de varias colecciones privadas.
JG: Alberto, yo sé que tú me acompañas, nacidos en Honduras, quisiéramos que sirvamos en algo para lograr que se honre a Velásquez como se debe.
AGM: Este es un primer paso Jacobo.