En una nueva edición del clásico de San Pedro Sula (norte), esta es la tercera final que ambos equipos juegan en 28 años, con las dos anteriores ganadas por el Real España (1980 y Clausura 2006-2007).
El partido se disputará en el estadio Francisco Morazán de San Pedro Sula, 243 kilómetros al norte de Tegucigalpa, donde desde el viernes están a la venta unas 19.000 entradas.
El Marathón llega dispuesto a cambiar la historia animado por el triunfo por 1-0 que obtuvo el domingo anterior en la ida, por lo que le bastará el empate para conquistar su séptima corona.
El Real España necesita ganar por al menos 2-0 para dirimir las cosas en los 90 minutos y llevarse el décimo cetro a sus vitrinas.
Si persiste el empate en puntos y goles en la serie final, se jugarán tiempos extras y, en caso necesario, se lanzarán tiros de penalti, según las bases del torneo.
El Real España podría jugar el partido clave de la temporada sin su mejor atacante, Carlos Pavón, quien se lesionó en la ida y todavía no se recupera.
El entrenador del Real España, el argentino Mario Zanabria, dijo confiar en que Pavón termine su recuperación, pero apuntó que cuenta con buenos sustitutos, el más probable Allan Lalín.
«Nos estamos alistando para dar el mejor juego del campeonato», subrayó Zanabria, y consideró que «va a ser un partido difícil, de poder a poder».
En el otro banquillo, el uruguayo Manuel Keosseián indicó que el Marathón «está muy bien» y anticipó que será un equipo «ordenado y agresivo» ante el Real España.
«Vamos a jugar una final difícil» y, al margen de la ventaja lograda en la ida, «hay que ganarla», señaló el técnico uruguayo.
Con la disputa del título ambos equipos sampedranos ratifican que son los mejores de la temporada, pues el Real España quedó en primer lugar en las dos vueltas regulares y el Marathón en segundo.
En semifinales, los capitalinos Olimpia y Motagua quedaron en el camino, el primero eliminado por el Real España y el segundo por el Marathón.
