Barcelona.– Era tan poca cosa con nueve años que, como jugaba con críos cuatro y cinco años mayores que él, Raphael Dias Beloli ‘Raphinha’ desarrolló una habilidad especial para el regate, algo de lo que sigue presumiendo hoy en día este jugador de moda, una de las sensaciones del curso europeo.
En una estadística combinada, de esas que gustan tanto en el ámbito del ‘big data’, Raphinha figura como el segundo jugador más determinante de Europa tras Mo Salah (Liverpool). El brasileño del Barça, entre Liga y Champions, ofrece 21 goles y 10 asistencias, tres goles y tres asistencias más si se suman los datos de Copa del Rey y Supercopa de España.
Cuenta que llegó a Barcelona, en el verano de 2022, por el influjo de Ronaldinho, nacido como él en el Porto Alegre, y con quien el padre de Raphinha, Maninho, músico de profesión, tuvo una relación de amistad.
Incluso la antigua estrella azulgrana llegó a actuar, escondido tras una máscara, en un par de conciertos con ‘Samba Tri’, el grupo de música ‘pagode’ del padre de Raphinha. Fue en la sala Bikini, en 2006.
Pero el camino hasta llegar a Barcelona ha tenido muchas paradas y muchas piedras en el camino. La primera en Restinga, el barrio de la periferia de Porto Alegre en el que nació y se crío, un ‘ghetto’ que la dictadura militar levantó para aislar a los proscritos del centro de la ciudad en los sesenta.
Creció conviviendo en un apartamento de una sola habitación que compartía con sus padres, su hermano y las mascotas de la familia (perros y gatos). Muchos días viajaba en autobús gratis, gracias a que el conductor hacía la vista gorda, y unos cuantos más pedía por la calle que le compraran un bocadillo entre entrenamiento y entrenamiento.
Y es que muy pronto se dio cuenta de que el fútbol lo era todo para él, pero también de que en un entorno de drogas y miseria, salir de ese laberinto sería muy complicado. Ya con nueve años recibió el primer revés, cuando en los equipos de base del Gremio de Porto Alegre le dijeron que no podía continuar allí.
¿El motivo? Era demasiado débil físicamente. Esa tipología le ha perseguido siempre al ‘mirradinho’, al flaco Raphinha, pero tirar la toalla no entraba en sus planes y fue buscando oportunidades allí donde no existían, porque desde siempre supo que el fútbol era la puerta de salida de la favela.
Pequeños clubes de aquí y de allá. Primero cerca de casa en el Sport Sul, Academia do Morro y E.C 2014, de Viamão, después más lejos, en el Audax, en São Paulo, y, finalmente, en el Imbituba, en Santa Catarina, a 330 kilómetros de casa.
Fue entonces, en 2016, cuando despertó el interés del Avaí (Florianópolis) y, poco después, en su vida apareció Deco para cambiársela. Europa fue el siguiente destino. Deco toca la puerta del Oporto, pero lo descartaron ¿El motivo? Era demasiado flaco.
Al final lo firmó el Vitoria de Guimaraes con diecinueve años a cambio de 600.000 euros (2,7 millones de reales de entonces) y convenció a Sergio Conceiçao, uno de los mejores entrenadores portugueses de siempre.
En el Vitoria estuvo dos temporadas, 4 goles y 7 asistencias en 40 partidos. El Sporting de Portugal, en 2018, se lo llevó a cambio de 6,5 millones de euros y en pocos meses, el Rennes francés llamó a su puerta tras ofertar 21 millones.
Cuenta Raphinha que tuvo que decidir marcharse a la Premier League en 30 minutos, el último día del cierre del mercado del verano de 2020. En Leeds le esperaba Marcelo Bielsa. Los ingleses pagaron 18,6 millones por él.
Y allí hizo más grande el camino, hasta que apareció el Barça en el verano de 2022. Deco habló con Laporta y los servicios técnicos del Barça. Raphinha era una pieza de mercado interesante y los azulgranas apostaron decididamente por él y pagaron 58 millones, más nueve en variables.
Lo demás es historia. Raphinha empezó a crecer poco a poco, mejoró con Xavi y su fútbol ha explotado esta temporada con Hansi Flick. Seguro que muchas veces recuerda sus orígenes y le viene a la cabeza aquella canción titulada ‘Goleador’ que ‘Samba Tri’ le dedicó a Ronaldinho.
En concreto un pasaje que dice: «Mucha gente piensa que ser jugador es fácil, vivir en el esplendor. No saben que el arte es aún más difícil que ser doctor. Regatear la vida, encontrar la salidaPara no ser otro sufridor…». EFE/ir