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Qué bonito es lo bonito

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La Real Academia Española de la lengua define la palabra bonito como algo agraciado y con cierta proporción de belleza, pero si consultamos a los 270 millones de personas que disfrutan del fútbol la respuesta es otra, pues sin duda alguna, bonito para un aficionado de este deporte es ver como las grandes estrellas del balompié mundial hacen gambetas, fintas, voleas y demás que terminadas en gol se convierten en amor.
 

Pero si de belleza hablamos no hay nada que se iguale al deporte rey y a las oportunidades de gloria y reivindicación que éste ofrece, prueba de ello es el mundial de Brasil 2014. La tierra de la zamba y del jogo bonito ha sido escenario de grandes encuentros futbolísticos en los que hemos comprobado que aquel dicho de que los hombres no lloran, es una falacia.

Las lágrimas han sido un elemento casi infaltable al finalizar los encuentros, ya sea por tristeza o felicidad.

En el fútbol como en la vida hay momentos en los que un error puede salirnos caro, lo que me hace recordar cómo en Sudáfrica 2010 una mala salida del portero brasileño Julio César fue determinante en la victoria de Holanda ante Brasil en cuartos de final, dejando a los de amarillo eliminados de la competición.

Esa situación ponía en el papel de villano a Julio César, pero cuatro años más tarde un 28 de junio el fútbol le daba la oportunidad de convertirse en héroe.

En el Estadio Mineirão, en Belo Horizonte, era la cita para que dos grandes escuadras sudamericanas se vieran las caras, Brasil se enfrentaba a su similar de Chile por el pase a cuartos de final.

El tiempo reglamentario terminó con el marcador igualado a un gol por bando, lo que forzó al alargue de 30 minutos en los que tampoco se definió nada y hubo que ir a la tanda de penaltis.

La tensión y el fantasma de convertirse en el malo de la historia resurgieron para el arquero brasileño y el llanto fue inevitable.

La responsabilidad era enorme, pero esta vez la cosas fueron distintas, la suerte estaba echada a favor de Julio César, quien tras la mala ejecución de Pinilla y Alexis paró dos penaltis consolidándose como el héroe del partido y devolviéndole a todo un pueblo la posibilidad de seguir soñando con el hexacampeonato.

Así como el fútbol te da la posibilidad de reivindicarte también te da la oportunidad de tocar la gloria, tal es el caso de nuestros hermanos costarricenses, quienes tras una excelente campaña en la fase de grupo han logrado lo impensable, meterse en cuartos de final tras un juego de infarto que se definió desde los once metros y que mantuvo en vilo a toda Centroamérica.

¡Qué bonito es lo bonito! Hoy los ticos nos han dado cátedra de fútbol, pero sobretodo nos han demostrado que con paciencia, tenacidad, humildad, amor por la patria, fe y con mucho trabajo se pueden hacer bien las cosas. Costa Rica pasó de ser la cenicienta del grupo de la muerte a la revelación de Brasil 2014.

Cómo no decir que el fútbol es el deporte más lindo del mundo, si es capaz de unir a pueblos enteros en torno a una selección, ese es el caso de Centroamérica, que se ha unido a un solo grito ¡Vamos Costa Rica!.

Es hermoso ver cómo toda la región se ha puesto la camisa de este país hermano y ha sufrido, llorado y celebrado con ellos. Porque es ahí donde comienza el sentimiento de pertenencia, donde la integración del área se vuelve posible aunque sea por un momento, es ahí donde no existen fronteras y donde todos se abrazan para saludar con cariño al nuevo gigante de la CONCACAF.


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