Ciudad del Vaticano – El Papa Benedicto XVI expresó hoy su preocupación por el proselitismo de las sectas en Honduras, así como por la pobreza, violencia, emigración, destrucción del medioambiente y corrupción en el país centroamericano.
Así lo manifestó el pontífice en el discurso que dirigió a los obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), que se encuentran en el Vaticano para la tradicional visita «ad limina apostolorum», la cual deben hacer al Papa cada cinco años todos los prelados del mundo.
Tras agradecer las palabras que le dirigió el cardenal arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la CEH, Óscar Rodríguez, el Pontífice expresó su solidaridad con los hondureños que sufren «debido a la pobreza, la violencia o la enfermedad».
Benedicto XVI resaltó que el pueblo hondureño se caracteriza por un profundo espíritu religioso, pero que «la difusión de la secularización, así como el proselitismo de las sectas, es fuente de confusión para muchos fieles, y provoca además una pérdida del sentido de pertenencia a la Iglesia».
Ante esa situación, el obispo de Roma animó a los prelados hondureños a no caer en el desánimo e impulsar «una extensa y audaz labor» de evangelización, «que se apoye, más que en la eficacia de los medios materiales o de los proyectos humanos, en el poder de la Palabra de Dios».
Sobre el espíritu religioso del pueblo hondureño, el Pontífice dijo que es profundo y que se expresa en las numerosas y arraigadas prácticas de devoción popular, pero precisó que éstas, para ser un instrumento válido para el anuncio del Evangelio, deben ser «purificadas de elementos extraños a la fe».
El Papa Ratzinger se refirió también a la situación social en Honduras y manifestó que «sé bien cuánto os aflige la pobreza en la que viven tantos compatriotas, junto al aumento de la violencia, la emigración, la destrucción del medioambiente, la corrupción o las carencias en la educación».
Benedicto XVI resaltó la «intensa» labor de los prelados para ayudar a los necesitados y les exhortó a potenciar en todas las comunidades diocesanas y parroquiales «un extenso y capilar servicio de caridad, que llegue de modo especial a los enfermos, a los ancianos y a los encarcelados».
El obispo de Roma les animó a prestar atención a los matrimonios y las familias, señalando que la estabilidad de ello beneficia tanto a la Iglesia como a la sociedad, y mostró su satisfacción por el hecho de que la Constitución hondureña incluya un reconocimiento explícito del matrimonio.
En su repaso a la sociedad e Iglesia hondureña, el Papa abogó por potenciar la formación de los seminaristas, «para que los futuros sacerdotes adquieran esa madurez humana, espiritual y sacerdotal que los fieles necesitan», y dijo que a pesar del incremento de las vocaciones hay escasez de presbíteros.
Por ello, les animó a suscitar vocaciones entre los jóvenes.
Tras agradecer las palabras que le dirigió el cardenal arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la CEH, Óscar Rodríguez, el Pontífice expresó su solidaridad con los hondureños que sufren «debido a la pobreza, la violencia o la enfermedad».
Benedicto XVI resaltó que el pueblo hondureño se caracteriza por un profundo espíritu religioso, pero que «la difusión de la secularización, así como el proselitismo de las sectas, es fuente de confusión para muchos fieles, y provoca además una pérdida del sentido de pertenencia a la Iglesia».
Ante esa situación, el obispo de Roma animó a los prelados hondureños a no caer en el desánimo e impulsar «una extensa y audaz labor» de evangelización, «que se apoye, más que en la eficacia de los medios materiales o de los proyectos humanos, en el poder de la Palabra de Dios».
Sobre el espíritu religioso del pueblo hondureño, el Pontífice dijo que es profundo y que se expresa en las numerosas y arraigadas prácticas de devoción popular, pero precisó que éstas, para ser un instrumento válido para el anuncio del Evangelio, deben ser «purificadas de elementos extraños a la fe».
El Papa Ratzinger se refirió también a la situación social en Honduras y manifestó que «sé bien cuánto os aflige la pobreza en la que viven tantos compatriotas, junto al aumento de la violencia, la emigración, la destrucción del medioambiente, la corrupción o las carencias en la educación».
Benedicto XVI resaltó la «intensa» labor de los prelados para ayudar a los necesitados y les exhortó a potenciar en todas las comunidades diocesanas y parroquiales «un extenso y capilar servicio de caridad, que llegue de modo especial a los enfermos, a los ancianos y a los encarcelados».
El obispo de Roma les animó a prestar atención a los matrimonios y las familias, señalando que la estabilidad de ello beneficia tanto a la Iglesia como a la sociedad, y mostró su satisfacción por el hecho de que la Constitución hondureña incluya un reconocimiento explícito del matrimonio.
En su repaso a la sociedad e Iglesia hondureña, el Papa abogó por potenciar la formación de los seminaristas, «para que los futuros sacerdotes adquieran esa madurez humana, espiritual y sacerdotal que los fieles necesitan», y dijo que a pesar del incremento de las vocaciones hay escasez de presbíteros.
Por ello, les animó a suscitar vocaciones entre los jóvenes.
