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Orígenes de la integración centroamericana

José S. Azcona

Los hondureños hemos tenido una añoranza histórica de ser parte de una entidad centroamericana. Nuestra bandera, constitución y memoria política refuerzan y confirman este anhelo. Para entender por qué no se ha podido llevar a cabo y qué expectativa o camino futuro hay es necesario entender la historia.

La independencia se dio por fuerzas externas, cuando había un mínimo de conciencia cívica. Las identidades que había eran de indígena o español (ladino) y miraban a un pasado precolonial o una metrópolis extracontinental. Solo había una leve conciencia regional, y la personalidad de la capitanía general era nula para la gente (al carecer de presencia local). No había órganos de participación más grandes que un cabildo (municipalidad), sin espacios para desarrollar un sentido patrio. Los mismos estados carecían de una identidad propia fuerte, sin la cual es difícil desarrollar la autoridad. En ausencia de esta, además carecían aún de órganos administrativos o sociales que aglomerasen o diesen legitimidad a cualquier acción pública.

Se intentó construir un estado federal, pero había poca experiencia de gobierno propio y menos de la prudencia y respeto a la ley que requería el federalismo. Este requiere una enorme experiencia de autogobierno y de desarrollo de entidades que nacen primero y después se aglomeran. El federalismo no requiere democracia, aunque sí capacidad administrativa y respeto a la ley. El Sacro Imperio Romano (Europa Central) era un estado medieval federado. Holanda igual fue federación (aunque dominada por un estado más grande que los otros). Los Estados Unidos fueron la primera federación democrática, y cada estado se había constituido de forma individual y se fueron unificando por necesidad. Un estado federado es más difícil de manejar que un unitario, ya que a las dificultades de establecer y mantener un gobierno se suma el problema de constituir y mantener un equilibrio entre el gobierno central y los estatales.

Un estado unitario también hubiese sido difícil de constituir a nivel centroamericano. A excepción de Francia, donde el proceso revolucionario fue acompañado de centralización, la ausencia de capacidad del estado y de conciencia nacional hubiese hecho difícil el proceso democráticamente. Por la dispersión y debilidad de la economía tampoco se hubiese podido imponer por la fuerza. Un estado mucho más rico y desarrollado como México, al heredar las tierras del Virreinato de Nueva España, no las pudo mantener íntegras. Este perdió la mayoría de su territorio (Centroamérica, Tejas independiente, cesión a EE. UU.), y difícilmente logró mantener unido el resto (se intentó independizar Yucatán por su cuenta, los filibusteros intentaron tomar Baja California y Sonora). Le costó casi 50 años (1868) tener dominio sobre su territorio y casi de inmediato pasó a un gobierno centralista dictatorial (Porfirio Díaz).

La federación cayó porque nunca pudo terminar de nacer (a pesar del mejor esfuerzo de Morazán y Valle), siendo derrotada más que por el regionalismo por la anarquía derivada del atraso e inmadurez.

Siempre quedó el sueño de la federación y se trataba de reconstruir por dos medios distintos: las armas y la política. La unificación política no daba frutos por 2 razones: recelo y falta de fuerza. Los gobiernos existentes no querían ceder su poder a un ente superior, y además carecían de legitimidad para guiar a la nación en un proceso.

Los regímenes de los estados generalmente estaban sustentados en las armas, y tenían muy poco arraigo entre la población. La forma de unificar por medio de las armas era imposible por el balance de números y fuerza entre los estados y la pobreza y malas comunicaciones. Se hacía muy difícil la conquista de uno a otro (justo Rufino Barrios fue el que estuvo más cerca de lograrlo, hasta que murió en batalla en 1885) y, además (como demostraron las guerras civiles de fines de la década de 1830), la conquista de una plaza no era garantía de su sostenimiento.

Para el siglo XX ya no se pretendía hacerlo por las armas, además de que ya había una función tutelar de EE.UU. que lo impediría, y el sentido de nacionalidad haría muy difícil someter a un pueblo extranjero militarmente. Nuestras economías se fueron desarrollando con un modelo de exportación y comercio con el mundo exterior, con escasa relación entre ellas o aun internamente (en nuestro país teníamos básicamente dos economías, una que miraba al Pacífico y otra al Atlántico). De vez en cuando se concebían proyectos políticos de integración, pero no lograban avanzar porque carecían de una base económica y los estados todavía eran inmaduros en su gobierno, siendo regidos por la fuerza.

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