Estamos viviendo tiempos recios. No llevamos cien días de la nueva administración y ya se visualizan los preparativos para la construcción del remedo del muro de Berlín, con los ladrillos de cada voto que fue prestado por el electorado, para sacar al pais del agujero en el que se encuentra. Lamentablemente se está cumpliendo el guion de la película que anunciamos. Nos seguiremos hundiendo mientras contemplamos desmantelar el alfeñique estado de Derecho que permanece en pie. No es derribando estatuas ni cambiando el nombre a las calles cómo se genera convivencia y se crean puestos de trabajo, al contrario, así se consolida la fractura social y la confrontación, se inhibe la inversión, y el capital emigra ante la incertidumbre. El abogado Adama Dieng, asesor Especial de las Naciones Unidas, advierte: “La palabra debe convertirse en una herramienta de paz.Los discursos de odio anteceden a la violencia. Recordemos que las palabras matan tanto como las balas”.
Encaramados al pedestal de la dignidad, muestran el “Síndrome de Hubris”. El enemigo no solo debe ser vencido sino también humillado, incluso cometiendo los abusos que antaño denunciaron para victimizarse mientras pedían el voto al manipulado electorado. El Presidente de Méjico, López Obrador, criticó severamente la violación a los DDHH que sufrió el expresidente Hernández durante su captura, considerando prepotente e indigno su encadenamiento y exhibición pública. ¿Eran necesarias las cadenas?, se preguntaba ante los medios de comunicación. Recordando a los hipócritas del Evangelio, se entiende el vergonzoso silencio de la Conferencia Episcopal y de la Confraternidad Evangélica, quienes pareciera con ello buscar el favor del gobierno. Como dice el dicho: “Todo lo que deseas se encuentra del otro lado del miedo”. Cuando la justicia se utiliza como venganza queda certificada la pobreza espiritual de las autoridades, y se alumbra el camino que transitamos como sociedad.
En este mundo la felicidad no es un objetivo sino un estado emocional, en consecuencia transitorio. Nada hay más temporal que una emoción, para dar paso al sentimiento. La única felicidad que perdura es la espiritual, para quienes están en comunión con Jesucristo. Las aspiraciones materiales, cuando se alcanzan, producen satisfacción y estabilidad, para seguidamente integrarse en la rutina diaria, perdiendo protagonismo, porque lo que tenemos no se valora hasta que se pierde. El deseo de poseer forma parte de la naturaleza humana, se trata de un mecanismo de supervivencia, control y dominio. Pero disfrutar de bienes materiales no es un derecho pasivo que debe honrar el Estado, sino un derecho activo que deberá alcanzar el sujeto en función de su trabajo. Al Estado corresponde crear las condiciones, facilitar los medios para el desarrollo individual. El problema de los pueblos no es la desigualdad sino la pobreza. No aumenta la calidad de los jugadores bajándole el sueldo a Lionel Messi, por ejemplo, y repartiendo ese dinero entre necesitados, mediocres y holgazanes, porque así no se eleva el nivel del futbol, al contrario, se desmotiva al jugador, penalizado injustamente, perjudicando al empresario dueño del equipo, quienes terminan buscando mejores oportunidades allende fronteras.
La desigualdad es la base del desarrollo de la humanidad, concepto que confronta el doctrinario socialista. Siempre será peor vivir en una sociedad igualitaria de pobres, que en una sociedad desigual en cuanto a la riqueza individual, pero todos con recursos y calidad de vida. Hay que erradicar la pobreza, y de ella solo se sale invirtiendo en educación y especialización, arte y cultura, para que cada individuo pueda alcanzar todo su potencial según su propio esfuerzo. El Gobierno no es la oficina de contratación. La clase política es responsable de que la población crea lo contrario, exigiendo un trabajo cuando su partido alcanza el poder. Llegada la democracia a Honduras, la clase política entendió que la pobreza es una fuente de recursos que se debe proteger. Que manipulando a la masa ignorante mediante el populismo y la demagogia; prometiendo techo-trabajo-tortilla para todos; regalando bolsas solidarias y exoneraciones, “a modo de espejitos”; se inducen estados de opinión favorables para obtener los votos que dan acceso al sillón presidencial, desde donde mantener el negocio de la pobreza, el analfabetismo intelectual y la manipulación emocional de la población ignorante. Somos lo que hacemos para serlo.
“Todas las cosas están sujetas a interpretación, prevaleciendo la que está en función del poder y no de la verdad”. -Friedrich Nietzsche-