La protesta, organizada por la asociación «Primo Marzo», contó con el apoyo de colectivos y formaciones políticas como el opositor Partido Demócrata (PD), Los Verdes o Refundación Comunista.
Rosy Bindi, presidenta de la Asamblea Nacional del Partido Democrático, afirmó que «el éxito de la movilización es un desafío a la política para que finalmente ponga de su parte para gobernar en modo justo y con vistas al cambio».
«La integración es la vía maestra para construir un modelo de convivencia plural, abierta y sólida», añadió Bindi, para quien «la iniciativa de hoy demuestra que el mestizaje, antes que un hecho étnico, es una elección cultural de esperanza y apertura al futuro».
En Roma, mientras centenares de refugiados que están a la espera de recibir asilo limpiaban el parque de Colle Oppio, otro grupo de trabajadores se manifestaba bajo la sede del organismo estatal que gestiona las pensiones (INPS) para pedir la retribución por los años trabajados en Italia a los inmigrantes que deciden volver a sus países.
Según recogen los medios italianos entre las protestas más significativas figuran la de Nápoles -donde desfilaron unas 20.000 personas- y Bolonia, con 10.000.
Entre bailes, música y eslóganes contra la ley que impone el límite del 30 por ciento de inscripciones de alumnos extranjeros en las escuelas italianas, se manifestaron los participantes en la localidad de Rosarno, donde a principios del pasado mes de enero se vivieron unos duros episodios de violencia.
«No somos delincuentes», dijo uno de los manifestantes en declaraciones a la cadena SkyTg24, para quien la protesta está fundamentada en la «vergonzosa campaña que ha hecho que se identifique a los inmigrantes como enemigos de Italia».
En la ciudad sureña de Caserta los jóvenes del centro social «Insurgencia» mostraron un vídeo en el que se observaba cómo algunos conductores de autobús no efectuaban parada si a la espera había sólo inmigrantes.
Mientras, en Trieste (norte) muchos buscaban las abundantes pintadas racistas dibujadas en los muros de la ciudad para borrarlas a ritmo de tambores.