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Mejorar censos, el primer paso para lograr la inclusión afro en Centroamérica

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Panamá – Centroamérica tiene una tarea pendiente con sus censos: la población negra es mucho mayor de lo que dicen las cifras oficiales. Es lo que denuncian los expertos y las asociaciones de afrodescendientes de la región, que aseguran que el primer paso para lograr su inclusión es mejorar las estadísticas.

A diferencia de lo que ocurre en países con grandes concentraciones de población afro, como Brasil y Cuba, en Centroamérica las cifras son poco confiables y apenas hay datos desagregados por sexo, edad o ingresos, lo que dificulta la elaboración de políticas públicas exitosas.

«La región centroamericana tiene un problema con la calidad de los datos, pero esto es aun más grave en el caso de los afro», admitió a Efe la directora del Banco Mundial (BM) en Centroamérica, Seynabou Sakho, quien esta semana participó en un foro en Panamá junto a líderes afro de la región.

«El que no sale en las estadísticas no existe y, por tanto, no consigue fondos ni proyectos. Los censos son imprescindibles para visibilizar nuestras problemas», añadió por su parte a Efe la activista guatemalteca Olivia Núñez.

La mayoría de los países centroamericanos, a excepción de Honduras y El Salvador que aún no lo han hecho, han incorporado en los últimos años en sus censos de población variables étnico-raciales y preguntan a sus ciudadanos si son afrodescendientes, es decir, si tienen antepasados africanos.

El problema, explicó a Acan-Efe Germán Freire, especialista en desarrollo social del BM, es que el término afrodescendiente es solo conocido en las esferas institucionales, la gente de la calle no se identifica con este concepto y no se marca como tal en los censos.

En Latinoamérica, los términos más usados son negro, moreno, pardo, cholo o zambo y son los que deberían aparecer en los censos, apuntó Freire, autor principal del informe «Afrodescendientes en Latinoamérica: Hacia un marco de inclusión», publicado por el BM en 2018.

«Las estadísticas de identidad hay que trabajarlas bien para conseguir la identificación. Venezuela lleva años usando variables raciales, pero en 2001 introdujo el término moreno y la población que marcó la casilla pasó del 3 % a casi el 50 %», agregó el antropólogo.

Costa Rica y Panamá, con cerca de 400.000 personas afro cada uno, son los países centroamericanos con mayor población negra. Les siguen Nicaragua (170.000), Honduras (130.000) y El Salvador (10.000), según las cifras oficiales, cuestionadas por las asociaciones.

El representante de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Negras Panameñas, Samuel Samuels, aseguró que más de la mitad de la población panameña es afro, pese a que en el último censo del 2010 solo un 9,2 % se identificó como tal: «Hay un problema de identidad, de negación y de voluntad política».

«Nadie quiere reconocer que tiene un familiar esclavo por la carga histórica que esto conlleva y porque Hollywood se ha encargado de repetirnos que nos va a ir peor en la vida, pero hay que superar el estigma y poner en valor lo que han hecho los afro por América», indicó por su parte la antropóloga salvadoreña Marielba Herrera.

A pesar de los grandes avances de la década pasada, los afrodescendientes aún están sobrerrepresentados entre los pobres y subrepresentados en las posiciones de toma de decisiones en la región, tanto en el sector público como en el privado.

El BM estima en su informe que tienen 2,5 más probabilidades de vivir en pobreza crónica que los blancos o mestizos, menos años de educación y empleos menos calificados.

«La población afrodescendiente tiene todos los problemas de la región (pobreza, sanidad, conectividad y violencia), pero más agudizados», agregó la directora regional de la institución, para quien la erradicación de la pobreza y la conquista del desarrollo sostenible pasa por la inclusión de los afrodescendientes.

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