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Maduro: Zelaya actuaba de una forma ilegal e incumplia las leyes y la propia Constitución de Honduras

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Ricardo Rodolfo Maduro Joest es, a sus 64 años, un político y empresario hondureño de padre panameño y madre hondureña, esta a su vez nacida en Guatemala. Fue Presidente de la República entre los años 2002 y 2006, siendo relevado en el puesto por el depuesto y controvertido Mel Zelaya. Se le considera un hombre de diálogo y convicciones profundas. Militante nacionalista desde hace décadas, Maduro asesora al actual Presidente de Honduras, Pepe Lobo, en asuntos económicos, internacionales e incluso de política cotidiana. Hombre de confianza de Lobo, en esta entrevista, realizada en su casa de Tegucigalpa a los pocos días de que el país estrenase nuevo presidente, Maduro se muestra confiando en la capacidad de trabajo y liderazgo del nuevo mandatario.
 

  • Yo creo, personalmente, que Zelaya se había enfrentado abiertamente a las instituciones del país, desoyendo todas las indicaciones y negándose a obedecer al Poder Judicial reiteradamente.
  • El objetivo estaba claro, que era asegurar la continuidad de nuestra democracia. Creo que eso es lo fundamental del periodo de Micheletti; el proceso democrático continuó y se fortaleció, en tanto y cuanto Zelaya lo entorpecía y tenía el claro interés en interrumpir el mismo. Nuestra democracia sufría un periodo de zozobra e incertidumbre generado por el mismo Zelaya. Micheletti continuó la senda democrática y cumplió con lo que marcaban las Leyes del país. Se convocaron rápidamente elecciones y el proceso sigue adelante, eso es lo esencial

Atenea Digital: ¿Se justificaba el 28 de junio en los términos en que se produjo, fue tan nefasta, en definitiva la gestión de Zelaya?

Así lo pensaron todas las instituciones, que convergieron en el análisis. Yo creo, personalmente, que Zelaya se había enfrentado abiertamente a las instituciones del país, desoyendo todas las indicaciones y negándose a obedecer al Poder Judicial reiteradamente. Zelaya actuaba de una forma ilegal e incumplía las Leyes y la propia Constitución de Honduras. La institucionalidad, por sus formas, no funcionaba y se producían numerosos conflictos por la injerencia de Zelaya. Además, estaba el asunto de la reelección, donde nuestra Constitución no dejaba caminos de duda y señalaba claramente que no era posible. Había los artículos pétreos que impedían esa reelección. Todos los anteriores presidentes de Honduras habían respetado la Constitución y aceptaban la misma como propia de nuestra difícil herencia política, repleta de golpes de Estado, gobiernos de facto y crisis institucionales. Precisamente, lo que pretendía esa Constitución con su rechazo a las fórmulas reeleccionistas era volver a caer en los errores del pasado y evitar situaciones parecidas a las ya vividas entonces. Los presidentes era lo primero que aprendíamos y siempre se aceptaba ese principio constitucional de la no reelección, que la Constitución rechazaba tajantemente. Es una idea clara y meridiana que emanaba de nuestro sistema político. Pero Zelaya quiso ir más allá y se enfrentó a estos principios y también a todas las instituciones del Estado. Desobedeció a los jueces, violentó a las Fuerzas Armadas y se enfrentó a todas las instituciones. Creo que todos estamos obligados en una democracia a cumplir las Leyes y la Constitución, incluidos los presidentes de la República. Entonces, desde el respeto a las Leyes y a las instituciones lo que ocurrió respondía a las mismas y no había otro camino. El país, desde las instituciones, respondía de la forma en que podía y con los mecanismos institucionales que tenía en sus manos.-

¿Son fundadas las acusaciones de la resistencia en el sentido de que la represión fue brutal y hubo miles de muertos? Cree, a este respecto, ¿qué el trabajo de la Comisión de la Verdad será absolutamente necesario?

Yo creo que lo primero que tenemos que hacer es crear una Comisión de la Verdad que aclare muchas cosas; será la expresión de lo que aconteció y nos permitirá conocer de primera mano los hechos y sucesos de estos últimos meses. Es una gran oportunidad para esclarecer las cosas, tal como dice su texto fundacional, pues no se trata de juzgar unos hechos que ya han ocurrido sino de esclarecerlos y situarlos en su justa medida. Tenemos que actuar con mucho cuidado y analizar de forma objetiva los acontecimientos que ocurrieron. Lo que se busca es el bien de la sociedad hondureña en su conjunto para esclarecer las cosas, como he dicho antes, y plantear soluciones y estrategias para fortalecer la democracia en el futuro, asunto que debe ser el objetivo fundamental de la misma Comisión, tanto en el plano externo como interno. Hay que ser capaces de generar confianza y analizar lo que fue errado o lo que no fue; la remoción del ex presidente, por ejemplo, debe ser analizado. Tenemos que estudiar bien los hechos ocurridos y esclarecerlos dentro de ese marco. Lo importante es que de los resultados que obtengamos seamos capaces de fortalecer la institucionalidad del país y consolidar nuestra democracia, que es dinámica pero que debe ser mejorada y adecuada a las demandas que ahora necesita el país. Lo que también tengo claro es lo que no debe ser la Comisión de la Verdad: un combate para ver quien gana o quien pierde, quien tiene razón o quien no la tiene. Porque entonces se reabrirán las heridas y el proceso será fallido, poniendo en peligro la política del Presidente Lobo en el sentido de trabajar en pro de la integración nacional. La unidad que inspira el Presidente Lobo se rompería y sería un desastre; no hace falta más violencia y lo que hay que hacer es esclarecer los hechos para avanzar en el camino de la consolidación democrática y de la institucionalidad.

¿Puede hacer un balance de lo que han sido los meses de Gobierno de Micheletti y de los eventos que se sucedieron durante ese periodo?

Para mí lo más importante, lo esencial, es que se asegura la continuidad del proceso democrático y de que no hay una interrupción del mismo. El objetivo estaba claro, que era asegurar la continuidad de nuestra democracia. Creo que eso es lo fundamental del periodo de Micheletti; el proceso democrático continuó y se fortaleció, en tanto y cuanto Zelaya lo entorpecía y tenía el claro interés en interrumpir el mismo. Nuestra democracia sufría un periodo de zozobra e incertidumbre generado por el mismo Zelaya. Micheletti continuó la senda democrática y cumplió con lo que marcaban las Leyes del país. Se convocaron rápidamente elecciones y el proceso sigue adelante, eso es lo esencial, pese a las amenazas, la violencia y los llamados a la abstención. Celebramos unas elecciones con una gran transparencia, una alta participación y la presencia de centenares de observadores internacionales, que comprobaron la limpieza de los comicios y dieron fe, con sus informes, de la verdadera grandeza de nuestra democracia, que algunos tanto en el exterior como en el interior cuestionaban. Fueron unas elecciones ejemplares. A Micheletti, sólo por eso, le doy un sobresaliente.

¿Cuál es el futuro de Zelaya y sus partidarios y como incluirlos en la vida política para que la democracia se regenere?

Se están dando grandes pasos en pro de la integración nacional y muchos de los que hasta hace poco estaban en la llamada resistencia están ahora participando en el equipo del Presidente Lobo. En ese sentido, creo que Lobo está siendo capaz de integrar a una buena parte de estos grupos y el trabajo es muy loable, en este sentido. Hay un Plan de Nación, aprobado por el Congreso, y que tiene que ser una estrategia de trabajo en el largo plazo, pero dinámico y abierto, también sustentado en un diálogo profundo con todos los sectores del país. Estamos con una buena base para construir la unidad y avanzar juntos con este Plan de Nación para interactuar a favor de Honduras, que es el objetivo que todos tenemos en mente y que no debemos perder de vista.

¿Cómo reintegrar a Honduras en la comunidad internacional tras lo sucedido?

Hay varios niveles y grupos con los que tenemos que trabajar. Por ejemplo, el grupo de países del ALBA no nos va aceptar nunca, pues se encuentran en posiciones radicales e inamovibles, sin querer entender nada de lo que aquí ha sucedido e incluso sin escucharnos. Luego está el resto de la comunidad internacional, del mundo, que paulatinamente se acerca a Honduras y va aceptando lo que aquí ocurrió. Por lo menos, se da ya por sentado que se aceptan los resultados de las elecciones y de la voluntad del pueblo hondureño, que para mí es la salida natural de cualquier crisis y de esta más en concreto. Y sobre esta base, junto con lo que hace el Presidente Lobo, que está dando pasos fundamentales en pro de la integración real y el consenso, de querer fortalecer la democracia y construir una verdadera Comisión de la Verdad, creo que vamos en la mejor dirección. Así, la comunidad internacional percibirá estos cambios y poco a poco se irá generando una confianza que nos permitirá el acercamiento mutuo a la comunidad internacional. Tenemos una profunda crisis social y económica y, sinceramente, creo que el mundo debería restablecer de nuevo los lazos con Honduras para ayudarnos a superar nuestros problemas. Tenemos un desempleo altísimo y hay que superar nuestros problemas con la ayuda de la comunidad internacional, porque la suspensión de la ayuda externa fue un duro golpe a Honduras.

¿Y con los vecinos, cómo resolver los problemas?

Nicaragua tiene que entender que debe resolver los problemas que nos separan, casi el 50% de sus productos pasa por nuestro puerto en el Atlántico, un hecho innegable. Tenemos que sentarnos a hablar con nuestros vecinos, incluidos los nicaragüenses, pues va en beneficio de todos el regresar al marco normal de convivencia y buena vecindad. Yo siempre he sido un gran integracionista y un defensor de la unidad centroamericana. Somos un conjunto de cinco países pequeños con pocas posibilidades de salir adelante en el concierto económico internacional, pero juntos, creo, las posibilidades crecen y se abren grandes posibilidades. Los centroamericanos debemos cooperar y unirnos para trabajar en todos los campos. Ya nos hemos acercado, incluso, a los salvadoreños y las cosas van por el mejor de los caminos. Tenemos que ser capaces de volver a hablar para cooperar e integrarnos, no hay otra alternativa para la región: ese es el único camino.

¿Le ve al Presidente Lobo con la capacidad de llevar a buen término su proyecto y de gestionar el mismo con éxito?

Yo creo que sí, le veo capacidad política y funcionarial. Este es un ejecutivo muy político, a diferencia del mío que fue más tecnócrata. Pero creo que es que necesita ahora Honduras. Los perfiles elegidos para las responsabilidades han sido los adecuados y son gente de gran experiencia y bagaje. El mismo Presidente de la República es un hombre capaz de aunar grandes consensos y tiene una gran experiencia. Hay que encarar muchos frentes, el exterior, el interior y sobre todo el económico, y creo que Lobo va por buen camino, en el sentido de que quiere fortalecer la democracia y unir al pueblo hondureño. Si somos capaces de transmitir esas ideas hacia el exterior, y que el mundo así lo perciba, llegarán las inversiones y el turismo, se generará una tendencia positiva para el país. Tenemos que generar, además, la participación de los ciudadanos, para encarar los principales problemas que tiene el país.

¿Puede enumerar esos problemas que azotan a Honduras?

El primero es unir a la familia hondureña tras esta larga crisis. Luego están los retos sociales, por ejemplo en sanidad, donde faltan medicinas en los hospitales, y eso es inadmisible para muchos ciudadanos que sufren con esta deficiencia. Tenemos que afrontar los retos sociales de una forma rápida, significa y palpable para todos los hondureños, no podemos dejar de lado estos desafíos tan importantes. La salud y la seguridad, que tanto socava la credibilidad de las instituciones, son dos aspectos fundamentales, pues si el Estado no es capaz de garantizar la vida de los ciudadanos ¿entonces para qué sirve? Otro aspecto importante es la salud de las finanzas del Estado, que debe buscar su propia fiscalidad y generar recursos para que pueda asegurar la recuperación económica. Y vuelvo al principio: necesitamos urgentemente el regreso de las inversiones y los créditos internacionales para poner en marcha a nuestra economía.

¿Cómo ve a la oposición, será capaz de convertirse en una alternativa razonable y creíble?

Yo soy optimista con respecto a la oposición, veo el momento como muy creativo. En primer lugar, lo que sucedió fue coyuntural y la victoria nacionalista tuvo mucho que ver con la crisis de los liberales. La campaña de Lobo fue excepcional y fue capaz de superar la polarización que enfrentaba a la sociedad hondureña, que sufría una grave crisis. Pero yo creo que los liberales superarán sus crisis y volverán a ser la fuerza determinante e importante que fueron en el pasado; Honduras les necesita y ellos mismos serán capaces de ponerse en marcha, no tengo ninguna duda. Los liberales volverán a ser una gran fuerza con capacidad de ganar elecciones y dar la batalla. Y, en segundo lugar, creo que el votante hondureño es mucho más maduro y menos aferrado al voto tradicional, con lo que quiero decir que la izquierda estaría ciega si no aprovechase esta oportunidad para construir una verdadera fuerza en esa dirección. Los hondureños que han salido a la calle en estos meses no estaba en los dos grandes partidos tradicionales, sino que atendía a nuevas demandas y expectativas sociales. Para los partidos tradicionales, si no encontramos una renovación real desde todos los ángulos, será también un enorme desafío y sufriremos duramente. Creo que en la sociedad hondureña se abren nuevos espacios para la participación político y también para la conformación de nuevos proyectos; sería estúpido que la izquierda y las fuerzas no tradicionales de la sociedad no lo vieran así. Soy muy optimista, creo que hay nuevos bríos en la vida política hondureña.

¿Cree que habrá que cambiar o reformar la Constitución hondureña, tal como sugería el Presidente Arias?

Lo que tiene que hacer el Presidente Arias es respetar más a los hondureños, es inadmisible que un mandatario extranjero se dedique a atacar a otro país de la forma en que se hizo por su Constitución. Este es un asunto hondureño y no le atañe a él. Hemos modificado nuestra Constitución en veinte ocasiones y siempre que lo hemos considerado oportuno, así lo hemos hecho, como los Estados Unidos, que lo hicieron veintiuna ocasiones. La Constitución no es responsable de nada de lo que aquí aconteció. Eso no es óbice para que en el futuro examinemos nuevas posibles reformas constitucionales y el mismo Presidente Lobo ya lo ha planteado; se ha hablado incluso de crear un grupo que examine esas reformas y que lo que se considere oportuno sea aprobado por el Congreso, excepto los denominados artículos pétreos de la Carta Magna. Por ejemplo, la reelección presidencial considero que es inadmisible y no debe tratarse. Tenemos una Constitución compleja, que regula muchas cosas, pero eso no quita para que haya reformas oportunas en un momento determinado y en función de los cambios. Creo que algo en lo sí debemos seguir trabajando es en el asunto de la independencia de los poderes, que es un proceso lento y que toma varias generaciones. Tenemos que llevar a cabo importantes reformas y ser capaces, poco a poco, de ir construyendo una democracia más profunda y enraizada en nuestra sociedad.

Finalmente, ¿cómo resolver el asunto de la inseguridad ciudadana, un gran desafío para todos los hondureños?

El nuevo ministro tiene una gran experiencia. Tiene una estrategia muy clara de aplicar métodos de administración con metas definidas y haciendo un seguimiento de los avances diarios sobre el terreno. Le veo más como un gerente en la lucha contra el crimen, algo muy parecido a lo que se ha hecho en otros países en este campo y que recoge las experiencias más positivas y novedosas en materia de seguridad. Se examina la experiencia de Estados Unidos, concretamente la de Nueva York, que consistía en aplicar una metodología científica y estudiada a la lucha contra el crimen, algo en lo que en Honduras no teníamos ni los suficientes elementos ni datos para llevar a cabo un trabajo serio entonces. Nosotros no conocíamos ni siquiera en profundidad el problema, y el nuevo ministro, que por cierto ha sido el diputado más votado en las últimas elecciones, es un buen conocedor de esas estrategias y esperemos que sea capaz de llevarlas a buen término y tener éxito.

Tomado de Atenea Digital

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