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Los rusos hacen balance de 2022 con la incertidumbre de la guerra en Ucrania

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Moscú – “Ha sido el peor año de mi vida. Estamos tan mal que no veo cómo podríamos salir de esto», asegura a EFE Alexandr, un escultor ruso de 71 años que al igual que muchos de sus compatriotas hace balance del 2022 ante la incertidumbre del año venidero en medio de una campaña militar en Ucrania que no parece tener fin.

“Ha sido un año de shock, de terribles decepciones. Me preocupa el futuro de los jóvenes”, añade, al recalcar su rechazo a la decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de iniciar una campaña bélica en el vecino país.

Un año díficil para los rusos

Y es que para la mayoría de los rusos, el 2022 ha sido uno de los años más duros de los últimos tiempos, tanto por la presión moral y psicológica del conflicto ucraniano como las consecuencias económicas de las sanciones impuestas a Rusia por Occidente.

Según una encuesta de Levada, el principal centro sociológico independiente de Rusia, cerca de la mitad de los rusos, un 53 %, valoró el año que termina como “más difícil para su familia” que en anterior, un índice que en diciembre de 2021 alcanzó el 44 %.

Un 76 % de los participantes en el estudio calificó el 2022 como “más difícil para el país” que el anterior, un notable crecimiento respecto a 2021, cuando el 55 % de los encuestados eligió esta variante.

Para Svetlana, redactora de un portal ruso, “se trata del tercer año difícil consecutivo”, una mala racha que enlazó dos años de pandemia con el conflicto ucraniano para traer dolor y muerte.

Alexandr confiesa que le ha “nacido un odio animal” hacia los responsables del conflicto ucraniano, y expresó la seguridad de que estos “deberán pagar de algún modo por todo esto”.

“Espero que no tengamos más años como este, fue horrible y lo vamos a despedir con gusto”, asegura por su parte a EFE Borís, un empresario ruso del sector de la construcción.

Aunque a diferencia de Alexandr es de quienes que piensan que Rusia “se vio obligada” a iniciar esta campaña bélica debido a la coyuntura internacional de la cual responsabiliza a Occidente y la OTAN, reconoce que ha sido “un año de pérdidas, emocionales y psicológicas, relacionadas con la guerra, donde eslavos matan a eslavos”.

“Tengo en parte sangre ucraniana, mi tatarabuelo dirigió en su tiempo un koljoz (cooperativa agrícola soviética) en Ucrania”, confiesa, al recalcar que visitó en varias ocasiones ese país “maravilloso, que fue saqueado durante décadas por sus políticos”.

Confiesa que en medio de la avalancha de noticias que llegan de ambos lados sobre los combates en el vecino país, lo que más le afecta es “la pérdida de seguridad ocasionada por el hecho de que los eslavos se machaquen mutuamente en esta guerrita intestina”.

Eso sí, su negocio mejoró en relación a los años anteriores pese a todas las dificultades, algo que “compensa un poco” esta situación.

Una fiesta familiar

Svetlana está convencida de que en estas circunstancias es necesario “pasar estas fiestas en familia, sentir más la fuerza de los lazos familiares, a diferencia del ‘mundo exterior’ en el que imperan la agitación, la desunión y la indeterminación”.

Y es que para los rusos, el Año Nuevo es una fiesta tradicionalmente familiar cuyos atributos indispensables son de un lado el arbolito de Navidad y del otro una amplia mesa en torno a la cual reunirse para conversar y comer.

No solo se engalanan las calles con altos árboles de navidad con bolas de cristal, todo tipo de adornos y luces, sino que mucha gente cuelga guirnaldas de luces en sus ventanas, compartiendo así sus ánimos festivos con los demás.

Este año, según el Centro Nacional de Estudios de la Opinión Pública (Vciom), el 80 % de los rusos despedirá el 2022 en sus casas, apenas un 3 % irá a sus casas de campo y otro 6 % visitará a sus amigos.

“Los sucesos a nivel mundial nos han afectado a todos, pero en mi opinión, principalmente en el plano psicológico”, asevera Svetlana, según la cual, en 2023 “tendrá lugar una catarsis, ya que todos de un modo u otro la anhelan”.

Sueña “con que la gente de todo el mundo acaben de escucharse de una vez por todas entre sí, que muestren comprensión y flexibilidad, que llegue la paz a todo el mundo y a las almas de todos”.

Alexandr , por su parte, tiene “la esperanza que el año nuevo suceda algo positivo, al menos para mí”.

“Iremos a celebrar a casa de nuestros hijos y nietos. Es una casa en las afueras de Moscú, muy acogedora, con una chimenea y un horno ruso tradicional, todo muy agradable y navideño”, sonríe. AG

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