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Los hijos nunca van a dejar de necesitarnos, dicen madres trabajadoras

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Tegucigalpa – La mujer hondureña ha logrado dejar atrás su antigua posición de ser la jefa de hogar y actualmente ha incursionado en áreas de trabajo, tanto informal como profesional, pero conservando todas el don de la maternidad que les ha sido concedida.
 

* Progenitoras crían y educan a sus hijos en diferentes circunstancias, pero todas buscan el bienestar para los suyos.
 
Pese a la independencia económica, lograda por la vía laboral, una gran mayoría de mujeres hondureñas no han olvidado que su principal tarea es ser madres y estar al cuidado de sus hijos, por lo cual se muestran orgullosas que su trabajo no les hace perder su papel de madres a cargo de sus vástagos y de su familia.
 
Muchas han cumplido su rol de trabajadoras y madres en forma simultanea e incluso otras agregan la actividad académica, a sabiendas que una profesión les permitirá educar mejor a sus hijos, además de darles una vida mejor.
 
Pero las madres trabajadoras hondureñas señalan que no importa lo que eduquen y guíen a los suyos, siempre sus hijos las necesitarán y ellas quieren estar ahí cuando eso ocurra.
 
Proceso Digital buscó conocer la historia de algunas madres que han desempeñado con buena fortuna el papel de ser progenitoras, a la par de sus luchas por salir adelante en el desempeño de sus labores.
 
 
Los hijos siempre nos necesitan
 
enfermera-de-las-crucitasRosario Portillo Rivera, (47), es una enfermera auxiliar con una licenciatura en Educación Especial que actualmente se desempeña en el centro de salud de “Las Crucitas”.
 
Actualmente residente en el barrio Bella Vista y le dijo a Proceso Digital, que se siente satisfecha de ser madre.
 
Rivera ha procreado dos hijos, uno de 19 años que cursa el tercer año de la carrera de Ingeniería en Sistemas en la Universidad y el otro de 14 que cursa el octavo grado de la Escuela de Música.
 
Con un matrimonio de 22 años y el desempeño de su carrera de enfermería por 23 años, ha logrado complementar ambos roles.
 
Asimismo agradece el apoyo de su esposo para poder cursar la carrera universitaria y el cuidado de sus hijos “además es un balance que como mujeres, Dios nos ha dado ese don para podernos equilibrar para salir adelante”, reconoció.
 
Rivera es procedente de Ajuterique, Comayagua y no cuenta con familia en Tegucigalpa, relató a Proceso Digital que ella fue regalada por su madre a una enfermera cuando tenía cinco años de edad.
 
Sonrió al acotar que siguió el ejemplo de la mujer que le ayudó a crecer.
“La ayuda de mi esposo, mi madrasta y la dirección han sido esenciales para que yo saliera adelante, porque nos hemos mantenido en la parte espiritual con mi familia, gracias a Dios”, subrayó.
 
Agregó que para lograr una familia de bien “nos hemos mantenido unidos y uno los instruye (a los hijos) por el buen camino esperando que no intenten desviarse, porque conocen lo que nosotros les instruimos lo analizan más y el consejo a tiempo no está de más”.
 
“Yo considero que es necesario darles tiempo de calidad a nuestros hijos y lo recomendable es no tener muchos para atenderlos, porque nunca van a dejar de necesitarnos”, acotó.
 
 
El verdadero amor
 
madre-maestraDe su lado Carolina Ivette Peña Cerrato (39), maestra residente en residencial Francisco Morazán, brinda clases de sexto grado en la escuela Roberto Suazo Córdoba de la colonia 21 de Febrero, con una población escolar de 36 niños, además es consejera del centro de educación media Técnico 21 de Febrero en la jornada nocturna.
 
Ha ejercido la docencia durante 19 años y en ese tiempo logro culminar sus estudios con una licenciatura en Administración Educativa.
 
Peña Cerrato es madre de tres hijos, uno de ellos con 24 y cursa la carrera de odontología en la UNAH; otro de 16 que cursa un bachillerato en Finanzas, el menor es de tres años.
 
Compartió con Proceso Digital que para llevar a sus hijos hasta ese nivel lo ha hecho “con bastante sacrificio, porque los tenía que sacrificar a ellos para poder graduarme en la universidad y también en la Normal (Mixta Pedro Nufio), porque ya tenía a la (hija) mayor cuando estudié en la Normal”.
 
Adicionó que el apoyo de sus padres “siempre fue fundamental”, al señalar que ellos también le ayudaron a cuidad a sus hijos.
 
Pese a sus dificultades para salir adelante, la docente reconoció que “una de las metas más bonitas que deben tener las madres es tener una familia bien constituida y los hijos son parte fundamental de la vida de cualquier madre, sin ellos uno no descubre el verdadero amor”.
 
Igualmente resaltó que “lo primero que se debe hacer es buscar a Dios porque si se tiene a Dios en el corazón, todos los amores van a ser genuinos y mediante el amor de Dios se pueden transmitir valores a los hijos para que crezcan responsablemente y sean personas de bien”.
 
Es del criterio que “una madre le debe enseñar a los hijos que no necesariamente se necesita riquezas para ser personas de éxito, sino siendo personas de bien y que les guste colaborar con los demás”.
 
También pidió que “de la misma manera en que se reconoce el Día de la Madre, que también se reconozca el Día del Padre, porque también hay padres de bien”.
 
Buscar de Dios para disfrutar ser madre
 
plaza-los-doloresLuz Marina Ponce Ramos (47), residente en la colonia Las Ayestas y comerciante, cuenta con un negocio de ropa en el mercado Plaza Los Dolores de la capital.
 
Durante 30 años ha laborado en el centro popular de ventas, durante ese tiempo ha procreado siete hijos, los cuales tienen edades de 15, 16, 20, 21, 22, 23 y 24.
 
“Marinita”, como le llaman cariñosamente, destacó que todos sus hijos estudian, cuatro en educación media y tres en carreras universitarias como Pedagogía, Enfermería e Ingeniería en Negocios.
 
“Para que puedan estudiar, los he ubicado en dos jornadas, porque cuando salen de clases unos tienen que apurarse a venir porque tiene que irse los otros, uno tiene que buscar como acomodarse”, destacó con una amable sonrisa durante la entrevista.
 
“Los he criado en el mercado, nunca los deje con nadie más y cuando estaban chiquitos era como batallar con cuatro tiernos porque los mayores todos eran seguidos”, agregó.
 
Marinita se siente orgullosa porque sus hijos han crecido en este lugar popular y de movimiento en el que se puede encontrar diversas calidades de personas “para que pese a todo sean hijos de bien, creo que lo he logrado porque primeramente he tenido la ayuda de Dios, porque sin Él no lo hubiera hecho”, subrayó.
 
“Lo primero que uno como madre debe hacer, es encaminar los hijos en Dios y estar pendiente de ellos, no dejarlos a que hagan todo lo que quieran, el consejo es que estemos vigilantes siempre de nuestro hijos y para disfrutarlos hay que buscar del Señor Jesús”.
 
 

“La maternidad la he asumido con mucho amor porque la verdad es que los hijos le cambian la vida a uno, la forma de sentir y de pensar”, concluyó.

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