La primera gran pandemia de alcance global de este siglo ha representado un reto sin precedentes para la economía, la cultura, la política y la sociedad en general, en un momento histórico privilegiado en el que por primera vez los seres humanos pudieron seguir trabajando, estudiando, comprando, asistiendo al médico e interactuando, aún en condiciones de confinamiento prolongado, todo esto gracias a una red global de computadoras y a nuevas tecnologías que en su gran mayoría tiene menos de 20 años de existencia.
¿Qué aprendizajes deja para la humanidad la Pandemia en tiempos de Internet?
Aunque para la gran mayoría de los humanos que habitamos este planeta, probablemente este año representó un infierno que no quisiéramos repetir, lo cierto es que a diferencia de las pandemias que tuvieron que padecer nuestros antepasados, en el plano social, laboral, económico, educativo y cultural, el impacto fue menor y por primera vez de forma virtual la vida pudo continuar adelante en medio de la incertidumbre y el dolor.Sin duda las tecnologías protagonistas de este confinamiento fueron: Zoom, Google Meet y Teams, con millones de horas de teleconferencias virtuales, permitieron que los humanos pudieran seguir conectados en sus clases, actividades laborales, citas médicas y reuniones sociales, al tiempo que las plataformas de comercio electrónico crecieron exponencialmente manteniendo la economía global en funcionamiento.
A continuación, retomando muchos de los análisis que realizamos a lo largo del año, estos son algunos de los principales aprendizajes que nos dejó esta pandemia:
Evitar la presencialidad ayuda al medio ambiente y hace más eficiente el trabajo
Si algo develó esta pandemia, es que la presencialidad en el campo profesional y administrativo, se había convertido casi en un Fetiche para las empresas, especialmente cuando se trataba de reuniones, obligando a toda su fuerza laboral a desplazarse grandes distancias en urbes contaminadas y con alta congestión, lo cual si se suma con todo el conjunto de empresas operando en una misma ciudad, se estaba produciendo el colapso de la movilidad y del medio ambiente en las principales ciudades del mundo.
Gracias a esta pandemia muchísimas organizaciones han entendido que no se requiere de la presencialidad en el campo administrativo, por supuesto no aplica para la mano de obra aplicada o de manufactura. Miles de compañías alrededor del mundo planean reducir el tamaño de sus oficinas y mantener gran parte de sus empleados laborando desde casa, lo cual genera un ahorro de costos muy significativo, pero sobre todo calidad de vida para las familias
Al respecto, David Mott, socio fundador de Oxford Capital, una firma de inversiones inmobiliarias en Londres, Reino Unido, recientemente en entrevista con el medio británico BBC, afirmó que:
“La oficina ya no es el lugar en el que se espera que pasemos turnos fijos con rígidos horarios de reuniones. La mayoría de las personas que trabajábamos en una oficina podemos hacer el trabajo desde casa, desde un café, desde la casa de un amigo o desde un sitio de coworking.
Por supuesto, para algunas profesiones, la ubicación es fundamental. Pero los trabajadores de oficinas estamos viendo una página en blanco. Tenemos una oportunidad increíble para redefinir la manera en la que trabajamos y reescribir las normas”[1].
La flexibilidad como el gran valor diferencial en el terreno profesional
Otro aprendizaje en el campo laboral que nos deja esta pandemia es que la principal competencia profesional en el mundo presente y casi sin dudarlo es: La Flexibilidad, es decir la capacidad para desaprender o reaprender, adaptarse a los desafíos de las circunstancias, proceso que algunos han denominado: “reinventarse”, que, si bien en teoría suena muy sencillo, en la práctica es complejo, toda vez que por instinto tendemos a privilegiar el terreno de lo cierto sobre lo desconocido.
Un artículo publicado recientemente por el diario: Portafolio de Colombia el cual se especializa en temas económicos, identificó efectivamente que la flexibilidad se convirtió en un valor esencial en la pos-pandemia:
“Frente a los desafíos y la incertidumbre, los empresarios buscan personas que se adapten rápidamente y que, además de conocimiento técnicos, tengan interiorizadas las habilidades blandas para poder enfrentar cualquier acontecimiento”. Artículo de la revista Portafolio[2]
De igual forma, es importante reconocer que organizaciones basadas en la innovación, como por ejemplo Google, desde hace algunos años vienen privilegiando como parte de sus equipos humanos, el talento con alto grado de flexibilidad y que se reinventa permanentemente a sí mismo, incluso en algunos momentos se han inclinado más por el talento que no ha pasado por las facultades universitarias, toda vez que consideran que se adapta mucho mejor a los procesos de innovación.
Luces y sombras en el campo de la Educación
Millones de estudiantes alrededor del mundo pudieron continuar recibiendo clases y reuniéndose virtualmente con sus compañeros y docentes, algo que sin duda es muy positivo pues el tiempo en casa pudo aprovecharse en continuar de otras formas, los procesos educativos, sin embargo la pandemia ha dejado claro que al menos en los grados de Prescolar, básica primaria y secundaria, sigue siendo muy importante la presencialidad, la socialización directa, los espacios al aire libre, el contacto con otros humanos, por lo que esta pandemia nos ha enseñado que si bien en el terreno de la formación profesional seguramente las ofertas seguirán creciendo y fortaleciéndose desde lo virtual, no necesariamente ocurrirá lo mismo en el terreno de la formación básica.
Para el experto Rodrigo Sánchez Villa, quién recientemente publicó un artículo denominado El Fracaso de la Educación en Línea: Todos Hacen Nadie Aprende:
“La Educación virtual funciona bien solamente cuando se cumple con un requisito indispensable, inexcusable: que el estudiante sea de alto perfil, es decir, que tenga un interés genuino en adquirir conocimientos y capacidad de ser autodidacta. Existen algunos programas a distancia, a nivel de posgrado, que cumplen con ese alto nivel, pero requieren de alumnos que sepan leer y entender bien lo que leen y lo que escriben y que, además, puedan demostrar sus conocimientos cuando se les pregunta por ellos.” Rodrigo Sánchez Villa[3]
Para el experto Colombiano Fernando Zapata, el terreno de la básica, tanto primaria como secundaría, al igual que en preescolar, la educación virtual funciona principalmente como una herramienta complementaria o de apoyo, que eventualmente refuerza los procesos tradicionales, toda vez que en estas etapas la presencialidad es muy relevante:
“La naturaleza de los procesos formativos que se requieren en las edades tempranas, por la importancia que tiene la interacción física directa entre los niños y con sus maestros, al igual que la actividad física y la lúdica, demandan de la presencialidad en los procesos de formación de los menores.” Fernando Zapata Duque [7]
Las consecuencias de una agravada brecha digital
Internet se convirtió en un recurso imprescindible para que las personas pudieran continuar con su vida cotidiana durante esta pandemia, ya sea trabajando, estudiando o simplemente comunicándose, algo que no representó mayores traumatismo para los habitantes con ingresos suficientes en las grandes urbes, pero que en el caso de las familias por debajo de la línea de la pobreza, y zonas rurales, convirtió a la “Brecha Digital”, que hasta ahora solo parecía ser una fría estadística, en una realidad palpable, en donde millones de personas de un día para otro, se quedaron sin acceso al trabajo, a un tipo de comunicaciones, la salud, pero sobre todo a la educación.
Según las Naciones Unidas, 1,200 millones de niños en todo el mundo se han quedado sin ir a la escuela por la pandemia[4]. En Perú más del 80% de los niños que habitan zonas rurales en este país no tienen acceso a Internet, lo cual equivale a casi el 50% del total de la población infantil en edad escolar[5]. En Ecuador apenas el 37% de las familias tiene acceso a internet, significa que 6 de cada 10 niños no pueden estudiar, según la Unicef por otro lado, más de un millón de niños y adolescentes solo en la zona del litoral de este país, no puede conectarse a los contenidos educativos digitales y muchos deben recorrer grandes distancias o pedir Internet prestado, un fenómeno que es cada vez más frecuente en la nación Andina[6].
En Costa Rica de acuerdo con cifras oficiales del Ministerio de Educación Pública (MEP), la mitad de los estudiantes no tienen acceso permanente a Internet, computadora, tableta o teléfono inteligente. Algunos reciben material vía WhatsApp, cuando pueden pagar por una recarga en un dispositivo electrónico[7].
En Argentina, según el informe “Desigualdades Sociales en Tiempos de Pandemia” del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), el déficit de acceso a la información en la infancia y adolescencia, evidenció que el 48,7% no tiene PC en sus casas y el 47,1% no tiene acceso a servicio de Internet[8].
En Conclusión, El uso, aprovechamiento de Internet y la consolidación de una sociedad de la información, es un aspecto muy positivo que nos deja esta pandemia, lo cual se debe convertir en un aprendizaje que debemos capitalizar para el futuro, evitando el abuso de la presencialidad, no solo para la preservación del medio ambiente, sino también para el mejoramiento de la calidad de vida de todos los habitantes de las grandes urbes, al tiempo que la disminución de la brecha digital debe convertirse en la principal bandera de los gobiernos latinoamericanos en los próximos años, toda vez que si no se reduce la distancia entre quienes tienen acceso a la red y quienes no, estaremos presenciando un aumento sin precedentes de la pobreza, en una región con todo tipo de carencias y necesidades.