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Liberalismo y variaciones

Daniel Meza Palma, Exsecretario de Planificación, agosto 1984-enero1986

A medida que sociedades avanzan o retroceden en el mundo, es cada vez más difícil encasillar a los políticos y sus organizaciones en compartimientos ideológicos estrictamente definidos. Todos ofrecen buscar el bien común, pero ese concepto resulta discrecionalmente conveniente al criterio de cada uno.

El liberalismo fue producto del pensamiento ilustrado. Se considera que John Locke fue el padre de este tipo de pensamiento político. El liberalismo defiende los derechos naturales de los individuos, la separación del Estado de la religión y busca reducir la intervención del estado en aspectos sociales, culturales y económicos de un país. Las revoluciones democráticas estuvieron basadas en el liberalismo.

El discurso del Presidente Electo argentino Javier Milei durante su campaña y al momento del reconocimiento de su victoria puede conducir a confusiones cuando en medio de su alocución se autodefinió liberal y libertario a la vez.

Quizás un vistazo a las variantes del liberalismo contribuye a desentrañar o enmarañar aquello que los votantes pueden esperar de los líderes cuando están hablando de términos en los cuales no resulta claro, que haya consenso en su interpretación.

Por ejemplo, el liberalismo social se opone a la intromisión del Estado en la vida privada o en las decisiones personales de los ciudadanos

El socio liberalismo ganó gran relevancia en países como Francia y en Estados Unidos y los partidos socio liberales son aquellos ubicados en la izquierda o centroizquierda que aceptan las ideas liberales, pero que las limitan en pro del desarrollo de los individuos y el bienestar general.

El ordo liberalismo es una corriente de pensamiento económico que surge en la década de 1930. Esta escuela de pensamiento fue fundada por un grupo de políticos y economistas alemanes, en Alemania.

El neoliberalismo es una corriente económica que se basa en principios liberales pero que se ha desarrollado y adaptado a las condiciones económicas del mundo moderno.

El neoliberalismo defiende la liberalización de la economía y la reducción del papel del Estado en la sociedad y en el mercado. Los neoliberales creen que el libre mercado es el mejor sistema para producir bienes y servicios y distribuirlos de manera justa, y que el gobierno debe limitarse a establecer las reglas básicas del juego y a intervenir solo en casos excepcionales.

Ese limitado rol del estado implica la privatización de empresas estatales, la reducción de impuestos y la eliminación de regulaciones que restrinjan la actividad económica

El neoliberalismo busca además la libre circulación de los capitales internacionales y alienta las inversiones de empresas multinacionales; se opone al exceso de impuestos y gravámenes, busca incrementar la producción y evita el control de precios en productos y servicios por parte del Estado. Esta filosofía está basada en el capitalismo.

El liberalismo y sus variantes cuentan con una línea liberal de pensamiento que considera a la libertad como el mayor tesoro del ser humano; el liberalismo es esencialmente filantrópico: el ser humano no necesita de fuerzas coercitivas para practicar valores éticos como el respeto, la tolerancia o la solidaridad.

En línea adversa al liberalismo, el pensamiento socialista considera que la igualdad entre seres humanos debe ser un fin del accionar de hombres y gobiernos; nace de una visión misantrópica del ser humano: el hombre libre es incapaz de conductas éticas y ante la falta de fuerzas coercitivas moralizantes, es guiado por el egoísmo hedonista.

Los socialistas tienen una visión mesiánica de sí mismos: según ellos solo personas con una moralidad superior al común de los hombres pueden poner orden a la sociedad y devolverle un sentido ético. Personajes como Tomás de Torquemada, Vladimir Lenin o Adolf Hitler en el pasado y Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales en tiempos más recientes encajan en este perfil.

Cuando se trata de escoger entre el liberalismo y sus variantes versus el socialismo y sus variedades no debería ser difícil decidir lo conveniente. El liberalismo, sin embargo, debería retornar a sus orígenes.

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