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Las luchas de la MACCIH y la CICIG

Por: Thelma Mejía

Tegucigalpa,. Con sus características bien definidas pero complementarias en su propósito común que es la lucha contra la corrupción y la impunidad, la MACCIH y la CICIG libran actualmente fuertes batallas en contra de un monstruo de mil cabezas que parece ser la corrupción, un fenómeno que salpica toda América Latina evidenciando sus conexiones con las élites de poder político y económico.

Brasil dio la alarma con la operación Lava Jato bajo la cual países y gobiernos de la región han resultado implicados en sobornos a cambio de contratos. Casi toda América Latina y varios países centroamericanos han sido señalados por la corrupción descubierta en la operación Lava Jato destacando alto empresarios, ministros y hasta presidentes. Uno de ellos, el carismático Inácio Luda da Silva ha sido desnudado por los fiscales y serán los tribunales quiénes dirán qué tan pulcro o deshonesto ha sido el ex gobernante del Partido de los Trabajadores. La corrupción no tiene ideologías, solo socios.

La figura del lavado de dinero ha sido una de las más utilizadas en este tipo de corrupción que gracias a sus conexiones con redes internas gubernamentales pusieron importantes instituciones del Estado al servicio de la criminalidad.

En Centroamérica, desde hace una década una Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) fue instalada por las Naciones Unidas como resultado de los acuerdos de paz guatemaltecos para combatir la impunidad. La CICIG de la mano del colombiano Iván Velásquez y el Ministerio Público, ha comenzado a dar fuertes golpes en ese país. Un ex presidente y una ex vicepresidenta están encarcelados en procesos judiciales por diversos delitos cometidos desde el poder.

Las redes del ex presidente Otto Pérez y Roxana Baldetti no terminan de asombrar a los guatemaltecos cuando otro escándalo salpica al ahora presidente Jimmy Morales y su familia. Su hermano y su hijo están procesados por presuntos ilícitos y ahora resulta que también el gobernante se ve envuelto en financiamiento ilícito de campaña electoral en el partido que lo llevó al poder, el FCN, fundado por ex militares, esos mismos a los cuales la CICIG investiga por hechos impunes del pasado.

La CICIG en sus pesquisas también ha tocado grandes empresarios y banqueros, algunos incluso andan huyendo. Las aguas están como demasiado agitadas en ese país y las fuerzas impunes se alían para empezar a torpedear la CICIG para que su brazo no los siga alcanzando.

El presidente Morales pieza clave de esas elites amenazadas por la CICICG no midió sus pasos y declaró non grato al coordinador de la CICIG y desde entonces el pueblo nuevamente salió a las calles. Velásquez se queda pero la clase política le envió dos mensajes: no le quitó la inmunidad a Morales por el caso de financiamiento electoral ilícito y aprobó reformas penales para reducir delitos de corrupción, extorsión y otros 400 más. La gente volvió a salir a las calles y obligó a los diputados a retractarse de lo aprobado, pero la impugnación social a su accionar y a la gestión del presidente Morales sigue en aumento. La CICIG sigue librando batallas en un país que se pone cada vez más complejo, con la ventaja de tener una ciudadanía más consciente y un sector de la institucionalidad que ha reaccionado a la altura de las circunstancias.

En Honduras, con menos tiempo que la CICIG, la Misión de Apoyo en la lucha contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) también libra sus luchas. En su tarea de construir institucionalidad para reforzar el circuito anticorrupción va impulsando reformas, unas aprobadas, otras a medias, y otras engavetadas. Con el Ministerio Público ha obtenido las primeras condenas por corrupción en el caso del escándalo del IHSS.

Pero ese paso lento y decidido que ha iniciado parece que empieza a incomodar a las elites políticas y de poder, unas más visibles, otras conspirando desde la impunidad. Desde su creación, la MACCIH ha sido objeto al menos de tres campañas visibles:  Dos contra su vocero Jiménez Mayor que inició en redes sociales y la otra desde el sector privado por el caso de Berta Cáceres, al grado de ordenarle que “pidiera perdón” por sus actos.

Jiménez Mayor, con sólido prestigio internacional, busca atajar estos embates que irán subiendo a medida que la Misión siga su camino y sorprenda gratamente a la ciudadanía con los grandes casos de corrupción—aparte del IHSS—que seguro piensa dar ahora que existe en el Ministerio Público un equipo elite de investigación fiscal y juzgados especiales anticorrupción.

Las campañas contra Jiménez Mayor y la MACCIH han sido rechazadas por sectores sociales internos y por importantes e influyentes grupos internacionales y gobiernos de la cooperación internacional. Los mensajes de la cooperación internacional son fuertes tanto a favor de la CICIG y la MACCIH. Se resumen en una expresión que diera un diplomático acreditado en Ciudad Guatemala: si las elites políticas no entienden, pues van a tener que entender.

Menos burdos que en Guatemala, los diputados hondureños aprobaron también una reducción de penas contra delitos de corrupción que han intentado disfrazar. Fueron los primeros en la región en cerrar filas a favor de la impunidad, en medio de una bullaranga electorera, donde parece más interesante seguir el discurso de lo absurdo que tomar el pulso a los corruptos. De hecho ya hasta propuesta existen para eliminar a la MACCIH. ¿A qué le temen estos políticos?

El parlamento hondureño se apresta también a aprobar reformas a la ley orgánica del Tribunal Superior de Cuentas donde busca limitar acciones al Ministerio Público. La MACCIH ha advertido y sugerido en su último comunicado que el MP debe ser fortalecido para que pueda llevar los casos de persecución penal en materia de enriquecimiento ilícito y no limitarla como pretende la reforma. Aquí en medio del agite electoral, la elite política comienza a blindarse para que la MACCIH no le cuente las costillas. 

La ciudadanía hondureña sigue Guatemala y a medida que conoce los movimientos para desequilibrar a la MACCIH, entiende-aunque no plenamente—que las fuerzas de la corrupción están en movimiento. Esperemos que las esperanzas por la transparencia en este país sobrevivan al actual proceso electoral. 

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