Las elecciones de 1902

José S. Azcona

Hemos publicado en nueva edición el libro “Reivindicación” de Fernando Somoza Vivas, publicado en 1903.  Este recoge fuentes primarias y observaciones directas del proceso electoral, deterioro y finalmente descalabro cruento del orden constitucional.  Aunque el autor tiene un sesgo abierto (manifestado desde el título), y este es más un escrito de inmediatez- con el fin de documentar y justificar un proceso de guerra civil- recoge fuentes adversas y hace un esfuerzo moderado por incorporar las voces contrarias.

El proceso electoral de 1902 representa la primera vez en la historia de Honduras en la cual una oposición política tiene una oportunidad real de alzarse con una victoria electoral.  Anteriormente, todos los gobiernos habían surgido de las armas (ya sea por revolución, invasión externa, o amenaza de la misma), de un “dedazo” del gobernante, o de un consenso con su venida.  La candidatura de Manuel Bonilla representaba un proyecto ajeno a la administración, pero con una considerable popularidad- esta era producto del avance en las letras y las comunicaciones, que iban permitiendo la formación de una opinión pública.

El segundo componente que permitía esta oposición era el compromiso del Presidente Terencio Sierra de no reelegirse, y de cuidar al menos las apariencias de imparcialidad a inicios del proceso.  En todo este proceso vemos que la oposición reconocía al gobierno de Sierra como progresista, y que además las condiciones de democracia y debate público eran muy superiores a lo que habían acostumbrado ser en el pasado.  Por tanto, había habido un progreso sustancial, el cual daba lugar a nuevas demandas democráticas sin lograr satisfacerlas.

Sin embargo, no todas las prácticas pasadas habían sido superadas.  Acompañando un estricto compromiso con la no reelección y respeto a la libertad de prensa, existía el abuso del poder público para restringir una candidatura insurgente.  Si se le suma a esta candidatura oficial de Juan Ángel Arias, una tercera de Marco Aurelio Soto, vemos que había una serie de variables que hacían difícil una salida ordenada.

La constitución ya tenía la trampa tendida.  La misma trampa que en las elecciones de 1923 y 1954: una elección indirecta de presidente en caso de no haber mayoría absoluta de sufragios.  Al llevarse la elección al Congreso Nacional, se rehúsa el quorum y se rompe el orden constitucional.  De allí se recurre el terrible testamento de Alejandro Magno como juez: Krat’eroi (al más fuerte).

La lección que este proceso nos deja es la necesidad de construir instituciones fuertes y sistemas ordenados que no permitan vacíos arbitrarios.  Igualmente, que los problemas son visibles a ojo acucioso- y que se deben tratar de resolver por la vía del diálogo y la justicia.

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