Las desdichas del poder

Dr. Ignacio Alonzo

Ciertamente, los hombres construyen imperios, enormes monumentos, excentricidades, excesos de todo a todo, laberintos de pasión y delirios fascinantes, se rodean de amistades y relaciones impresionantes, cuando caminan por las alfombras rojas y son recibidos en los palacios refinados y bañados de oro, pareciera como si toda la vida vivieron y van a vivir por siempre, experimentando tanta ostentosidad, prepotencia, vanidad y lujurias. Los hombres de poder y con poder, no hay quien ose en decirles o contradecirles nada en lo absoluto, tienen tanto que lo único que tienen es poder. Estos seres humanos, no conocen los límites, derrochan tanto lujo y despiertan tantas críticas que si llegan a los oídos de ellos, mantienen grupos de choque que los defienden y aun cuando sus oficios en el poder sean deleznables y deplorables, los hacen ver casi como sí fueran divinos.

Hoy en la actualidad el poder se compra, se vende, se presta y hasta lo prostituyen, no hay ningún pudor en quienes lo ejercen. Es tan así, que los hombres de poder y con poder se ríen de los desposeídos y de los pobres, los cuales son solo usados en sus campañas y vistos como objetos y mercancías servibles para el voto. El colmo es que, mezclan poder con negocios ilícitos, riquezas indeseables y asquerosas de dudosa procedencia. Los hombres de poder y con poder, no son humanos, son tipejos y personajes sin valores, con escasez de visión de largo alcance, pues llevan a las naciones que gobiernan al descalabro económico, propician espacios invivibles, estercoleros, y promueven la laxitud moral, despilfarros y niveles insospechados de corrupción y de mutismos para toda una población burlada por pésimas prácticas de gobernanza e inequidad de todos los habitantes de sus Estados.

Una desdicha de los hombres de poder y con poder es que siempre los rodean personas aduladoras, mentirosas y fanfarronas, son encantadores de serpientes, vendedores de imagen, achichincles, creadores de laberintos de enajenación, burladores y remedos de sabor de engaño. Siempre delante de los hombres con poder, camina una avanzada que van abriendo paso, atropellando, quitando del camino al que se les ponga por delante, pareciera que deben llegar antes que todos, pero es que siempre llegan tarde a todo, por eso, y como son importantes y poderosos, los eventos, programas, inauguraciones y cortes de cinta esperan por ellos. Existe un contraste entre lo cobarde y supuestamente valiente, entre lo torpe y lo ignorante, entre el odio y el amor, entre lo profano y lo sagrado, pues, cuando se les escucha a los hombres con poder, que medio saben hablar, hacen uso irracional de lo anterior, mostrando tramos de sus vidas como quienes fueran casi pulcros e impolutos, más todos sabemos que son fraudulentos, hasta con ellos mismos, hasta su propia sombra les persigue, sus palabras les comprometen y sus hechos los exponen, dejando ver su escoria, bajeza y miseria moral.

La desgracia más grande es que los hombres de poder y con poder no les importa lo que digan los demás sobre sus actos indeseables, el mundo en que viven es tan irreal que lo que les rodea es tan sucio y vago que solo sirve para tirarlo y olvidarlo para siempre. Pareciera que se alimentan del lamento de una población desesperada e ignorada y sobre todo burlada a vista y paciencia de evidencias irrefutables. No importa quien hable o quien les diga la verdad, están entenebrecidos, su soberbia llega hasta el cielo, que Dios no tiene otra opción, más que vomitarlos. La desdicha más grande es que no se van tan rápido, pareciera que el poder se les pega, se tatúan y embriagan hasta enloquecer. El diálogo es algo ofensivo para quienes ostentan el poder, pues, solo ellos tienen “la verdad”, son dioses, deidades terrenales, estatuas inmortales, columnas y baluartes de ceniza, que es, en lo que terminan al final.

Una de las más grandes desdichas del poder es el dolor que causan los hombres de poder y con poder, para ellos la miseria es necesaria, la calamidad es pan, las vulnerabilidades de los pueblos son banderas que levantan hacia lo más alto. En un momento a otro, los vemos convertidos en héroes, después en ogros e infames por sus acciones y trucos, artimañas y estratagemas bien montadas. Cada vez sus liderazgos se ven tan pobres que son seguidos,ya sea por interés, miedo o por lástima. Los discursos que pronuncian son casi siempre falacias, diatribas y engañifas e insolentes verborreas huecas y sutiles falsedades que los incautos oyen y las alaban.

Para finalizar, sin ambages podemos decir que el Mundo pasa por la peor crisis de su historia, sobrevivirán solo los que practiquen los valores y principios de la sabiduría superior, los que busquen los canales de la prudencia y sobre todo aquellos que renuncien a sus altanerías y maledicencias, avanzarán. los que emulen y sean modelos de cordura y decencia, los que no se vendan ni se dejen comprar por ningún dinero. El honor no se negocia. No es posible seguir perdiendo el tiempo en fachadas falsas, en nauseabundas avenidas y en oscuras transacciones para mantener una situación insostenible como la que viven la mayor parte de países en América Latina, elecciones cuestionadas, poderes anquilosados, remedos de democracias y millones de latinoamericanos que viven en la diáspora, emigrantes permanentes e “ilegales perseguidos”, niños y niñas sin norte, a la deriva, que solo esperan crecer para hacer de y con sus pobres vidas despojos humanos, tan solo por las tantas desdichas del poder de las que somos víctimas, generando indignación social y desesperanza.

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