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Las críticas al keynesianismo

Roldán Duarte Maradiaga

Tegucigalpa. – Javier Milei en su libro Desenmascarando la mentira keynesiana” (2018), logra articular una serie de críticas fundamentales al pensamiento de John Maynard Keynes y a los planteamientos de sus sucesores. Entre los cuestionamientos relevantes se encuentran:

1) El «derroche virtuoso» y la demonización del ahorro: Milei reprocha a Keynes que, con su énfasis en el gasto público anticíclico, convierta el derroche del Estado en una supuesta virtud y tache al ahorro de “malo”. Según Milei, esa visión es la coartada perfecta para los políticos corruptos, pues “a ningún político le van a dar una medalla por ahorrar, sino que lo van a premiar por cortar cintas y gastar. Donde encuentras un político corrupto, encuentras un keynesiano dándole consejos”.

2) Destrucción del andamiaje clásico y mala asignación de funciones: El autor denuncia que Keynes desmantela el legado de pensadores como Wicksell, la Escuela de Cambridge y la propia Escuela Austriaca, para presentar un modelo en el que “determina el producto en el mercado de bienes” y, a la vez, “en el mercado de dinero determina la tasa de interés”, algo que Milei califica de “absolutamente carente de sentido” e “inventa los precios aplicando un margen de ganancias sobre los costos laborales”.

3) Justificación intelectual del expolio político: Milei sostiene que las teorías keynesianas han servido de coartada académica para que los gobernantes aumenten el déficit y financien gasto con emisión de moneda o deuda, en perjuicio de los contribuyentes. En sus propias palabras, las ideas de Keynes “critican el daño que han provocado las teorías de Keynes para justificar el robo de los políticos”.

4) Omisión de la teoría austriaca del capital e intertemporalidad: Aunque el subtítulo de su obra promete un “triunfo de la Escuela Austriaca”, Milei denuncia que Keynes y sus intérpretes posteriores ignoran por completo la teoría austriaca del capital y la estructura intertemporal de la producción, recurriendo en cambio a modelos neoclásicos estáticos que no explican las verdaderas causas de las crisis económicas .

5) Negación de la inflación como fenómeno monetario único: Frente a los keynesianos que atribuyen la inflación a múltiples causas (“multicausalidad”), Milei defiende la ortodoxia de Milton Friedman: “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario” y rechaza cualquier explicación que la cargue a monopolios, rigideces o ciclos de demanda agregada mal calibrados.

Con estas críticas, Milei busca regresarle al lector el marco de un libre mercado clásico y advertir sobre los riesgos —de deuda, inflación y pérdida de libertades— que, a su juicio, deriva de abrazar el keynesianismo.

Sin embargo, Javier Milei no es el único que ha criticado al keynesianismo, ya que desde otras posturas doctrinales también se ha atacado al autor del libro “La teoría general del empleo, el interés y el dinero” (1936).

A continuación se presentan las principales objeciones que distintas corrientes económicas como la doctrina neoclásica, el monetarismo, el institucionalismo y el marxismo, han formulado contra el keynesianismo:

1) Críticas desde la doctrina neoclásica. a) Ley de Say y el pleno empleo: Los neoclásicos clásicos (antes de Keynes) defendían la “Ley de Say”: la oferta crea su propia demanda, de modo que no puede haber exceso de capacidad productiva permanente. Desde esa óptica, cualquier paro o falta de demanda sería transitorio y corregido por ajustes de precios y salarios. Critican al keynesianismo porque, al insistir en estimular la demanda agregada mediante gasto público, se estaría ignorando la función de los mercados para alcanzar el equilibrio por sí mismos. b) Crowding‐out (desplazamiento de la inversión privada): Argumentan que el aumento del gasto o del déficit público eleva las tasas de interés (por competencia por fondos prestables), lo cual “desplaza” inversión privada y anula buena parte del estímulo keynesiano. c) Ausencia de microfundamentación: Reprochan que el modelo keynesiano original carece de agentes optimizadores intertemporales: combina agregados (consumo, inversión) sin explicar bien las expectativas y decisiones de ahorro/inversión a nivel de empresas y hogares.

2) Críticas monetaristas. a) Neutralidad de la política fiscal en el corto plazo: Milton Friedman y sus seguidores admiten que el multiplicador fiscal puede funcionar, pero lo consideran ineficiente e impreciso: la política monetaria (control de la oferta de dinero) es más ágil y predecible para estabilizar la economía. b) Expectativas adaptativas y efecto retraso: Sostienen que los agentes ajustan sus expectativas de inflación y renta con base en la experiencia pasada, de modo que un estímulo fiscal inesperado sólo impacta brevemente la producción real, para luego volverse completamente inflacionario. c) Incertidumbre sobre el multiplicador: Ponen en duda la magnitud y el signo del multiplicador fiscal: recuerdan episodios (años 1970) donde el gasto público creció mucho sin que eso evitara la estanflación.

3. Críticas desde el institucionalismo. a) Contexto histórico y reglas de juego: Para los institucionalistas (Veblen, Commons y luego la Nueva Economía Institucional), la economía no funciona bajo fuerzas universales y atemporales, sino según instituciones —leyes, costumbres, normas— que definen comportamientos. Ven al keynesianismo como un “parche” genérico, sin adaptar suficientemente las recomendaciones a estructuras jurídicas, culturales y organizativas específicas. b) Problema de captura y efectos distributivos: Señalan que el gasto público no sólo estabiliza ciclos, sino que también realimenta “rent‐seeking” (búsqueda de rentas), distorsionando la asignación y generando desigualdades. Para ellos, aplicar políticas keynesianas sin considerar quién capta esos recursos termina reforzando privilegios. c) Rigideces y path‐dependence (Dependencia de trayectoria): Subrayan que las rigideces institucionales (estructuras empresariales, mercados laborales segmentados) modulan fuertemente cómo el estímulo impacta la producción. No basta con “inyectar demanda”; hay que reformar procesos de gobernanza y contratos para que las políticas surtan efecto.

4) Críticas desde el marxismo. a) Crisis estructurales y contradicciones de clase: Marxistas (Paul Sweezy, Ernest Mandel) critican que el keynesianismo trata los síntomas (ciclos de sobreproducción) sin cuestionar la raíz: la explotación de la fuerza de trabajo y la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Para ellos, el gasto público puede posponer crisis, mas no resolver el problema de fondo. b) “Fetichismo” del Estado: Acusan al keynesianismo de convertir al Estado en “salvador” de la economía capitalista, ocultando quién realmente sostiene el sistema (la burguesía). Este “fetichismo estatal” legitima un capitalismo paternalista pero inestable. c) Formalización sin transformación social: Argumentan que Keynes no propone abolir la apropiación privada de los medios de producción ni la lógica de acumulación de capital, por lo que el orden social subyacente permanece intocado. Desde la perspectiva marxista, cualquier reforma keynesiana es limitada, pues el modo de producción capitalista sigue generando desigualdad y crisis periódicas.

Cada una las anteriores corrientes aportan una visión distinta sobre las limitaciones teóricas y prácticas del keynesianismo, ya sea por asumir mercados autorregulados (neoclásicos), primar la oferta monetaria (monetaristas), enfatizar el papel de las instituciones (institucionalistas) o cuestionar la base misma del capitalismo (marxistas).

Este escrito no pretende dilucidar cual de todas las corrientes económicas aludidas es la mejor, sino más bien, señalar que aún el ‘keynesianismo’ tan popular en nuestro medio, muestra debilidades teóricas y afronta diversas críticas.

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