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Las baronesas, remembranzas de un transporte que marcó historia en Honduras

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Tegucigalpa (Proceso Digital /Por Lilian Bonilla) – Las baronesas, ese legendario transporte interurbano que se estableció en Honduras allá por los años 20 del siglo pasado, llenó una enorme necesidad de la población y marcó toda una época en el país.

Lo que recuerdan los abuelos era un medio de transporte colectivo de vehículos “pailas” o “pick up”, como se les llama ahora, modificados con armazones de madera e improvisados asientos también de madera.

Llegar al destino en baronesa era una odisea

Doña Carmelina Flores, de 74 años, dijo a Proceso Digital, que las baronesas eran el medio de transporte que tuvieron en Olancho por varias décadas, la ruta que recorría ella con su familia era de La Venta, Gualaco a Juticalpa.

“Mire, yo me acuerdo que de Juticalpa a La Venta, eran horas, subir esa montaña era toda una odisea y en tiempo de chubascos eso era peor, era triste, porque las carreteras eran veredas”.

En tiempo de lluvia las baronesas se pegaban en el lodo.

Seguidamente, manifestó que ahora comenta con sus hermanas que “de milagro estamos vivas, porque esas baronesas corcoveaban como caballo chúcaro, y eran muy incómodos los asientos eran unas butacas de madera, algunos forrados con cuerina y otros no, las carrocerías eran descubiertas y se levantaban nubes de polvo, y cuando llovía se tapaban con unos toldos”.

Recuerda que en esa zona había dos baronesas que conducían Mario Montalván y Arcángel Mejía y solo pasaban en horas de la madrugada y ya de regreso en horas de la tarde, los espacios entre asientos eran muy reducidos y el techo también era bajo, y además de las personas también se transportaban todo tipo de bultos y hasta animales como gallinas y cerdos.

Sin embargo, resumió que ese era el transporte con que se contaba no había otra opción y pese a lo malo de la carretera y lo inseguro de las carrocerías y los asientos, nunca hubo un percance, y ahora es una historia que puede contar.

Esa historia se reedita en los pueblos de casi toda Honduras, En San José de Colinas en Santa Bárbara, por ejemplo, las baronesas eran transporte esencial para viajar a San Pedro Sula. Los periplos eran diarios, duraban hasta seis u ocho horas y a ello se sumaba la dificultad de la carretera de tierra, con enormes vericuetos.

Don Guadalupe Bueso Tabora, por ejemplo, era propietario de “La Colineña” como se llamaba su baronesa y en Trinidad, en el mismo departamento, una baronesa tenía por nombre “El Cóndor” y otra “El Águila” y entre los pioneros en este tipo de transporte se destacaba don Manuel Gómez.

¿Cómo surgen en Honduras?

Camión que era utilizado para el Correo Nacional.

El cronista Nahum Valladares y Valladares recordó que en una tarde de amigos en la casa de la escritora Leticia Oyuela, el historiador Ramón Oquelí les relató que las baronesas en Honduras, surgieron a finales de la década de los años veinte y que fue Elizabeth Florence de Strabogl, una mujer de origen inglés, cuyo esposo había sido contratado como mecánico en una empresa de la ciudad, la que dio nombre a ese tipo de transporte debido a su presunto origen noble.

Para esos años el esposo de la extranjera obtuvo dos camiones Ford; como los que en ese tiempo también se utilizaban para transportar los sacos del Correo Nacional y les desmontó las pailas para iniciar así la estructuración de los emblemáticos vehículos.

El astuto mecánico desmontó las pailas metálicas a los automotores y en los chasis acopló carrocerías de madera que encargó bajo precisas instrucciones a carpinteros de la ciudad.

Una baronesa cruzando uno de los ríos en su trayecto hacia el sur del país.

En el relato que Oqueli, hizo a sus amigos, les explicó que ese montaje de madera tenía unas ventanillas a ambos lados sin vidrios con cortinas de tela retráctiles para proteger del polvo a los pasajeros, tenían dos líneas de bancas forradas de cuero y el cupo no era para más de 20 personas.

En la parte superior, la carrocería tenía una parrilla de madera para acomodar valijas, fardos, costales y todo tipo de carga, fue así que esas unidades empezaron a desplazarse hacia distintas rutas por los polvorientos caminos de aquel entonces y cruzaban los ríos hasta llevar a los pasajeros a sus destinos.

Ese tipo de transporte ya se conocía en otros países con otros nombres, por ejemplo, en Cuba les decían “las guaguas” y en México “Camiones”, en Honduras, se les denomino “las baronesas”; esto debido que quien se hizo cargo del negocio fue la señora inglesa y conociendo sus orígenes, según ella decía, nobles, comenzaron a llamar al tipo de vehículos como “las baronesas”.

Surgen más empresas

Meses después de las primeras baronesas empezaron a surgir otras empresas.

Valladares y Valladares ilustró que entre las primeras empresas que nacieron destacó la “Dean” que abrió el corredor entre Tegucigalpa y San Pedro Sula con unidades que hacían el trayecto pasando por Comayagua, Siguatepeque, Río Lindo, el Lago, Pimienta, Chamelecón durando el viaje alrededor de diez horas.

Además, en ese recorrido se tenía que cruzar el Río Ulúa porque no había puente, y entonces se utilizaba un ferry o balsa

Baronesa de la Dean transbordada en el ferry de Pimienta a Pito Solo.

Asimismo, surgieron otras empresas de transportación interurbana hacia el Sur, el Oriente, hacia Olancho y a poblaciones de los alrededores de Tegucigalpa como Ojojona, Santa Ana, La Venta, San Buenaventura y Sabanagrande.

A los pocos años las baronesas se popularizaron en Honduras y las bautizaban con nombres de sus propietarios, de pájaros como “Quetzal” y de las localidades donde tenían sus bases de operación como transportes.


La Baronesa de la empresa GALO que cubría la ruta de Tegucigalpa a San Lorenzo, Valle con carrocería metálica.

Las baronesas eran un medio de transporte rústico y debido a que los caminos eran de tierra en verano los pasajeros tenían que aguantar nubes de polvo que los cegaban, mientras que en invierno los motoristas hacían diversas maniobras para salir de los atolladeros que dificultaban el rodaje de las pesadas unidades que sin doble tracción se quedaban varadas en el lodo.

Los boletos y la reparación

Para poder viajar en las baronesas, cuenta Nahún Valladares en su relato a Proceso Digital, los pasajeros compraban sus boletos un día antes y dejaban la dirección de su domicilio y en la madrugada pasaban por el pasajero o si no, tomaban el servicio en sitios destinados para tal efecto como lo hacía la empresa “La Estrella” frente a la Pensión Universal frente al Parque La Libertad de la ciudad gemela de Comayagüela.

Baronesa de La Estrella” estacionada esperando pasajeros frente a la Pensión Universal al costado oriental del Parque La Libertad.

Con el paso del tiempo las baronesas se fueron modernizando luego que surgieron talleres especializados como el de Don Mauricio Marquetti, que estaba ubicado en Comayagüela, donde las carrocerías se confeccionaban de metal del tamaño de la longitud del chasis, se reemplazaron las de madera, y se pusieron ventanas.

Pero ya para el primer lustro de la década de los cincuenta las famosas baronesas poco a poco empezaron a desaparecer de las carreteras del país, porque ya en esa época comenzaron a importarse los autobuses fabricados en los Estados Unidos, que eran más grandes y confortables, en los siguientes años ya solo circulaban en comunidades muy aisladas de las zonas rurales y, a estas alturas las nuevas generaciones solo conocen las baronesas en fotografías.

Un autobús importado de los que fueron sustituyendo las baronesas en una carretera del oriente del país.

Durante muchos años las baronesas, continuaron como medio de transporte en el país principalmente en zonas rurales, aunque con estructuras mejor confeccionadas, Olancho es uno de los departamentos donde este transporte se mantuvo circulando en las carreteras de zonas montañosas.LB

En algunos lugares rurales del país, se mantuvieron las baronesas en las ultimas décadas.
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