Madrid – La temporada de huracanes en el Atlántico, que comienza el 1 de junio, se perfila como más activa de lo habitual, aunque no tan extrema como el año anterior; «será más intensa que la media, estamos ante un escenario propicio, pero no será tan explosivo como 2024», explica a Efe Ignasi Vallès Casanova, del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Las condiciones actuales del océano y la atmósfera son favorables para una actividad por encima de la media en esta próxima temporada de huracanes en el Atlántico a punto de comenzar, y que se prolongará hasta finales de noviembre.
Según las previsiones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), existe un 60 % de probabilidades de que la temporada 2025 sea más activa de lo habitual, un 30 % de que sea dentro de la media y solo un 10 % de que se mantenga por debajo, con una previsión de un total de 6 a 10 huracanes.
«No será un año superintenso, pero sí más intenso que la media climática», señala Vallès. El factor clave para la formación de huracanes es la temperatura superficial del mar, que debe superar los 26 grados en regiones tropicales del Atlántico.
Este año, las temperaturas están por encima del promedio, aunque no alcanzan los niveles récord de los dos años anteriores.
«Actualmente las anomalías en el Atlántico rondan entre 1 y 1,5 grados por encima de lo normal, mientras que en mayo de 2023 llegaron a superar los 2 o incluso los 3 grados en algunas zonas del Atlántico norte», explica el investigador.
2023 y 2024 con temperaturas especialmente altas
Los años 2023 y 2024 se han caracterizado por temperaturas del océano especialmente elevadas, lo que ha contribuido a una alta actividad ciclónica.
En 2023 se registraron 7 huracanes con 3 de categoría mayor, y el año pasado las respectivas cifras pasaron a ser 11 y 5 respectivamente.
«Venimos de dos años extremadamente anómalos, en los que la temperatura superficial del mar alcanzó máximos históricos»; este año sigue siendo anómalo, pero no tanto como los dos anteriores, insiste Vallès.
El oceanógrafo ha explicado que no solo el calor del Atlántico influye en la formación de huracanes. También desempeñan un papel fundamental las condiciones en el océano Pacífico, especialmente las anomalías en la región ecuatorial.
«Cuando el Pacífico ecuatorial está más frío, lo que llamamos condiciones de La Niña, se favorece la formación de huracanes en el Atlántico como sucedió en 2024. Si por el contrario, está más cálido, en una fase de El Niño, la atmósfera se estabiliza y hay menos probabilidad de formación», detalla el experto.
En este momento el Pacífico se encuentra en una situación neutral, tendiendo ligeramente a condiciones frías. “Eso favorece que la atmósfera sobre el Atlántico esté menos estable y puedan desarrollarse más sistemas tropicales».
«Si lo combinamos con un Atlántico cálido, aunque no extremo, tenemos un cóctel que propicia una temporada de huracanes activa, aunque sin llegar a ser excepcional”.
Impacto indirecto en la península Ibérica
En cuanto al impacto que estos fenómenos pueden tener en Europa y, concretamente, en la península Ibérica, el experto aclara que los huracanes no llegan de forma directa, pero sus efectos sí pueden sentirse de forma indirecta.
«Muchos ciclones tropicales que se originan en el Atlántico, cuando pierden fuerza, ascienden en latitud y se integran en la circulación general de los vientos del Atlántico norte. En ocasiones, estos sistemas alcanzan el oeste de la península convertidos en ciclones extratropicales”.
Estos ciclones extratropicales, aunque menos intensos que los huracanes en su fase tropical, pueden provocar episodios de lluvias intensas e inundaciones, especialmente a principios de otoño.
«No son fenómenos que afecten directamente a nuestras costas como huracanes, pero pueden generar impactos importantes».
La frecuencia de estos ciclones ha aumentado en los últimos años, impulsada por el calentamiento del océano. «Cada vez tenemos temperaturas más altas también en nuestras aguas, lo que permite que incluso ciclones ya degradados encuentren energía para volver a cobrar cierta intensidad».
«Aunque no se les suele denominar huracanes, sí pueden causar problemas importantes”, añade el experto. EFE
(vc)