Tegucigalpa – La palabra cáncer no ha sido nueva para la hondureña Sandra Melghem, quien no conoció a su madre, Elena, porque murió antes de que ella cumpliera el primer año de vida a causa de esa enfermedad, la que también le arrebató a su padre, Rolando, en 1991.
Hoy, Sandra libra una dura lucha contra un cáncer de mama que le fue descubierto a mediados de 2009, después de haberse detectado algo extraño en su cuerpo: «una bolita en el seno derecho».
Por recomendación de su ginecólogo se sometió a varios exámenes y una cirugía para extraerle el quiste, al que se le practicó una biopsia, y, según relató Sandra a Acan-Efe en Tegucigalpa, «los resultados fueron positivos, tenía un cáncer de mama».
Al poco tiempo de la primera cirugía se sometió a una segunda para extraerle ganglios, con el agravante de que su brazo derecho «no volvió a ser el mismo».
«Debo tener un cuidado especial con el brazo, sobretodo no someterlo a mucha fuerza, no puedo tomarme la presión, inyectarme, sacar muestras de sangre o canalizarme», añadió Sandra, de 42 años.
La buena noticia dentro de lo malo del cáncer que le descubrieron a Sandra, es que no había metástasis a través del sistema linfático.
El duro tratamiento ha incluido seis ciclos de quimioterapia en su brazo izquierdo con un cóctel de medicamentos que básicamente destruyen cualquier célula en reproducción. Posteriormente recibió 28 sesiones de radioterapia.
«Durante cuatro años me he hecho diferentes exámenes de control cada tres o seis meses, lo que representa una verdadera tortura porque mis venas quedaron destruidas por la quimioterapia. Hallarme una vena para tomar muestras representa un verdadero reto para quien lo hace», añadió Sandra, natural de Marcala, departamento de La Paz.
En julio de 2013, de nuevo le apareció la bolita en el mismo seno, el cáncer había vuelto, por lo que se sometió a una mastectomía radical, sufriendo terribles dolores «imposibles de describir».
«Solo las personas que lo han vivido saben de lo que hablo», recordó Sandra, quien ahora está en un proceso de reconstrucción, lo que implica someterse a varias cirugías para colocar un implante.
Escuchar su testimonio también duele, pero a Sandra también le conmueve saber que en su país hay muchas mujeres que mueren por no tener dinero para el costoso tratamiento que implica el cáncer de mama, enfermedad que después del de cérvix es la segunda causa de muerte en Honduras, según fuentes médicas.
«En este proceso me he dado cuenta del impacto económico que representa enfrentar la enfermedad, las medicinas, tratamientos, exámenes y cirugías, que son extremadamente caros», acotó Sandra.
En su opinión, el impacto psicológico de recibir la noticia de estar sufriendo un cáncer, «hace que las personas no quieran saber mucho del asunto y se queden con la información que les comparte su médico, la que puede ser muy limitada».
Sandra dijo sentirse «bendecida» porque al menos en lo económico, «con mucho esfuerzo», ha podido hacer frente a la enfermedad.
El cáncer de mama ha acrecentado la conciencia social de Sandra, quien ahora comparte su experiencia con otras mujeres a las que inculca la importancia que tiene «el autoexamen como el principal método para una detección temprana, antes que una mamografía».
Además de compartir información sobre la enfermedad, Sandra alienta a las mujeres a leer y documentarse sobre tratamientos, medicinas, exámenes y sobre todo a pedir segundas opiniones.
Sandra, con estudios universitarios de psicología, también impulsa con sus manos una obra social a favor de mujeres campesinas en extrema pobreza, principalmente de la zona de Marcala, donde se cultiva uno de los mejores cafés del mundo.
Su destreza para diseñar y elaborar accesorios como aretes, collares y pulseras, entre otros, lo mismo que la producción de café de calidad en una pequeña finca que le heredó su padre, Rolando Melghen, le ha motivado a crear el concepto Villa Elena, Café y Accesorios con Causa (accesible en la red social Facebook).
Los accesorios que elabora, en un proyecto familiar que involucra a su esposo, Adín Cortés, y sus hijos Rodrigo (15 años) y Juan Pablo (8), son a base de telares en vivos colores y alfarería, entre otras manualidades que hacen mujeres lencas del municipio de Guajiquiro.
Además, para ayudar a la misma causa vende café en grano y molido cultivado en su Finca Elena, nombre que escogió en honor a su madre.
Sandra y su familia han comenzado a brindar ayuda material, económica y psicológica a mujeres con cáncer de mama con recursos generados por la venta de sus productos, los que venden en ferias o a domicilio.
«Nuestro sueño es hacer de este proyecto algo grande, montar una oficina de apoyo en Marcala, La Paz, y poder ayudar a cuantas personas lo soliciten. Puedo decir que durante todo este proceso Dios me ha llenado de fortaleza, solo su gracia me sostiene y me permite dar testimonio de su amor en mi vida», apostilló.