Tegucigalpa. – De acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cambio climático puede provocar un incremento de hasta 1.5 puntos porcentuales (pp) en la inflación, impactada por los efectos de la sequía, que está siendo particularmente dañina en diversas partes del orbe.
En un documento de trabajo titulado “El ojo en la tormenta: el impacto
de los choques climáticos en la inflación y crecimiento”, los analistas del
FMI resaltan “que cualquier país experimentará las consecuencias del cambio climático pero la exposición a vulnerabilidades dependerá del tamaño de las economías y la capacidad para mitigar y adaptarse al cambio climático” (eleconomista.com.mx/economía/, 05/04/2024).
Los analistas del FMI basaron su análisis empírico sobre una muestra de
179 países, y explicaron que “una crisis de sequía da lugar a un aumento
inmediato de la inflación general por encima de su nivel inicial que se prolonga en el largo plazo” (Ídem).
En el caso de México la situación es grave, ya que actualmente enfrenta
serios problemas por la escasez de agua, entre otras razones debido a que: a) La sequía ha causado pérdidas en el campo en 31 de los 32 estados federativos del país; b) El aprovechamiento del agua para la producción de alimentos ha aumentado, al tiempo que los rendimientos de cultivos básicos en zonas con infraestructura de riego, durante el período 2012-2022, se elevó de 6.6 hasta 7.8 toneladas por hectárea (Ídem).
En México son todavía más graves dos situaciones adicionales: a) Cada
vez se cosechan menos hectáreas en México, a la vez que las áreas siniestradas repuntaron y se ubicaron en máximos históricos, al pasar de 398.4 miles de hectáreas en 2018, hasta situarse en 1,117.8 miles de hectáreas en 2023, representando un incremento del 180.57%; y b) Las áreas cultivadas que en promedio se mantuvieron en 14.84 millones de hectáreas en el período 2018-2022, cayeron abruptamente a 13.46 millones de hectáreas en el 2023, equivalente a una reducción del 9.30% (Ídem).
La problemática descrita llevó a los miembros del Instituto Mexicano de
Ejecutivos de Finanzas (IMEF), a comentar “que la crisis de agua que
prevalece en el Valle de México tendrá un impacto sobre los precios al
consumidor, en los planes de desarrollo de proyectos inmobiliarios y hasta para la relocalización de empresas”. “De hecho, el presidente del IMEF, José Domingo Figueroa, precisó que el sector servicios es el que se ha visto más afectado” (Ídem).
Todas esas dificultades relacionadas con la escasez de agua, ameritan
según el Director del Centro de Estudios Monetarios de
Latinoamérica (CEMLA), Manuel Ramos Francia, “que los bancos centrales incorporen los fenómenos meteorológicos como factor de riesgo para la inflación” (Ídem).
¿Qué está haciendo el Banco Central de Honduras (BCH) al respecto? Es
necesario señalar que el BCH no está incorporando directamente en su política monetaria lo relativo al cambio climático. En Centroamérica quien mayores avances demuestra en esta materia es el Banco Central de Costa Rica (BCCR), quien incluso logró que el FMI le aprobara en noviembre de 2022 un crédito de US$ 725 millones para apoyar la agenda climática del país (secmca.org, NER número 143, julio 2023).
El BCH no desconoce la importancia del Cambio climático, ya que en el
Programa Monetario 2024-2025, incluye entre los riesgos que pueden
obstaculizar el crecimiento económico a nivel mundial, el hecho de que: “Nuevos choques meteorológicos extremos, podrían ocasionar incrementos en los precios de los alimentos y empeorar la seguridad alimentaria” (pág. 14).
A finales de agosto del 2023, “la Comisión Permanente de Contingencias
(COPECO) [de Honduras], informó que 57 municipios que permanecían en alerta verde pasaban a sumarse a los 101 municipios en alerta amarilla, haciendo ahora un total de 158 municipios bajo esa clasificación; mientras tanto 140 municipios continúan en alerta roja” (El Heraldo, 06/09/2023).
Según la noticia difundida por este diario: “La anomalía climatológica, producto del fenómeno de El Niño no solo amenaza la seguridad alimentaria, sino también la salud, la educación de las poblaciones más vulnerables, incrementando por otro lado las migraciones (El Heraldo, 06/09/2023).
De acuerdo con un estudio elaborado por la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en conjunto con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), “alrededor de 2.6 millones de hondureños sufrieron inseguridad alimentaria aguda entre junio y agosto de 2022”. Para el 2023, esos mismos organismos elevaron a 3.2 millones los ciudadanos en riesgo alimentario; por esta razón, es racional esperar que para el 2024 la crisis alimentaria en nuestro país no solo persista, sino que también empeore, ya que la sequía y los incendios forestales están causando enormes estragos en todo el territorio nacional.
Las secuelas de la sequía y de los incendios forestales se están
manifestando de diversas formas en este país. En alguna medida han contribuido al incremento de la inflación general que pasó del 4.5% en febrero al 4.76% en marzo de 2024, influenciada por las alzas de precios tanto de combustibles como de alimentos.
En la rama de Alimentos y Bebidas no Alcohólicas del Índice de Precios al
Consumidor (IPC) publicado por el BCH en los primeros días de abril de 2024, los precios que más aumentaron son en orden de importancia: Limón, mango, pataste, papa, pescado, camarón, sandía, refrescos embotellados, filete de pescado, uvas, banano, café y plátano.
Pero la falta de agua se manifiesta también de otras formas, por ejemplo,
el agua potable llega solamente una o dos veces a la semana en muchas
colonias capitalinas, por lo cual está aumentando la venta de ese líquido vital mediante carros cisterna; el botellón de agua purificada marca Aguazul ahora cuesta L.48.0 en vez de L.46.0 en Tegucigalpa; en fin, en los mercados de la capital mucha gente se queja de que el dinero ya no les alcanza para comprar la misma cantidad de alimentos y productos básicos industrializados que consumían hasta hace pocos meses atrás.
¿Qué hace la población frente a ese panorama? En su sabiduría los
consumidores no solo compran menor cantidad de productos básicos, sino que también optan por adquirir bienes de peor calidad. Ya no van tan seguido al súper ni a los negocios de comidas rápidas y se abstienen de darse ciertos lujos.
Con todo, lo esencial sería que el gobierno retomara dos simples políticas
públicas: a) Incrementar el esfuerzo e inversión para construir reservorios de agua en el corredor seco del país; y b) Intensificar el número de asesores
agrarios y los recursos financieros destinados a apoyar las granjas familiares campesinas involucradas en el cultivo de legumbres (Tomates, Rábanos, Cebollas, Zanahorias) y dedicadas a la crianza de aves y ganado menor (Gallinas, Jolotes, Cerdos, Ovejas).
Esas dos políticas no son algo nuevo, pero desgraciadamente no se les
ha brindado el respaldo suficiente, impidiendo terminar de una vez por todas con la crisis alimentaria en el campo. En lo que respecta al BCH, lo importante sería que empezara a implementar una política monetaria verde, dándole prioridad no solo al estudio y seguimiento de los fenómenos climáticos, sino especialmente respaldando la creación de un efectivo mercado de bonos verdes.