Tegucigalpa, Honduras. Cuenta la leyenda que cada cierto tiempo Caín reencarna. También cuenta la leyenda que cuando lo hace tiende a confundirse con Abel. Tony y Carlos pueden dar fe de ello.
Dos hondureños se disputan el título al “Caín de la década”. Ambos exdiputados; hermanos menores; hermanos de expresidentes; atalayas en un narcoestado y culpables de causarle la muerte política a su familia.
Tony ya no es libre y Carlos ya no es Libre. La marca de Caín los persigue. Abandonados, rechazados, exiliados y extraditado (el primero), y el segundo enfrentando un juicio de valores ante un pueblo que creyó reflejarse en aquella figura política militante y cofundador de un partido que prometía devolverle la dignidad robada.
Condenados por la ira de los dioses, cuyos nombres enlodaron. “¿Por qué te has ensañado conmigo?”, preguntarán sin recibir respuesta. Se quedaron solos, ante el “caiga quien caiga” del pasado y frente a la “conducta abominable” del presente.
Demasiado “inocentes” (ellos y sus excusas), alegan caer en trampas. “Hasta no ver, no creer”. Pero ¡ya vimos! La señal está en su frente y desmarcarse no es posible.
Del narcovideo quedó más que la viralidad, dejó a una Honduras desencantada aún más con una clase política que comparte y hereda los genes del mal, mientras se aferra a una narrativa de no culpabilidad.
La oposición depende del clima
Y llegó el relevo de las antorchas, que una vez fue reflejo del descontento y la insurrección ciudadana y ahora no es más que un mecanismo de instrumentalización política promovido por el Ejército Ciudadano de Paz.
Probablemente tendrá el mismo fin del fallido BOC (Bloque de Oposición Ciudadana), pues se reactivó en temporada lluviosa, y a los opositores no les gusta mojarse…
Mientras pasa la lluvia, recurren a la guerra de carteles, “decorando” las ciudades con letreros, rótulos, pancartas y mensajes haciendo escarnio del narcoescándalo. Y, como nuestra clase tiene política, pero le falta madurez, no tardó el oficialismo en responder en los mismos términos, pero con la narrativa de apoyo a las actuales autoridades.
En medio del “cainato”, estos son los debates en Honduras: el bloque opositor repitiendo “fuera familión”, “la mitad es para el comandante”, “Xiomel = narcos”; y el bloque oficialista respondiendo: “Xiomara no está sola”. Comunicación sin estrategia.
Con la excesiva cobertura mediática y la escasa relevancia legal (justicia estilo Honduras) que el tema ha tenido, todo parece indicar que en cuestión de semanas el escándalo del narcovideo se va para el baúl (léase con voz de “Salvita”).