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La profecía y los cohetes

Por: Otto Martín Wolf

Nadie puede adivinar el futuro, pienso que los profetas son farsantes que se aprovechan de la ignorancia y candidez de los incautos.

Pero eso no quiere decir que, basándose en el pasado, uno no pueda deducir lo que sucederá en el futuro.

Hoy, al ser las diez de la mañana del 24 de Diciembre, 2015, estoy escribiendo este artículo que será publicado en algún momento a partit de mañana 25. A pesar de todo puedo decir con casi absoluta certeza que esta noche Tegucigalpa, así como las principales ciudades del país, reventarán cohetes como en los mejores tiempos, como antes de la estúpida prohibición y posiblemente acertar con mi profecía.

Cierto que, lamentablemente, algunos niños y otros tantos adultos resultarán quemados. Pero, no ocurre lo mismo en las cocinas donde al menor descuido una olla de agua caliente cae sobre un niño? Deberían entonces las autoridades prohibir los tamales o las torrejas?

Acaso algunos niños no se van a quebrar una pierna (o les puede suceder algo peor) al utilizar la patineta que sus padres le regalaron esta misma navidad? Se deben prohibir también las bicicletas, los triciclos y todo aquello que tenga algún grado de riesgo?

Debería prohibirse que los niños bañen en piscinas o en el mar, pues siempre hay algunos que tienen la mala suerte de ahogarse? Simplemente andar en carro o en moto con sus padres puede ser peligroso, sin que éstos necesariamente hayan bebido (la venta y consumo de licor es legal, dicho sea de paso y el alcohol produce muchos más accidentes y muertes que los cohetillos).

Si se va a prohibir algo debería ser prohibir el peligro, lo cual es imposible; todas las acciones de la vida encierran algún tipo de amenaza. La mayoría de los accidentes ocurren en los hogares (en el baño y la cocina principalmente), cómo se podría legislar sobre eso? Las calles -en Honduras y todo el mundo- son peligrosas, se debe prohibir a la gente salir?

Hace unos años durante el extreno de una película de Batman murieron doce o más personas en un lugar de los Estados Unidos. También en una carrera en Boston hubo heridos y muertos, en varias escuelas también con fatal frecuencia ocurren matanzas terribles, de la misma manera como una avalancha de creyentes produjo decenas de aplastados en India. El peligro acecha en todas partes, no hay nada nuevo en eso, así es la vida.

Creo que los cohetillos deben permitirse, desde luego con algunas regulaciones.

Por ejemplo: Los padres de un niño quemado deberían ser responsables ante la ley, no sólo pagando por su curación pero también castigados por su descuido.

De igual manera los explosivos de mucho poder deberían ser controlados de alguna manera.

Las periódicas campañas contra los cohetillos en los últimos diez o doce años de nada han servido, excepto para enriquecer a los contrabandistas y los comerciantes que los venden clandestinamente, desde luego sin pagar ningún impuesto.

También ha servido para convertir en delincuentes a los padres de familia que, de todas maneras, se las ingenian para comprarlos y seguir con la que es -quizá- la única tradición auténtica que nos va quedando.

Porqué prohibirlos? Acaso todos los años la gente no demuestra que los adora, aún por encima de los bellos juegos pirotécnicos de diseño comercial con que los quieren suplantar?

Durante algún tiempo pensé que debería haber un plebiscito para definir el asunto, pero cada nochebuena y cada fin de año la gente de todas las clases sociales vota con explosiones que se escuchan por toda Honduras.

Quiénes creen las autoridades que explotan esos cohetes? En las prisiones están prohibidos (además ahi prefieren las AK47) en las calles los ladrones andan asaltando a quien pueden, los violadores están ocupados buscando víctimas, etcétera.

Esos cohetes son explotados por padres de familia, gente normal, para diversión propia y de sus hijos.

Padres que se ven obligados a pagar sobreprecios y a actuar clandestinamente con algo que debería ser parte de las libertades de que disfrutamos en los países libres.

Las autoridades deberían establecer regulaciones -dónde se venden, potencia máxima, responsabilidad paternal- y dedicar todos los esfuerzos a combatir la delincuencia y el crimen que realmente sí afecta a una mayor parte de la población.

Prohibir los cohetes será inútil (es mi profecía) lo único que se logrará es que la mayor parte de los hondureños -como se hace contra todas las imposiciones- burlemos la ley, favoreciendo a comercianes inescrupulosos que deberían pagar impuestos (por importación, de ventas, sobre la renta, etc.)

Vaticino y espero que los cohetillos tengan larga vida en Honduras, que nuestros hijos, nietos y bisnietos disfruten quemándolos y que en su memoria quede grabado, como está en la nuestra y para siempre el olor a esa pólvora, que es olor a navidad y fiesta.

La causa de los cohetillos necesita un líder valiente que enfrente a los mojigatos, alguien que no tenga miedo a las críticas hipócritas, alguien que siga el clamor de un pueblo que demuestra su preferencia cada navidad y cada fin de año.

De cualquier manera, vaticino una larga vida para los cohetillos.

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