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“La gripecita” que sacude las Américas

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Tegucigalpa/Brasilia – América se ha convertido en el nuevo epicentro de la pandemia del COVID-19, encabezada por Brasil, pero mientras ello sucede, diversos gobiernos asumieron posiciones negacionistas para enfrentar la enfermedad al considerarla “una gripecita”, obviando que se trataba de una emergencia sanitaria declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Mientras la mayoría de los estados decretaron confinamiento obligatorio de su población para evitar la propagación del coronavirus, otros optaron por un relajamiento de las medidas e incluso Nicaragua decidió no tomar ninguna y el gobierno sandinista nadó contracorriente de la actuación al promover actos masivos, como marchas, manifestaciones, eventos culturales y otros que significaban la convocatoria de su militancia, empleados gubernamentales y la población general.

Pero fueron cuatro gobiernos los que optaron por no aplicar medidas severas y se sumaron a la posición de que el COVID-19 solo era otra enfermedad respiratoria a la que no debía dársele mayor importancia y que su vencimiento era de los más fácil y rápido.

Dichos gobiernos son los que conducen a dos de los países más grandes de la región, Brasil y México, así como Nicaragua y Venezuela, los abanderados de la izquierda regional.

Y esto que no se suma a Estados Unidos, donde la gestión del presidente Donald Trump, ha sido cuestionada por los expertos y los medios, ya que inicialmente declaró que se trataba de una “simple gripe” y en los últimos días por forzar reabrir la economía, ya que el costo de la cuota de desempleo pone en peligro su proyecto de reelección en las comicios presidenciales de noviembre.

Estados Unidos reporta más de dos millones de contagiados y más de 116 mil muertos y actualmente ha tenido rebrotes de contagio, luego que varios estados reabrieron sus actividades económicas, sociales y culturales.

Todavía existe el debate entre políticos, epidemiólogos y expertos sobre la viabilidad del reinicio de actividades, donde el prisma político se impone a la hora de las decisiones. Los gobernadores estatales de filiación republicana fueron los primeros en habilitar el reinicio de actividades, mientras los demócratas retrasan las actividades.

Brasil lidera oscuridadBrasil registra 1,269 nuevas muertes por COVID-19 y el total llega a 46,510

En Latinoamérica, Brasil ha sido el líder de la gestión considerada como oscura y negacionista por los expertos, ya que la administración del presidente Jair Bolsonaro se distinguió por no aceptar la alerta mundial decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La gestión de Bolsonaro ha convertido a Brasil en el segundo país con mayores casos COVID-19 en el mundo, superado solo por Estados Unidos, mientras que registra 46,510 muertos, siendo la segunda nación con mayores decesos en el mundo, superada únicamente por Estados Unidos.

Bolsonaro ha sido uno de los que niegan el poder destructor de la pandemia del coronavirus a la que consideró “una gripecita” y se negó a promover el distanciamiento o aislamiento social, al grado que durante varios fines de semana encabezó manifestaciones o caminatas en la capital brasileña o en otras grandes ciudades.

Bolsonaro se pasea por Brasilia en contra de las recomendaciones sanitarias

Asimismo, entró en confrontación directa con la OMS, similar a la posición anunciada por Trump, amenazó con retirar a Brasil de la institución que forma parte del conjunto de las agencias de las Naciones Unidas.

Incluso el gobierno de Bolsonaro optó por no divulgar las cifras de COVID-19, hasta que un juez ordenó a su administración volver a reportar los datos oficiales de la enfermedad.

El manejo ha llevado a que el país tenga tres ministros de Salud desde la aparición del COVID-19, ya que el que comenzó renunció, luego otro duró solamente un mes y por último designó al general Eduardo Pazuella, un experto en logística castrense, con cero experiencia en temas sanitarios, a cargo de la Secretaría de Salud.

AMLO dice que ya domó la pandemia

Mientras el gobierno mexicano, dirigido por Andrés Manuel López Obrador –conocido como AMLO-, también se negó inicialmente a tomar medidas de confinamiento, aunque al final lo hizo obligado, pero desde el 1 de junio autorizó el reinicio de actividades.

López Obrador llegó a decir en mayo pasado en su conferencia matutina, conocida popularmente en México como la “Mañanera”, que ya habían domado la pandemia del COVID-19, justo cuando el pico recién comenzaba a elevarse.

El presidente mexicano llegó al extremo de atribuir a las estampitas religiosas de los santos, la virgen de Guadalupe y amuletos el poder curativo y preventivo contra la COVID y llamó a la población a portarlos.


El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, muestra una estampa con un trébol de seis hojas durante una rueda de prensa el pasado 19 de marzo. / JOSÉ MÉNDEZ (EFE)

México reporta más de 154 mil contagios de COVID-19 y con más de 18 mil, mientras los casos van en alza cada día.

El mandatario mexicano llamó recientemente a la población a perder el miedo ante la pandemia, a fin de ir saliendo del confinamiento y reactivar con ello la economía, fuertemente golpeada por la pandemia.

Ortega nunca aprobó confinamiento

Mientras la vecina Nicaragua fue el único país latinoamericano que estuvo a contracorriente con la tendencia mundial, ya que nunca decretó el confinamiento, alega que los casos son mínimos e incluso promueve la interacción entre las personas.

La inexistencia de restricciones en Nicaragua, donde la actividad productiva, comercial, académica y de espectáculos públicos se ha mantenido de forma ininterrumpida, ha dejado a los expertos incrédulos del manejo de la pandemia.

Incluso el oficialista Frente Sandinista ha promovido las movilizaciones, eventos musicales bajo el lema con Amor en tiempos de la pandemia.

Las ausencias de Ortega en medio de las crisis en Nicaragua por COVID es evidente

Pero ante la evidencia de la expansión de la enfermedad, la población tomó la decisión de establecer un confinamiento voluntario nacional, a medida que se reportan cantidad de muertos por “neumonía atípica”, según reportes oficiales.

La Secretaría de Salud de Nicaragua reportó 46 decesos por coronavirus, pero el Observatorio Ciudadano COVID-19, un organismo independiente, informó de 1,114 decesos a causa de la nueva pandemia.

Mientras el gobierno considera que hay 1,118 contagiados, el Observatorio señala que son 5,027 la cantidad de afectados.

El presidente Daniel Ortega tuvo una sola aparición durante todo el lapso que la pandemia ha sido sujeta de información de primer lugar, más con la finalidad de acallar los rumores de una presunta muerte, que en anunciar medidas concretas contra la enfermedad.

Maduro y sus números

Mientras Venezuela reporta más de 3 mil casos de contagio y apenas 26 muertes, cifras que no son consideradas válidas por expertos, que señalan que hay una distorsión de los datos.

Maduro expone que la Revolución Bolivariana vencerá la enfermedad, pero los expertos recuerdan que Venezuela tiene un sistema sanitario completamente degradado a falta de recursos del gobierno, tras varios años de crisis económica severa.

Los datos oficiales, dicen los expertos, no corresponden a la realidad de un país donde las personas deben hacer colas por días para adquirir alimentos e incluso hasta gasolinas, a pesar de ser la nación con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo.

Los hospitales venezolanos están atestados y carecen incluso hasta de agua potable normalmente, de acuerdo a las denuncias permanentes de médicos y enfermeras, que recuerdan que el gobierno no les ha provisto de material de protección de bioseguridad.

Así en el Nuevo mundo, Brasil, México, Venezuela, Estados Unidos y Nicaragua lidian con sus propios demonios, mientras la pandemia sigue avanzando con su estela de muerte y los líderes en profunda negación parecen indolentes.

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